Brujería y espiritismo en el oriente de Venezuela

in #cervantes6 years ago (edited)

Cuando yo era niño le rogaba a mi abuela que me contara historias de fantasmas, brujería y cualquier otra cosa sobrenatural que estuviera en sus recuerdos, y vaya que tenía un montón de cosas en la memoria. Mi abuela era oriunda de Cumanacoa, un pueblo del oriente de Venezuela, sumido en el olvido de los gobernantes de turno, en plena mitad del siglo XX. Mi abuela era una mujer determinada, con los pies en la tierra y nada soñadora. Cuando mi madre estaba pequeña, mi abuelo golpeó a mi abuela y esta agarró un machete, se sentó frente a la cama donde dormían y le dijo a mi abuelo que en lo que se durmiera lo mataba. Como era de esperarse, mi abuelo no durmió. Al día siguiente tomó a su único hijo varón, mi tío Eusebio y se marchó para siempre, nunca le conocí.

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(Mi abuela y mi madre)

Mi abuela se autodenominaba “una curiosa”, que es como se le llama por aquellos lares a las personas que conocen acerca de las plantas y sus usos medicinales y no medicinales. Cuando yo le preguntaba si existían las brujas, me decía que claro, que existían los brujos y brujas y que además eran capaces de transformarse en tigres o en aves negras. Los hombres tigres devoraban a otros hombres que encontraban de noche, en el monte, y si un día sentías que tocaban la puerta de tu casa y al abrir descubrías un ave negra, probablemente se trataba de una bruja, en ese caso, para que la susodicha no se robara tu alma tenías que decirle: “Venga mañana por sal”.
Mi abuela me contaba que si encontrabas el árbol de cierta fruta en una encrucijada podías matar a la persona que desearas con apenas un pequeño ritual, en el día adecuado. Yo le pedía historias de terror y ella me llenaba de relatos de su propia existencia, de cómo un muerto le soplaba una vela en una hacienda de café para que ella buscara una olla de morocotas que nunca se atrevió a buscar; de cómo tres amigos fueron en busca de un brujo para que les ayudara con dinero y este les asignó una lista de tareas que culminaba con un enfrentamiento con “El maligno”, nombre con el cual mi abuela se refería al diablo, a quien el último de los tres amigos que quedó con vida, derrotó gracias a un rezo desesperado antes del amanecer de cierta madrugada; de cómo La Sayona mataba a los hombres infieles, y así muchas de las historias que escuché en su regazo.
Sin embargo, mi abuela nunca me habló de su mejor amiga, una mujer espiritista de nombre Carmen y de cuya existencia me enteré gracias a las memorias de mi madre. Mi madre contaba que esta mujer tenía el don de curar a la gente con rezos y era capaz de ver brujerías desde lejos. Aún cuenta con asombro cómo una vez llegó un hombre con un dolor en la garganta a consultarse con Carmen y esta le dijo, sin conocer siquiera la vivienda de aquel hombre, que todo se debía a una brujería que la hija de su mujer le había montado y que estaba enterrada debajo de una mesa. Mi madre y mi abuela acompañaron a aquel hombre a su casa y efectivamente desenterraron un objeto con prendas de aquel hombre, que se encontraba debajo de la mesa. El hombre se mejoró enseguida y la hijastra maligna tuvo que marcharse de la casa.
Carmen al parecer, se ocupaba de curar a la gente de gratis y poco a poco se fue haciendo tan famosa que empezó a dejar sin trabajo a los brujos y espiritistas de la ciudad vecina de Cumaná, los cuales sí cobraban. Enfurecidos y envidiosos de Carmen, los brujos comenzaron una guerra mágica contra Carmen que culminó con la hospitalización y muerte de Carmen luego de un “velado”, un rito con velas en el cual a Carmen, inexplicablemente, se le quemaron los pulmones por dentro. Todos los que la conocían y estuvieron cercanos a su muerte, dictaminaron que había sido asesinada mediante brujería por los espiritistas de Cumaná. Su caso quedará para la investigación de la justicia divina el día del juicio final.
Unos 40 años más tarde, mi primo, residente de Cumaná y a propósito de una noche en la que hablábamos de temas sobrenaturales, me contó el caso de dos amigos que eran uña y carne desde niños, todo lo hacían juntos y mientras crecieron poco a poco se fueron yendo por el mal camino, pero siempre como amigos: robaban juntos, se drogaban juntos, mataban juntos. Un día que estaban muy drogados y discutían por alguna tontería, uno apuñala al otro en el corazón y le mata. Dándose cuenta de lo que ha hecho y arrepentido carga el cadáver de su amigo y lo deja a las puertas de la casa de su madre. La madre del difunto, que es una bruja, no pone la denuncia sino que prepara al cadáver de su hijo y coloca dentro de la boca del difunto el nombre de su amigo asesino, para que el muerto no descanse en paz hasta que se lo lleve y así le entierran sin mucha ceremonia. A los pocos días, su amigo y asesino a quien llamaré Pope, por darle un nombre, empieza a ver el fantasma del chico que mató y le comenta a mi primo y sus otros amigos de su visión, quienes no ven nada y empiezan a tratarle de loco. Al mes Pope, trastornado y vestido como un indigente, solo habla con su difunto amigo y nadie más, ya se ha reconciliado con este y se le ve caminar abrazado con su amigo invisible. Algunos dicen que se volvió loco de culpa, otros dicen que se debe a la brujería que hizo la madre del muchacho asesinado. Escuchando esta historia, me preguntaba si esa mujer sería descendiente de aquellos que asesinaron a Carmen, la amiga de mi abuela.
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(Mi abuela en una de las pocas fotos en las que sonrió)

Es difícil creer que en este siglo tan pleno de electricidad y avances científicos exista algo como la brujería o el espiritismo. En lo particular, me gusta creer que la magia del mundo existe aunque no siempre sea buena y aún en mis momentos más escépticos digo: “Yo no creo en brujas, pero de que vuelan, vuelan.” En todo caso, si vas al oriente de Venezuela, más te vale llevarte tu amuleto de protección, por si a las moscas.

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Hola, Nadie :)
¡Qué bella tu abuela, el recuerdo y las fotografías!
Me encantó este post :)
Merece más atención.
Gabriel García Márquez hubiese escrito una novela gracias a ella.

Hola @beatrizfernanda, muchas gracias por leerme :)

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