Ya en mi oficina, comencé a revisar mis archivos para recabar datos que me ayudaran con la investigación. Estaba seguro de que finalmente tenía en mis manos los elementos necesarios para un gran descubrimiento. Solo tenía que mirar cuidadosamente en mi muy ordenado sistema de estudio.

—¿Cuándo piensas ordenar esta pocilga? —preguntó Charles dejándose caer en el sofá.

—¿Qué dices? Todo aquí está exactamente donde debe estar —le respondí ofendido.

—Si no tuvieras dinero, quizá entendería tu descuido, pero resulta que no tienes problemas económicos. ¿Por qué no contratas a alguien para que haga la limpieza?

—Charles, todo lo que ves aquí tiene un propósito, una mujer de servicio solo vería papeles viejos y basura.

—¡Yo veo papeles y basura! ¿Dime qué propósito puede tener esto? —preguntó señalando un cordón atado a tres fotografías borrosas que colgaban de la pared.

Saqué unos recortes de diarios de la gaveta de mi escritorio. Se los mostré emocionado esperando ver su reacción. Debo decir que, como siempre, mi amigo Charles necesitaba explicaciones adicionales para comprenderme.

—¿Por qué me muestras esto? ¿Qué son estos recortes de diario?

—Piensa Charles, tu eres el capitán de una fuerza del orden. Piensa como detective. ¿Qué relación guardan la erupción del volcán Puyehue en Chile, las protestas laborales de varios países latinoamericanos el mes pasado y el divorcio de un empresario europeo que comercia con pescado?

Dejó escapar un suspiro mientras tomó los papeles para mirarlos.

—Supongo, al ver esto más detenidamente, que se trata de un complot conspirativo internacional —dijo pausadamente con expresión pensativa.

Su respuesta me dejó momentáneamente aturdido, así que pregunté: —¿En serio crees eso?

Charles me miró irónicamente y respondió: —Claro que no, pienso que estás trastornado. ¡Mira como tienes este lugar hecho un desastre!

Hice un gesto de fastidio y me senté en el piso.

—Charles, esto es en serio, llevo semanas estudiando con cuidado estos acontecimientos que para muchos son totalmente ajenos. Te explicaré con calma mi investigación.

—¡No vas a explicarme nada hasta que ordenes este lugar! Luego podrás contarme tus fantasías y divagaciones de reportero estrella —dijo seriamente levantándose y revisando mis cosas— además todavía tenemos que prepararte para tu cita a ciegas de esta noche.

—¿Prepararme?

—Sí, prepararte ¿recuerdas la llamada en el café de Joe? Ya han intentado matarte varias veces. No me da buena espina eso de que vayas solo después de las diez.

—La voz de esa mujer escondía desesperación. Me inquieta eso que dijo de que ambos estamos en peligro.

Alguien llamó a la puerta en ese momento. No suelo recibir visitas a menos que se trate de Charles o algún conocido íntimo quienes, por cierto, no llaman a la puerta nunca, no de esa manera tan tosca.

—¿Esperas a alguien? —preguntó Charles intrigado.

Negué con la cabeza. Charles tomó su arma y respondió al llamado sin acercarse a la puerta:

—¡Quién es!

Nadie contestó, solo tocaron de nuevo, de manera seca y tosca.

Continuará...

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