Las Siete Ciudades de Oro

in #historia6 years ago (edited)

Tras el descubrimiento de América por parte de Cristóbal Colón, y la posterior y sangrienta conquista y colonización, comienzan a surgir mitos y leyendas acerca de reinos y ciudades donde abundaban el oro y las piedras preciosas, hecho que atrajo a numerosas expediciones en busca de tan preciadas y extraordinarias riquezas.

Quizás la leyenda más popular y conocida de todas sea la de El Dorado, la mítica ciudad de las minas de oro presuntamente localizada en algún recóndito lugar de la selva amazónica.

Pero en este caso vamos a referirnos a otro lugar perdido, supuestamente ubicado al norte de México, donde en el siglo XVI se creía que las ciudades estaban construidas en oro: las siete ciudades de oro de Cíbola.


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Contaba la leyenda que, tras la invasión de la Península Ibérica por parte de los musulmanes, siete obispos católicos huyeron hasta el denominado Virreinato de Nueva España, territorio conquistado por las tropas españolas y que comprendía lo que hoy en día sería gran parte del norte de México y del sur de los Estados Unidos.

Los obispos se asentaron en algún remoto y aislado paraje llamado Cíbola, y allí fundaron sietes ciudades, que la leyenda convirtió en las siete ciudades de oro.


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Durante los primeros años del siglo XVI se organizaron varias expediciones con resultados infructuosos; no había señales de las siete ciudades y la historia fue cayendo en el olvido.

Sin embargo en el año 1536 llegaron a Culiacan, los supervivientes de una larga expedición que durante ocho años había cruzado el territorio que va desde la costa atlántica de Estados Unidos hasta la costa del Pacífico; en ese largo periplo atravesando zonas desérticas y frondosos y peligrosos pantanos, habían conocido y convivido con diferentes tribus de indios quienes les habían hablado de una ciudad que albergaba extraordinarias riquezas. Esta historia no podía sino confirmar que la leyenda de las siete ciudades tenía que ser cierta.


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El por entonces Virrey de Nueva España decidió enviar una nueva misión exploratoria para determinar si las nuevas informaciones sobre Cíbola eran correctas; para ello encargó dicho asunto a un monje franciscano llamado fray Marcos de Niza, quien debía cerciorarse de la existencia de las siete ciudades e informar de las características de la zona ante una eventual operación de invasión y conquista.

Fray Marcos de Niza, junto a una expedición compuesta fundamentalmente de indígenas, partieron hacia el supuesto enclave de Cíbola descubriendo que en las localidades por las cuales pasaba, todo el mundo confirmaba la veracidad de la existencia de las siete ciudades de oro.

Muy cerca de su objetivo, Fray Marcos envió una avanzadilla de hombres que tras su regreso, le explicaron que al llegar a los límites de la primera de las siete ciudades, sus habitantes les cortaron el paso y atacaron, matando a su guía.


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El fraile subió a un cerro desde el cual podía divisar a lo lejos el enclave, y allí pudo contemplar una ciudad con magníficos y deslumbrantes edificios de oro. Tras tomar posesión simbólica del territorio en nombre del Virreinato, ordenó el regreso de la expedición temeroso de su vida.

Con la información facilitada por el fraile, el Virrey de Nueva España envía en 1540 una expedición compuesta por cerca de 1.000 soldados dispuestos a conquistar el territorio de Cíbola. Fray Marcos de Niza guió de nuevo la expedición, y la llevó hasta el cerro desde el que años antes había contemplado las maravillas de la ciudad dorada.

Pero al llegar al cerro, lo único que pudieron ver es una pequeña aldea de casas de barro defendida por apenas 200 indios; tras ese frustrante y desmoralizador episodio, la expedición continuó su camino durante dos años más, sin encontrar rastro alguno de ninguna ciudad dorada.


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La realidad es que en su anterior visita, Fray Marcos de Niza había sido cegado por la luz del sol, sufriendo un espejismo, creyendo ver oro donde solo había barro y polvo.

Algunos estudiosos del tema también afirman que el fraile ni siquiera llegó a aproximarse a la supuesta ciudad de oro, y que toda la historia que contó fue de su propia invención, fruto de su afán de notoriedad y basada en algunas informaciones que fue recopilando por el camino. El fin último de Fray Marcos de Niza debía ser que a toda costa se enviaran nuevas expediciones que permitieran la evangelización de las tribus indígenas, aún a riesgo de que la historia fuese inventada.

Al parecer la explicación de esta leyenda viene dada por el hecho de que por aquel entonces, en esa zona había siete aldeas de indios que comerciaban con poblaciones del sur de Estados Unidos, lo que les convertía en poblaciones más grandes y ricas que el resto. Y ya sabemos que las cosas se magnifican, y como una bola de nieve, crecen y crecen hasta que se convierten en un bulo de grandes dimensiones.

 




Referencias:
https://sobreleyendas.com/2008/03/27/las-siete-ciudades-de-cibola/
https://www.abc.es/cultura/abci-siete-ciudades-201611050152_noticia.html
http://www.wikihistoria.es/2015/01/las-siete-ciudades-de-cibola-y-quivira.html




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Caramba amigo y si resulta pasado estos días que la leyenda no es cuento y que hasta Guatemala han llegado los templos construidos en oro!
Será cierto o será otra bola!
Un abrazo.

Pues si la encuentras avísame, que me voy para allá contigo!
Saludos!

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