Venezuela Concurso | Semana 11 | Relatos inspirados en mitos y leyendas latinoamericanas | @alejandra22

Empezamos

Desde muy pequeño, y en cada ocasión en que yo desobedeciera a mis padres, estos me hacían pensar que vendría por mi durante la noche el tenebroso "hombre del saco". siempre habían adultos que apoyaron el que mis progenitores me asustasen con la venida de este ser sobrenatural que supuestamente habitaba entre las sombras. Yo en mi inocencia siempre creí en los cuentos de mis padres, y ¿como no creerles?; despues de todo ningun niño quiere ser sacado de su casa en un saco por un alguien desconocido que le llevaría por siempre.

A medida que iba creciendo mis amigos se burlaban cuando les contaba sobre el horrible espanto de piel gris, dos metros de altura y contextura delgada que cargaba a los niños desobedientes en un saco de mercado beige. Creo que fue a partir de los 8 años apróximadamente cuando todos me tenían de burla. Mientras yo me cuidaba de el "oscuro destino" que me esperaba si no hacia lo correcto, mis conocidos siempre hacian aquellas acciones por las que podian ser llevados. Esperé años a que, el que ya consideraba un invento de mis padres para controlarme, se llevase a todos y cada uno de los que se habian reido de mi por decir la verdad sobre aquel hombre. Crecí y crecí pero aunque dejé de creer en aquella leyenda de niños nunca pude perdonar a aquellas personas que, aunque con razon, nunca me creyeron.

al tener ya 33 años de edad y ejerciendo mi carrera como medico practicante, tal y como como mis padres siempre lo quisieron, se me ocurrió algo que haría pagar a mis compañeros de la infancia por dudar y burlarse de mis palabras inocentes. Primero empecé a averiguar cuales de estas personas tenían hijos o sobrinos pequeños muy queridos y de alli seguiría la siguiente parte. Al tener ya mi "lista de sentenciados" como yo la llamé, busqué entre las cosas de los almacenes de mi centro de trabajo unas 30 jeringas de anestecia para cirugias y algunos bisturí y compré unos cuantos sacos para verduras. Proseguí, luego de tener todos mis materiales para actuar listos, a salir por las noches y acechar a mis victimas hasta ver la mejor oportunidad para cumplir mi cometido. Para el primer niño logré entrar por su ventana abierta mientras dormía, utilicé dos dosis de anestecia para luego cortar una de sus venas vitales y llevar el cadáver en un saco. Me encargué de hacer el menor ruido hasta que salí, de modo que algún vecino que se asomase viese una sombra cargando con un saco. Asi hice con otros cuatro niños siguiendo el mismo procedimiento de cortar y cargar, dos de ellos eran hermanos que salieron a jugar sin avisar a sus padres, otro que salió a botar la basura y el último que entraba por la ventana hacia su cuarto al regresar de casa de un vecino. Todo esto lo en tres semanas seguidas.
Una semana despúes del cuarto anotado en mi lista, paré unos días mi plan, ya que los secuestros habian levantado miedo en la sociedad. La policía investigó en cada morgue de la ciudad por si había llegado algún cadaver de niños. Intenté que nadie revisara las gavetas de la zona de autopsias del centro médico donde trabajaba ya que allí los habia escondido, pero cuando llegué ya habían encontrado los cuerpos. Entre interrogaciones, testigos y distintas pruebas dieron con la verdad. Descubrieron en camaras de seguridad como sacaba material medico de los almacenes del hospital, testigos que vieron más que mi sombra dieron descripciones que daban conmigo, padres de los niños aseguraron conocerme de antes, entre otras cosas que dieron la conclusión de mi culpabilidad. Al verme ya en aprietos confesé y dije mis motivos "todos debian creer en el hombre del saco, asi como yo lo hice"
Me han sentenciado a cadena perpetua y en la carcel me di cuenta de que el hombre del saco que castigaba malos acciones era real, solo que no atacaba niños exactamente. Creo que ya este será mi último día...