¡ES HORA DE REENCONTRARNOS CON LA NATURALEZA!

in #cervantes4 years ago (edited)

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Desde la superficie lunar miraba con temor reverencial a la Tierra sobre un trasfondo azul muy oscuro. Lo que veía era demasiado hermoso para ser captado, demasiado lógico, lleno de finalidad, para ser el fruto de un mero accidente cósmico. Gene Cernán

     Al hacer una retrospectiva de unos 20000 años del hombre primitivo, se visualiza a un forrajeador, cazador, pescador que aprendió, se reprodujo y evolucionó en íntimo contacto con la naturaleza al ser capaz de generar su propia tecnología para adaptarse. Sin embargo, en ese conocer y hacer se dio cuenta que poseía una ventaja sobre otras especies vivas, que, al desentrañar el uso del pensamiento sobre el entorno, asume el poder sobre la naturaleza como imperio por encima de su propia esencia biológica.
     Sin embargo, en el siglo XX el acelerado avance tecnológico y las necesidades impuestas en la sociedad occidental para su subsistencia ha roto el equilibrio que existía entre el hombre con la naturaleza, afectando profundamente en la dinámica de los sistemas ecológicos, que está estrechamente vinculada a los modelos de desarrollo imperantes en el mundo que se ha impuesto como ideología global; esto ha conllevado a la aparición de problemas ambientales locales, incluso en los mismos países que lo sustentan, problemáticas que traspasan las fronteras y se imponen en todo el planeta, extendiendo la pobreza que se erige como causa principal de la crisis ecológica.
     El acelerado avance tecnológico y las necesidades que la misma humanidad ha creado para su subsistencia, constituye un índice que permite valorar la relación que cada sociedad establece con la Naturaleza, de ahí que, se observa el desequilibrio en la relación hombre-naturaleza, que ha afectado profundamente a la dinámica de los sistemas ecológicos. En el mismo orden de ideas, la historia de los modelos de desarrollo imperantes en Latinoamérica se acentúa en el período comprendido entre los años 30 y los años 50, en el seno de las sociedades occidentales, coincidiendo con la expansión de la sociedad de consumo, se produciría una transformación multiplicadora del impacto humano.
     La modernidad trajo consigo la aplicación de un modelo de desarrollo mecanicista denominado por Fuentes, Caldera y Mendoza (2006) como positivista, que, aunque sirvió para desarrollar la industria, la tecnología, la democracia liberal y el individualismo, nos generó el desequilibrio ecológico, guerras, conflictos raciales, confrontaciones religiosas, nacionalismo exacerbado, entre otros.
     En atención a lo antes expuesto, para López (2010) «la Naturaleza ahora se conoce mediatizada por la ciencia, y pierde su carácter inmediato vivencial» (p.2). La conciencia ecológica, es habitar con todos los seres mortales en una misma esfera viviente, en ese reconocimiento nos conducirá a abandonar el sueño prometeico del dominio del universo para alimentar a la aspiración a la convivencia sobre la tierra.
     La naturaleza ya no es el misterio vital que nos envuelve, nos enamora, que nos ha sentirnos cerca de Dios, que nos invita a la convivencia con todos los seres vivos en su esplendor, sino que ha sido concebida como fuente de recursos producción para satisfacer nuestras necesidades básicas y de placer individualistas, por tanto, es preeminencia según López (ob.cit) debemos volver al carácter sacro del hombre con la naturaleza, para ello la ciencia y la tecnología nos han de devolver al mundo natural del que procedemos.
     Sin embargo, es reiterativo observar la indulgencia hacia la regalía cultural que heredamos de los indígenas primitivos quienes vociferaban y mantenían una relación bidireccional con el entorno, como lo manifiesta la señora una habitante en el caserío Camay, en el sector La Otra Banda, en Carora, Estado Lara, sitio que ha sido objeto de investigaciones por sociólogos y antropólogos para la reconstrucción de los saberes aborígenes
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Foto: Encuentro con la comunidad de Camay, Carora,Estado Lara, Venezuela

¡Yo no sé ni leer ni escribir! Aquí han venido mucha gente de otros países, antropólogos, sobre todo porque les interesa desenterrar a nuestros indígenas y estudiar nuestras matas y animales. Se han llevado lo que consiguen porque a nosotros no nos interesa. Nos han dado a cambio plata, casas, una que otra técnica para hacer artesanía. Al final somos ignorantes, para ellos debe ser mucha riqueza. No estoy enseñando a mis nietos a querer la tierra, ni a saber a conocer a sus antepasados. ¡Amigo mío a la escuela tampoco le duele!
     El testimonio demuestra que los procesos de crecimiento de las poblaciones junto a las formas de apropiación de los territorios han devaluado la riqueza cultural heredada en sus formas sustentables de vivir, convivir, adaptarse al medio y organizarse socialmente. Las familias y comunidades han decidido deshacerse de los valores culturales a cambio dinero, artefactos y algunas técnicas para preparar cerámicas para poder sobrevivir.
     Por ejemplo, en Carora, se nos ha olvidado esa apropiación cultural de heredada de nuestros indígenas, que aprovecharon los recursos de esta zona semiárida para hacer cerámica, joyas, hasta el punto que hay registros que demuestran que hacían siembra de maíz. Mientras para el mundo esa historia representa arte para nosotros es ¡polvo en el olvido!
     Lo antes descrito, concuerda con lo expuesto por Gudynas y Evias (1993) quienes aseguran que en nuestras culturas prevalece la dominación de la naturaleza, que ha sido producto de un proceso evolutivo que tiene una raíz biológica, pero en ellas mismas está las semillas del cambio, porque es urgente reencontrarlas con el ambiente, proyectando su relación con él, hacia el futuro, bajo un nuevo sentido.
     Se requieren cambios concretos, donde la relación entre la ecología, sociedad y economía sea directa, sostenidos en el tiempo, donde incluye la protección y restauración de los ecosistemas, reconstrucción cultural basada en el respeto y la promoción de la diversidad en todas sus manifestaciones; para lograr esto, la Educación debe actuar como el nido de los cambios sociales, con nuevos sentidos en función de estos escenarios.
     Desde este punto de vista, la pedagogía, ciencia de la educación, puede producir nuevos saberes que permitirán una nueva reconstrucción de organización social respetuosa de la naturaleza, con una racionalidad productiva de los ecosistemas, así como de las culturas (Leff, 2006).
     Reitero el fiel compromiso que debemos adquirir de generar cambios, al dejar de concebir a la naturaleza como un objeto y concebirlo como un sujeto, que debe ser estudiado desde sus manifestaciones sin alterar los procesos planetarios, para promover pasos en la recuperación de la relación del ser humano– naturaleza que se ha perdido en la evolución histórica del Homo sapiens sapiens.

REFERENCIAS

      Bronowski, J (1973). The ascent of man.BBC: Book [Libro en línea]. Disponible:https://books.google.co.ve/books?id=DhNVSNYRgUQC&printsec=frontcover&dq=BRONOWSKI&hl=es419&sa=X&ved=0ahUKEwjkibuzqcXQAhXFWCYKHQAmBjcQ6AEILjAC#v=onepage&q=BRONOWSKI&f=false [Consulta 2016, Noviembre 25]
     Fuentes, L. Caldera, Y. y Medoza, I (2006). La transversalidad curricular y la enseñanza de la educación ambiental. Revista ORBIS. [Revista en línea]. Disponible: www.revistaorbis.org.ve/pdf/4/4Art2.pdf [Consulta 2018, Abril 13]
     Gudynas, E. y Evia, E. (1993). Ecología social. Manual de metodologías para educadores populares. Caracas: Cooperativa Laboratorio Educativo
     Leff, E. (2006). Aventuras de la epistemología ambiental. México siglo XXI

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