Concurso de cuentos #fotocuento - Semana 11: El Callejón de los Vientos.

in #fotocuento6 years ago (edited)

Amigos, dejo mi entrada a la décimo primera edición del Concurso de cuentos #fotocuento, promovido por @rahesi. Sin internet, con los datos lentos es muy difícil montar este post. Pero lo haré, porque me he comprometido a llevar a cabo un pequeño proyecto literario.
Agregaré la excelente fotografía de @rahesi en cuanto sea posible.
Aquí pueden ver las bases y leer a los ganadores y participantes de la edición anterior.


Mi casa estaba muy cerca del Callejón de los Vientos. Era estrecho, oscuro. Una construcción de piedra sobreviviente de días antiguos. Fue parte de otra edificación, pero nadie conservaba memoria de ella. Se hablaba de un fortín, un convento o una iglesia. Cuando uno se asomaba al pasaje, escuchaba el murmullo del aire, una letanía lejana. Quienes habían entrado aseguraban que las corrientes eran feroces, que podías perder la ropa en el tránsito. Hacíamos apuestas sobre quién se atrevía a atravesarlo. Mis amigas lo recorrieron muchas veces. Yo no.
Circulaban en el pueblo toda clase de leyendas sobre el Callejón. Mi abuela me había contado la del perro que comía huesos de niños y la de los hombres negros que robaban órganos. Había escuchado, además, las que mis amigas contaban: la del vampiro, la de los no-nacidos, la de la madre fantasma que secuestraba niños para llevarlos al infierno. Había recogido otras en la escuela; así me convertí en una coleccionista de historias del callejón. Con el tiempo, esta afición vino a interrumpir mi sueño y crió dentro de mí un miedo que hasta ese entonces desconocido: el miedo a la oscuridad. Mi madre se exasperaba. No entendía cómo, ya grande, de pronto no podía dormir sin luces. “¡Hija, tienes diez años!”, decía.
Pero las historias se repetían en mi cabeza. Y se puso peor.
Llegó un día en que ya no pude dormir ni con las luces encendidas. Comencé a consumirme, mientras mi madre se desgastaba llevándome a doctores que no podían curarme. Y ocurrió, como es previsible, que un día tuve que enfrentar mis miedos, pero no fue por una apuesta tonta, sino por la Dama Gentil. Ella me salvó de la desesperación.
Cuando vino por mí, yo estaba con mi madre. Me acunaba como un bebé y me cantaba. La dama asomó su cara pálida y el cuarto se llenó de una brisa fresca, vegetal. “Niña”, dijo, “ven conmigo al Callejón”. Recuerdo los ojos claros de mi madre, desorbitados. Clavó sus uñas en mi costado, en mi hombro. Pero yo sabía que debía ir, y se lo dije. Sus manos se fueron debilitando.
Cuando crucé el umbral, mi madre suspiró. Era alivio.
No hay salida al otro lado cuando cruzas el Callejón de los Vientos con la Dama Gentil. Ella te lleva de la mano y solo caminas sobre el aire fragante, sobre el murmullo del viento.



Gracias por la compañía. Bienvenidos siempre.

Sort:  

Hola como estas muy bonito tu cuento, tiene de todo un poquito

Me encantó tu historia, la metáfora de la muerte como la Dama Gentil fue sublime. No te preocupes por la imagen, mas bien agradezco tu compromiso con fotocuento. Un abrazo :)

Gracias, @rahesi, por tu comprensión. La verdad es que la fotografía me intrigó muchísimo y me movió recuerdos de infancia.

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