RELATO - "Pide un deseo"

Las sabanas parecían pesar ya más de lo normal además podía presentir que esta mañana era diferente no estaba muy seguro de por qué, aunque estuviese la persiana bajada podía presentir que era un día soleado, de esos que cuando caminas cerca del mar parece que tiene un manto de brillantes que resplandecen con toda la fuerza del mundo y dan ganas de sumergirse.

Sonó la puerta, eran ellas traían una tarta de zanahoria y crema de queso sabían que era su favorita y todas cantaban a la vez "¡Cumpleaños Feliz, cumpleaños feliz, te deseamos todas, cumpleaños feliz!"

• Pide un deseo - dijo María.

Las velas indicaban que ya eran 92 años para Alberto, hizo un esfuerzo por levantarse de la cama, con el primer sopló consiguió apagar el 9, un soplo más no apagó el dos, pero a la tercera consiguió apagar las dos velas.
Las enfermeras comieron la tarta junto a él y dieron muchos besos y abrazos hasta que al fin se fueron y Alberto se quedó solo de nuevo en su habitación.

¿Un deseo? era lo único que se le pasaba por la cabeza - puedo pedir un deseo - se repetía a sí mismo. No se lo pensó dos veces cogió papel y bolígrafo y comenzó a hacer una lista:

"COSAS POR HACER Y QUE NO HICE"
- Perdonar de algún modo a papá, y decirle que aunque lo hiciese a veces mal en el fondo lo quería.
- Dar las gracias mamá, por siempre estar ahí, aunque eso le costase alguna que otra pelea.
- Llamar a Elisa, decirle que nunca la abandoné por lo menos en mi corazón aunque me equivocase, siempre la quise.
- Pedirle perdón a Teresa, por no poder quererla como ella se merecía, por abandonarla después de 30 años, por no haberla hecho feliz.
- Llamar a mi hijo Luis, decirle que no puedo soportar más que no hablemos de hace 15 años, y que me gustaría pedirle perdón, porque ya ni siquiera me acuerdo porque dejamos de hablarnos.
- Conocer a Lola, mi nieta, ya tendrá unos 9 años. Seguro que es preciosa.
- Visitar a mi hija Paula. Una vez al me llama por teléfono, siempre me dijo que fuese a verla. Pero nunca fui.
- Salir de esta residencia, y pasear frente al mar en un día tan soleado como este y sumergirme entre las olas.

No lo pensó dos veces, pulsó el botón para llamar a María, era su enfermera favorita, y le iba a enseñar su lista para pedirle que le ayudase a cumplir algunas cosas, no tenía por qué ser tarde.
María llegó a la habitación:

• ¡Alberto! ¡Alberto! ¿Qué te pasa?
• ¡Ayuda! ¡Ayuda! Llamen al doctor, ¡Alberto no respira!.

Fuente Imagen

Este relato ha sido creado por @pepiflowers para la iniciativa de @celfmagacine y @sendbox. Espero os guste y disfrutéis de su lectura.

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