Metamorfosis en Kafka y en Ionesco (del drama individual a la crítica social). Periplos, Revista de Arte y Literatura. N° 5

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Metamorfosis en Kafka y en Ionesco (del drama individual a la crítica social) / @reyvaj*

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EXISTENCIALISMO Y TEATRO DEL ABSURDO

En el año 1915, durante la Primera Guerra Mundial, Franz Kafka escribió su famoso cuento La metamorfosis que, como sucede con toda la producción de Kafka, es identificada como una obra existencialista. El existencialismo es una corriente filosófica que surge como reacción al pensamiento abstracto y racional para colocar en primer plano la existencia concreta y subjetiva del hombre. El mundo entonces se le revela al existencialista como falto de sentido, incomprensible.

En 1959 apareció la obra de teatro El rinoceronte, escrita por Eugene Ionesco. Esta es representativa de una corriente teatral que se dio en llamar Teatro del absurdo. Se trata de obras que rompen con la estructura dramática tradicional; en su lugar exponen una sucesión de situaciones absurdas en las que el propio lenguaje utilizado por los personajes se muestra falto de lógica. Con ello se busca reflejar el absurdo de la propia existencia humana.

Puede entonces vislumbrarse una conexión entre una y otra obra, la cual se ve reforzada por el hecho de que en ambas el conflicto surge a partir de una metamorfosis con la que se ilustra el aislamiento y la incomunicación en la que se descubre el protagonista. Sin embargo, dicho conflicto es presentado y desarrollado por cada autor con diferencias sustanciales que nos invitan a profundizar sobre la verdadera naturaleza de este vínculo. Veremos que mientras que la metamorfosis kafkiana nos está presentando una descripción del drama existencial de un individuo que despierta extrañado del mundo, la de Ionesco, si bien contiene la cuestión existencial, se proyecta con un alcance de protesta o crítica social.


Fuente

METAMORFOSIS EN KAFKA Y EN IONESCO

EL INSECTO

En la obra de Kafka asistimos al drama de un individuo en su seno familiar; quien sufre la metamorfosis es el protagonista (Gregorio Samsa) en la habitación de su casa, de la cual no volverá a salir jamás.

La metamorfosis de Samsa se produce en el primer párrafo y es presentada al lector apelando a la descripción antes que a la denominación. Aunque el narrador indica que se trata de un “monstruoso insecto”, no hace mención a ningún insecto en particular. Sí se ocupa, en cambio, en describir con cierto detalle la nueva fisonomía de Samsa. Acaso el rasgo más significativo sea la caparazón que pasó a tener por espalda, lo que le impide en un primer momento levantarse de la cama.[1]

Cabe destacar también que si bien el cuento está narrado en tercera persona, la descripción del insecto Samsa se hace desde la visión que tiene el propio protagonista de sí mismo: “Al alzar la cabeza vio su vientre convexo y oscuro, surcado por curvadas callosidades […]. Numerosas patas, penosamente delgadas en comparación al grosor normal de sus piernas, se agitaban sin concierto”.

El lector entonces acompaña al protagonista en el descubrimiento que este va haciendo de su nueva situación. Ha despertado convertido en un insecto. Es este el despertar a una nueva existencia o modo de ser que lo confronta de una manera diferente con el mundo. Pero no es el mundo exterior el que ha cambiado, este se mantiene inalterado; las mismas obligaciones lo están esperando, las preocupaciones de su familia y las propias, todo sigue el mismo curso que llevaba hasta entonces. Quien cambia es el propio Gregorio Samsa, se sigue llamando igual, pero ya no es el mismo.

Y es esta metamorfosis que ha sufrido la que lo aleja del mundo. Incluso la creciente dificultad para comunicarse con los demás reside en su progresiva pérdida de la cualidad de hablar, de hacerse entender, en tanto que el resto siguen expresándose con la fluidez acostumbrada y con voces que el propio Samsa encuentra dulces, en oposición a la desagradable voz propia de la que se avergüenza.

El despertar existencialista

Samsa era un hombre que cumplía su función en la sociedad, era hijo, hermano, empleado…, pero esa mañana en que despierta se ve imposibilitado de continuar con la vida que llevaba. Se trata, como dice Gladys Ré, de “un despertar del `soñante´ Gregorio a la dimensión real del sujeto”.[2] Su transformación en un insecto puede entenderse como una toma de conciencia por parte de Samsa de lo absurdo de su existencia. Y, como hemos visto, esta confrontación del hombre con un mundo que se presenta carente de sentido está en la raíz misma del existencialismo.

Salvador de Broca señala: “El arte de Kafka encarna más la pregunta planteada al mundo por el hombre que la posible respuesta hallada […]. Ha tenido el valor para arrostrar y explorar el abismo del mundo, pero no para negarle ni, tan siquiera, para rebelarse contra él ”.[3] En efecto, Samsa no muestra una actitud de rebelión frente a su nueva situación, acepta con aparente naturalidad su metamorfosis. El relato se limita a describir cómo la transformación que sufre el protagonista lo afecta en la relación con el mundo.

LOS RINOCERONTES

En El rinoceronte, el protagonista (Berenguer) es el único que mantiene su forma humana en tanto que son todos los demás los que van convirtiéndose en rinocerontes. Además, la obra se plantea en un espacio social que trasciende al entorno inmediato del protagonista: Berenguer asiste a la metamorfosis de toda una comunidad.

A diferencia de lo que sucede con Kafka, Ionesco no ve la necesidad de describir la fisonomía que adquieren quienes se metamorfosean, se limita a indicar que se trata de rinocerontes.[4] Lo que se destaca no es el aspecto del animal, sino el hecho de que un rinoceronte no se distingue de otro. El primer rinoceronte que se ve en la obra pasa a toda carrera en un sentido, cuando pasa el segundo lo hace en el sentido contrario y los personajes se preguntan si es en efecto otro rinoceronte o si acaso se trata del mismo. Toda distinción de los rinocerontes entre sí no pasa de la posibilidad de que unos tengan un cuerno y otros dos.

El protagonista, por su parte, asiste a las transformaciones con perplejidad creciente y lo contrario sucede con los demás. Las primeras apariciones de rinocerontes no representan para Berenguer algo digno de mayor atención, en tanto que despierta de inmediato la curiosidad del resto. Pero a medida que los casos de “rinoceritis”[5] se multiplican, la preocupación de Berenguer va tomando cada vez más fuerza; los otros, en cambio, lejos de preocuparse por los rinocerontes comienzan a justificar su existencia, para luego convertirse en uno más de ellos.

Otra vez, como en el cuento de Kafka, la metamorfosis que sobreviene implica para el protagonista un aislamiento que en definitiva se traduce en una progresiva dificultad para comunicarse con los demás. Sin embargo, en este caso es el mundo exterior el que se ve modificado, Berenguer es el único que conserva su humanidad. Asimismo, la imposibilidad de comunicación entre él y el resto se debe a que son los demás los que perdieron la capacidad de hablar y ahora tan solo bufan.

El fanatismo

Ionesco escribió esta obra pensando en la forma en la que se conforman los regímenes autoritarios. Aquí la metamorfosis deja de ser una alusión a la vivencia psicológica y metafísica de un individuo para pasar a funcionar como alegoría de un fenómeno social. La multiplicación de rinocerontes se entiende como metáfora de la uniformización del pensamiento, simboliza la irrupción de una ideología o una doctrina, que mientras sea una entre otras resultará inofensiva (por eso en un principio para Berenguer no merece mayor atención), pero que en ciertos casos logra tal grado de fanatismo en la generalidad de las conciencias que engendra una suerte de megalomanía colectiva (es entonces cuando Berenguer se alarma).

De manera que la obra se presenta ante todo como una crítica social. Al observar a los rinocerontes acaso pensemos en la fascinación que mostraban los nazis ante los discursos de Hitler, en los idólatras de personajes como Fidel Castro, Chávez o Gadafi; en definitiva, en los fanáticos, ya sean ideológicos o religiosos, que resultan funcionales para la instalación y perpetuación de gobiernos autoritarios.

La existencia auténtica

Acaso debamos preguntarnos por qué el protagonista no se transforma en rinoceronte. ¿Qué lo hace distinto al resto? Berenguer se nos descubre desde el comienzo de la obra como una persona que no encaja del todo en el mundo. Llega tarde a las citas, se muestra desalineado, le cuesta cumplir con la rutina que se le impone y, acaso como una forma de evasión, recurre a la bebida.

Berenguer: Escucha, Juan. No tengo ninguna distracción, uno se aburre en esta ciudad, no estoy hecho para el trabajo que tengo... todos los días a la oficina, durante ocho horas, ¡sólo tres semanas de vacaciones en verano! El sábado por la noche casi siempre estoy cansado, entonces, me comprendes, para distenderme...
Juan: Mi querido, todo el mundo trabaja y yo también, yo también. Como todo el mundo, hago todos los días mis ocho horas de oficina, yo también tengo veintiún días de licencia por año y sin embargo, sin embargo aquí me ves. ¡Es cuestión de voluntad, qué diablos!...
Berenguer: ¡Oh!, la voluntad, no todo el mundo tiene la tuya. Yo no me acostumbro. No, no me acostumbro a la vida.
Juan: Todo el mundo debe acostumbrarse. ¿Serás acaso una naturaleza superior?
Berenguer: Yo no pretendo...
Juan (interrumpiéndolo): Yo valgo lo mismo, e incluso, sin falsa modestia, valgo más que tú. El hombre superior es el que cumple su deber.
Berenguer: ¿Qué deber?
Juan: Su deber... su deber de empleado por ejemplo...

También se muestra como una persona con una cierta riqueza interior y más propensa a hacerse preguntas que a dar respuestas. A la vez se observa en él una natural aceptación de la forma de ser y de pensar de los demás. No pretende cambiar al mundo, sino que busca la manera de encajar en él.

Berenguer, en alguna medida, nos hace pensar en el insecto Samsa. Se trata de un individuo con dificultades para encontrarse en armonía con su mundo y que no logra hacerse entender por los demás. Acaso pueda entenderse que es por eso, por ser el insecto, que no se convierte él también en rinoceronte. Se diría que el común de la gente vive despreocupadamente su rutinaria vida, cumpliendo con su cuota de servilismo diaria sin planteárselo, adaptado de tal manera al mundo que resulta en una pieza funcional a él. El insecto kafkiano, en cambio, es aquel que no resigna su individualidad, se mantiene auténtico y por eso es propenso a entrar en conflicto con el mundo. Así es que cuando el mundo pasa a requerir de rinocerontes, solo los seres auténticos se muestran inmunes al llamado, o más bien debe decirse que en razón de que llevan una existencia auténtica se hallan imposibilitados de abandonar su humanidad,[6] en tanto que los demás encontrarán la forma de volverse la bestia que el mundo eventualmente solicite.

Recordemos que la deshumanización en Samsa es una alegoría que nace como producto de una introspección, es un verse a sí mismo como insecto en relación al mundo. Lo opuesto sucede en la deshumanización que presenta la obra de Ionesco, los que se transforman en rinocerontes son los otros porque la mirada del protagonista está ahora volcada hacia afuera. Pero en ambos casos el protagonista encarna al ser auténtico. Mientras que en Kafka la metamorfosis describe ante todo el sufrimiento del individuo auténtico, en Ionesco este señala y denuncia al mundo.


[1] Esto ha llevado por lo general a identificarlo con un escarabajo.
[2] Gladys Ré (2015), “El despertar en La metamorfosis de Kafka”. Disponible en: Enlace
[3] Salvador de Broca (1984), “El existencialismo y Kafka”. Disponible en: Enlace
[4] Podemos sospechar en la elección de Ionesco por este animal una referencia directa al cuento de Kafka. Ciertos escarabajos presentan cuernos en la cabeza y, de hecho, se los conoce como escarabajos rinoceronte.
[5] Término que asocia el caso con una epidemia. Es utilizado por uno de los personajes, Dudard, en diálogo con Berenguer.
[6] Por eso sobre el final de la obra Berenguer trata por un momento de convertirse también en un rinoceronte, pero se le hace imposible. Tras ello se decide a luchar por la humanidad, aunque sea él el último ser humano sobre la tierra.

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*Los textos de @reyvaj reflejan su intento por comprender y comprenderse un poco más. Sus áreas de interés abarcan la literatura, la filosofía y la ciencia. Es autor de una extraña obra de teatro en la que sus personajes se expresan exclusivamente mediante palíndromos.

Sort:  

Saludos, @reyvaj. Qué gusto conocer tu trabajo desde #Periplos. Un ensayo magnífico sobre una temática harto importante en esta época de masiva e instantánea homogenización.
No conocía la obra de Ionesco. Gracias por presentármela.
El rara avis como motif es de suma importancia para entender el daño de la conformidad. Muchos incurrimos en el conformismo sin darnos cuenta, incluso cuando creemos que actuamos contra la corriente.
El drama de Samsa, al igual que el de Berenguer nos debe llamar a la reflexión, ya sea porque somos nosotros los que nos convertimos en la excepción a la regla o ya sea porque somos los que arrojamos objetos al "insecto" que vemos rompiendo la armonía de la masa homogénea.

Me llamó la atención de tu nota bio que has escrito una obra con parlamentos palíndromos. Me pregunto si la has publicado por Steemit.

Muy agradecido por tu contribución a este número 5 de #Periplos. Esperamos volver a contar con tu pluma para otras ediciones.

Muchas gracias por tus palabras, @hlezama. No puedo estar más de acuerdo con ellas.
Y el agradecido soy yo por vuestra generosa invitación.

Me capturó tu título, @reybaj, juntas dos escritores magníficos que se complementan en el tema de la aparición de la crisis; uno la personal, que ocurre cuando se deja de ver el mundo a través de lo que Lacan llamó lo "real", ese sueño cultural que hemos hecho para huir de la soledad; otro catalogado desde la normalidad como autor de lo absurdo porque critica la masificación. Muy bien escrito. gracias.

Muchas gracias, Graciela.

Es tu trabajo no solo alimento para el cerebro , también para el espíritu. Desde el mismo momento que lo revisé, me atrapó la lectura y me quedaron las ganas de leer El rinoceronte, @reyvaj. Me gustan los trabajos que me dejan curiosidad y como ecos siguen sonando después de la lectura. Gracias por aceptar nuestra invitación. Saludos

Gracias a ustedes por tan generosa invitación.
Me alegro que este ensayo te haya despertado ganas de leer El rinoceronte. También puede ser una gran experiencia verla representada.
Saludos.

Hola, estimado @reyvaj. Sentía perna por no haber podido comentar tu estupendo ensayo, pues mis posibilidades se han restringido bastante a raíz del cambio en Steemit.
Como te había expresado, tu trabajo me gustó mucho. Es una acuciosa y muy completa interpretación de ambos textos capitales de la literatura contemporánea, que logras entrelazar en esa acertada consideración base del existencialismo y el absurdo. Y poner en primer plano la noción de deshumanización observada en la doble dirección: individual y social.
Nuevamente agradecidos por tu colaboración de gran calidad para este número de Periplos. Un abrazo.

Gracias, José. Me he entretenido escribiéndolo.
Gracias por tu confianza al pensar en mí para colaborar con la revista.
Un abrazo.

Un interesante trabajo. Presentarnos comparativamente estas dos obras en este ensayo impecable y preciso es un gran aporte para Periplos. Desconocía la obra de Ionesco que nos comentas aquí, la buscaré para leerla. Gracias, @reyvaj.

Gracias, @aurodivys.
Saludos.

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