En esos momentos de angustias donde no sabemos que hacer, es donde verdaderamente demostramos quienes somos y qué tipo de sentimiento dejamos aflorar, por lo que se hace necesario reflexionar y obligarnos a no dejarnos arrastrar por las emociones negativas que nos invaden y nos conducen a actuar mal, ya que esto no contribuye para nada a la solución del problema sino por el contrario lo empeora.

Por lo general no estamos preparados para cualquier tipo de contingencia que nos saca de nuestra zona de confort, de allí que muchos reaccionamos de manera contraria y precipitada, tomando decisiones muy alejadas al camino que conduce al bienestar propio y también al de los demás.

Somos generadores permanentes de sentimientos, decisiones y acciones originadas según las circunstancias que se nos presentan, también somos libres para conducirnos y decidir cómo vamos a proceder. Algunos con la prioridad de ayudar y una gran mayoría con la vil intención de dañar y agudizar el suceso para aquellos que sintiéndose débiles y desprotegidos caen en un estado de desesperación.

Es importante destacar, que muchas de las cosas que nos perjudican no dependen de nuestras propias decisiones, sino de aquellas personas que por cierta autoridad están por encima de nosotros y es algo que escapa de nuestro alcance, pero también es cierto que podemos sumar o restar con lo que individualmente hacemos.



Es triste detenerse a ver en ocasiones persona sin escrúpulos, que se apoderan de esas circunstancias difíciles para muchos y dan riendas sueltas y de manera descarada colocándose en posición muy baja como ser humano, donde sus intereses mezquinos se revierten en perjuicios de aquellos que aún se consideran honestos, solidarios y tienen el deseo de dar su aporte para ayudar a mejorar la problemática.

En estos últimos días en nuestra querida Venezuela, nos ha tocado ser testigo desafortunadamente de muchos actos de abusos y crueldad que eran poco usual dentro de la ciudadanía venezolana, es allí donde nos quedamos perplejos y medimos el deterioro y la falta de conciencia de aquellos que justificados por su cambio de circunstancia radical dieron un vuelco drástico a su forma de pensar y actuar.



Movidos por sus frustraciones algunos deciden destruir, quemar, robar cuanto aparece por sus pasos, sin medir el daño que terminan haciéndole a muchos inocentes que con esfuerzos, sacrificios y tiempo lograron construir a fuerza de trabajo lo que poseen. No solo acaban con el bien material sino también con el sueño y la lucha diaria que dedicaron cada uno para obtenerlo, quitándole la posibilidad de poderle proveer el sustento para su familia.

Otros en su ambición desmedida de querer tener más, se aprovechan de la necesidad de quienes buscan desilusionados por la crítica situación y acceden a pagar altos precios que escapan de nuestra imaginación, para poder llevar algo a sus hogares, esto nos llenan de impotencia y nos hacen en caer en estados de zozobra.

Hemos escuchados de algunos que son víctimas de estos atropellos como se dejan vencer y caen en estados depresivos y otros deciden quitarse la vida, porque no consiguen la salida a sus problemas y se derrumban. Así como estos casos suelen resultar muchos más que van en dirección solo de perjudicar o complicar aún más el asunto.

Sin embargo, también existen aquellos que aprovechan esas circunstancias críticas para demostrar esa calidad humana del reconocido y típico venezolano solidario, presto para ayudar, compartir, asistir y ofrecer su mano amiga, hasta donde le sea posible.

Todo esto hace posible que podamos ser fuente de estímulo para que aquellos que se sientan débiles lleguen a ser fuerte, conscientes estamos que mientras unimos fuerzas los procesos traumáticos e inesperados serán mucho más fácil de sobrellevar, aportandoles motivos de confianza a quienes por instantes se sienten desamparados.

La vida siempre nos dará la oportunidad de enmarcar de qué lado queremos estar, bien sea de aquel donde sin importar nuestro apoyo, la intención es ayudar y formar parte de la solución o por el contrario colocarnos del lado del caos donde sobrarán luego motivos para lamentarnos y quizás arrepentirnos.

No olvidemos nunca que cada uno de nosotros es portador de solución en base a la posibilidad individual, tanto en nuestro hogar, comunidad, ciudad y por supuesto en nuestro país. No lo veamos como algo sin importancia sino como algo significativo que permitirá unir esfuerzos, crear un clima de solidaridad y seguridad.