La fugitiva Yaki, la precursora del Imperio Mexica + Ilustración paso a paso

in #cervantes6 years ago (edited)

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Hace un par de años conocí el libro "Azteca" de Gary Jennings, fue la primera ficción de estética prehispánica que leí y me encantó en todo sentido. La novela se basa en fundamentos históricos del México antiguo, tiene detalles que quizás estén inspirados en las vivencias de Jennings en sus 12 años de retiro en México, eso le da una esencia única al libro, lo recomiendo muchísimo.

Una de las partes del libro que más me llamó la atención fue la explicación sobre el origen de los Mexicas en Aztlán; Mixtli (el personaje principal de la novela), es un Mexicatl orgulloso de su nacionalidad e historia, en uno de sus tantos viajes se va hacia Aztlán en búsqueda del origen de su raza. Al encontrarse con el anciano del pueblo Azteca (Canaútli), Mixtli le pregunta sobre el origen de los Mexicas a lo que el responde que los Mexicas fueron exiliados de ese mismo pueblo por oponerse a los valores religiosos de Aztlán, por adorar a Huitzilopochtli (Dios de la guerra Azteca) ofreciéndole sacrificios humanos en vez de seguir los principios tradicionales de Aztlan como el culto a Coyolxaúqui (Diosa de la Luna) que no exige ningún horrendo sacrificio, por esa razón fueron desterrados a vagar a los desiertos del sureste.

Es en esta conversación es que se habla del personaje que aquí ilustro, una mujer sin nombre, de quien solo sabemos que perteneció a la etnia Yaki y huyendo de su tribu llegó a Aztlan, cientos de años atrás del levantamiento de Tenochtitlan (Ciudad principal del imperio Mexica), cito el texto donde Mixtli conversa con el anciano:

Me quedé callado y asombradísimo, hasta que se me ocurrió preguntar: «¿Y qué fue del forastero culpable de todo ese exilio?»
«Oh, naturalmente que ella estuvo entre los primeros que mataron.»
«¿Ella?»
«¿No mencioné que el forastero era una mujer? Sí, todos nuestros Recordadores han mantenido en su memoria que era una yaki fugitiva.»
«¡Pero eso es increíble! —exclamé—. ¿Qué podría saber una yaki de Huitzilopochtli o Coyolxaúqui o de cualquier otro dios azteca?»
«Cuando ella llegó aquí, ya había viajado mucho y sin duda también había oído mucho. Con seguridad acababa de aprender nuestro lenguaje, y algunos de nuestros Recordadores han sugerido que también pudo haber sido una bruja.»
«Aún así —insistí—, ¿por qué había de predicar la adoración de Huitzilopochtli, que ni siquiera era su dios?»
«Ah, en esto sólo podemos hacer suposiciones. Pero bien se sabe que los yaki viven principalmente de la caza de venados y que su dios principal es el que les proporciona esos venados, es el dios que nosotros llamamos Mixcóatl. Cuando los cazadores yaki observan que las manadas de venados disminuyen, llevan a cabo una ceremonia especial. Cogen a la mejor de sus mujeres y la atan como si fuera un venado vivo atrapado y bailan como acostumbran a bailar después de una cacería provechosa, luego le sacan las entrañas, la desmembran y se la comen como si fuera un venado. Es su creencia, sencilla y salvaje, que esa ceremonia convence a su dios de la caza a surtir con abundancia las manadas de venados. De todos modos, ya se sabe que los yaki se comportaban así ya en la antigüedad. Tal vez no sean tan salvajes ahora.»
«Creo que lo siguen siendo —le dije—. Pero no veo cómo eso causó lo que pasó aquí.»
«La mujer había huido de su gente, escapando a ese destino que le esperaba. Te repito que sólo son suposiciones, pero nuestros Recordadores siempre han supuesto que la mujer deseaba con toda su ansia que los hombres sufrieran de igual modo. Cualquier hombre, ya que su odio por ellos era indiscriminado y aquí encontró su oportunidad. Nuestras propias creencias tal vez le dieron la idea, porque no olvides que Huitzilopochtli había matado y desmembrado a Coyolxaúqui sin más eemordimiento que el mostrado por un yaki. Así que esa mujer, al aparentar admiración y exaltación por Huitzilopochtli, esperaba que los hombres pelearan entre sí, matándose y derramando la sangre y las entrañas del otro, como se hubieran derramado las suyas si no hubiera podido escapar.»
Estaba tan horrorizado de oír eso que sólo pude exclamar: «¿Una mujer? ¿Entonces fue una mujer sin nombre ni importancia la que concibió la idea de un sacrificio humano? ¿La ceremonia que ahora se practica en todas partes?»
«Aquí no se practica —me recordó Canaútli—. Y nuestra suposición muy bien puede no ser la correcta. Después de todo, eso fue hace muchísimo tiempo, pero tiene todas las trazas de una idea femenina de venganza, ¿no es cierto? Y por lo visto dio resultado, porque tú has mencionado que, en el mundo exterior, el hombre no ha dejado de acabar con su prójimo, en nombre de un dios u otro, durante todas las gavillas de años que han transcurrido desde entonces.»
No dije nada. No podía ni pensar qué decir.
«Así que como puedes ver —continuó el anciano— aquellos azteca que se fueron del Aztlán no eran ni de los mejores ni de los más valerosos. Eran de los peores y menospreciados y se fueron porque se les echó de aquí a la fuerza.»
Como seguía sin decir nada, terminó así:
«Dices que buscas los aprovisionamientos que tus antepasados pudieron haber escondido en su ruta de aquí a tu tierra. Pues da por terminada esa búsqueda, primo. Es inútil. Aunque se les hubiera permitido a esa gente llevarse algunas posesiones cuando se fueron de aquí, no las pudieron haber escondido en caso de un posible regreso a lo largo de esa ruta. Sabían que jamás podrían regresar.»

¿Como surgió la ilustración?

Me gusta pintar rostros humanos, puedo inventarlos sin referencias pero me gusta más sentir el registro genético, geográfico y espiritual en el rostro de cada persona. Es decir, antes de tener una idea de un personaje histórico o de ficción que voy a ilustrar, primero aprecio todas las líneas, la mirada y la esencia de la persona y luego la asocio con un personaje concreto. Al ver un rostro no veo un rostro, veo miles de rostros atrás que todos juntos componen el rostro presente, veo las historias atrás de los rasgos, los viajes, el karma y la historia oculta.

En Latinoamérica es impresionante la mezcla detrás de cada persona, somos una obra amalgamada de tres continentes distintos, somos la historia viviente de luchas interminables que reencarnan continuamente, vivimos con la misma esencia del pasado, solo ha cambiado la situación pero la forma es la misma.

Modelo: Dönny Dis-scum

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Originalmente quería hacerle medio rostro con pintura blanca y negra, pero no salió.

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Foto de referencia:

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