Honorio E. Espinoza, "Organización y vida", La Voz Bautista (julio de 1934, Chile), página 3
Honorio E. Espinoza, "Organización y vida", La Voz Bautista 26:7 (julio de 1934), página 3, publicación bautista chilena.
Escuchamos a menudo hablar con ligereza acerca del valor de la organización de la iglesia y su escasa o ninguna importancia en la época en que vivimos. Semejantes afirmaciones nos obligan a considerar este asunto, que sabemos de gran influencia sobre la doctrina y vida de la Iglesia.
El Nuevo testamento presenta una constitución definida y completa de la Iglesia, y en sus páginas podemos asistir a su organización y funcionamiento. Jesús se refería a ella como una organización ya bien conocida por sus discípulos y en las epístolas paulinas encontramos pasajes que abundan acerca de su forma, orden y gobierno. Las muchas citas del Nuevo Testamento refiriéndose a la organización de la Iglesia y a su funcionamiento son para el Dr Harvey un argumento más que acredita la importancia y la permanencia de su forma. Es por esto que afirma “Todo el tenor de las Escrituras muestran claramente, que la Iglesia y las ordenanzas tuvieron una edad apostólica una forma y orden bien definidos porque en todas partes se menciona como definidas, bien entendidas y establecidas por la autoridad apostólica”.
Si consideramos la influencia que la organización ejerce sobre los sentimientos y la vida misma de los seres humanos, nos daremos cuenta que importante factor es ésta, en la creación de personalidades recias o de seres con mentalidad de esclavos. La organización es una fuerza siempre latente, que impulsa y coopera con el investigador, permite el desarrollo del talento y corta las alas del genio. Razones poderosas, para que los aceptantes del Nuevo testamento, como suficiente guía y única autoridad, no lo menosprecien añadiendo o cambiando la organización que en sus pagina se indica como dadas por Cristo y los apóstoles a las iglesias.
La afirmación de que la organización de la Iglesia es algo sin importancia, puede ser solo el resultado de falta de conocimiento y, en los labios de un dirigente, “habilidad” para evadir la verdad sin darse el trabajo de afrontarla.
Debo señalar algo más, y es ese tremendo hecho histórico de que al separarse la iglesia de los principios de Jesucristo no se empezó cambiando sus enseñanzas o falseando sus doctrinas sino modificando la organización de la Iglesia, dando origen al sacerdotalismo que condujo a la corrupción total.
No son iguales, no pueden serlo, no lo serán nunca una iglesia organizada jerárquicamente, copia de la organización romana, y una asamblea libre, soberana, donde todos tienen iguales derechos y responsabilidades, como aquella que hallamos en Jerusalén.
Si es importante el contacto con Cristo, la unión estrecha del salvado con el Salvador, no es menos cierto, que para la conservación de la pureza de la doctrina y practica, y para el verdadero desarrollo del creyente, la organización modelo de la iglesia, como aparece en el Nuevo Testamento, se impone.
Hacen bien los bautistas en ser fieles a los postulados novotestamentarios, teniendo sencillas congregaciones (iglesias), entregando a estas, y no a individuos o grupos, toda autoridad, después de Cristo, pues con ello, no sólo se cumplen las enseñanzas testamentarias, sino que se defienden la pureza e integridad de la doctrina, y se coloca a los individuos uno al lado del otro, en el mismo plano, como Jesús lo enseñó y practicó. [énfasis en el original]