CONCURSO CUENTACANCIONES: Un amor de vagón - Comiéndote a besos, Rozalen

Pasan los días y llega otro día de universidad. De esos días que debes levantarte temprano para poder agarrar el primer metro que sale de la estación, repleto de personas que jamás había visto. Cada uno con rasgos en sus rostros distintos, diferentes tamaños, algunos bien vestidos y recién bañados. Como de costumbre saco mi teléfono para en el camino ir revisando mis redes sociales, ver fotos o simplemente colocarme los audífonos y escuchar un poco de música mientras llega mi parada.

Justo en el puesto de enfrente se sienta un chico, nada esbelto, con el cabello despeinado y unos bonitos ojos. Sin embargo no le dí mucha importancia y seguí concentrada en mi teléfono, segundos luego pude soltar una carcajada al ver una imagen graciosa que encontré. Todos en el vagón se quedaban mirándome y realmente me sentí un poco apenada. Sentía una mirada que llamo mi atención, era aquel chico despeinado que con sus bonitos ojos no dejaba de mirarme.

Al llegar a mi parada me baje corriendo y apurada. Subiendo las escaleras mecánicas escuché una bonita y melodiosa voz que decía "Buenos días, gracias por alegrarme el día", mi única reacción fue ¿Como que alegrarte el día? Me pidió que lo acompañara 10 minutos a sentarnos en la plaza para platicar, algo en su mirada me convenció y acepté acompañarlo. Comenzó por presentarse y seguidamente respondió a mi pregunta

Me contó que hace aproximadamente 2 años perdió al amor de su vida, esa persona por quién darías hasta lo que no tienes, por quién te despiertas cada día con el propósito de ser mejor persona. Luchó por 4 años soportando 3 días a la semana ser dializada, llegaba a casa sin alientos y sintiéndose mal. Yo solo la observaba y podía apreciar lo fuerte y guerrera que podía ser, me enamoraba cada segundo, mi hobby preferido era llenar con besos cada una de las partes de su cuerpo. El día que marchó sentí como si se llevaran mi alma, quería ser yo quien estuviera ahí en lugar de ella. No volví a ver una sonrisa tan hermosa como la de mi querida Emily hasta el día de hoy. Esa carcajada bonita y alta que dejaste escuchar en el vagón me recordó que mi vida debe continuar. Que por más obstáculos que se nos crucen debemos evadirlos con total firmeza.

Me regalaste algo valioso una sonrisa que robe para mi y algunos minutos de tu tiempo para escuchar mi respuesta. Se despidió con un beso en la mano y un aura de plena felicidad.