Conversaciones con Paulina Gamus, Parte I

in #cervantes6 years ago (edited)

Paulina Gamus, reconocida política venezolana. Ministra de Estado para la Cultura durante el gobierno de Jaime Lusinchi y Viceministra de Información y Turismo en el primer mandato de Carlos Andrés Pérez.

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PAULINA SIN FANATISMO

La sala está solitaria e impecable. Alrededor de los muebles una colección de portarretratos decora el espacio. La foto de su madre y las de los matrimonio de dos de sus nietos se encuentran en una mesa aislada, aclarando que en ella se exhiben los recuerdos de momentos especiales.

Varias obras de arte armonizan el ambiente que contrasta entre el brillo de los portarretratos, la claridad de las paredes y el piso de madera. Un cuadro resalta en una de las paredes, está firmado por Zapata y muestra una simulación de la Venus de Milo y en la leyenda reza: “Démosle una mano a Paulina”.

Aparece ella y abre el ventanal dejando libre la panorámica del Ávila que tiene el privilegio de disfrutar desde hace 27 años. Se sienta de frente a la montaña, dejando una estela de elegancia y comienza a recordar.

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YESTERDAY

Después de más de diez años de desaparecer del acontecer diario nacional, se muestra asombrada cuando una persona joven la conoce, ya que afirma que en Venezuela hasta un actor de telenovelas que deja de aparecer en la pantalla por cinco años, ya nadie lo reconoce.

No fue fanática en la política ni tampoco en el ámbito religioso. El único fanatismo que confiesa haber tenido en su vida, fue por los Navegantes del Magallanes. Un fanatismo de tal magnitud que la llevó, hasta el sol de hoy, a quitarles el habla a unas vecinas que eran fanáticas del extinto equipo Cervecería Caracas (ahora Leones del Caracas).

Roma y Jerusalén son las ciudades del mundo que más le gustan. Dice que al visitarlas experimenta una conexión especial que le hace sentir como si en otra vida hubiese habitado en ellas. Disfruta caminar por Buenos Aires y New York. No puede vivir sin música, su canción favorita es Yesterday de los Beatles. “Esa me encanta”, expresa sin titubeos cuando la música es el tema de conversación.

Hace dos años publicó su libro, Permítanme Contarles, un texto donde relata una serie de anécdotas y su percepción del transcurrir de los cuarenta años de vida civil de Venezuela. Actualmente está escribiendo para el diario El País de Madrid, en el que ha publicado al menos 18 artículos.

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NUESTRAS PRIMERAS NECESIDADES

Nació un 11 de enero en la casa familiar ubicada en la Parroquia San José de Caracas. Su padre era Sirio y su madre Griega. No se metían en política debido a lo que Paulina denomina “doble extranjeridad”, primero, no habían nacido en el país y además eran judíos. Vivían con el temor de ser perseguidos.

Estudió primaria en el Colegio Judío Moral y Luces, donde impartían clases profesores pertenecientes a Acción Democrática que fueron vetados en el sistema educativo gubernamental durante la dictadura de Marcos Pérez Jiménez.

Su deseo inicial era ser Docente de Historia y Geografía, e inclusive realizó diligencias para inscribirse en el Instituto Pedagógico de Caracas. Cursó el quinto año de bachillerato en el liceo Andrés Bello, donde obtuvo el título de Bachiller en Filosofía y Letras. En vista de que el 95% de sus compañeros de clases se inclinaban a estudiar Derecho en la universidad, ella no quiso ser la excepción.

Es egresada de la Escuela de Derecho de la Universidad Central de Venezuela, promoción Leonardo Ruiz Pineda de 1959. “Me pareció una carrera apasionante”, expresa con entusiasmo la abogada Cum Laude.

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EL ESPIA

Durante los años de la dictadura de Pérez Jiménez, la Seguridad Nacional contaba con un despliegue de espías a lo largo de todo el territorio nacional. La máxima casa de estudios del país no pudo escapar de las garras del régimen.
“El espía llegaba con impermeable, anteojos oscuros y sombrero de fieltro”, cuenta entre risas y prosigue, “además, no aparecía en la lista, se sentaba de último y no asistía a los exámenes”.

“Se sonreía con todo el mundo pero no le hablaba a nadie y nadie le hablaba a él”, rememora con gracia. “A ese hombre lo que le faltaba era un letrero que dijera que era espía”, concluye.

Comenta, “Si uno no se metía en política, sentías como que nada pasaba”. De esos días recuerda que recién llegada a la universidad su profesor de Sociología era Rafael Caldera. El sistema educativo era muy estricto y al compararlo con el actual, opina que “pasamos del rigor de ayer al relajo de hoy”.

Mucho tiempo después, un periodista con el que no tuvo buena relación, la acusó de haber sido espía de la Seguridad Nacional.

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Por César R. Pinto.

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Muy buen contenido y me encantó cómo relataste la entrevista. Saludos!

Muchas Gracias por tu comentario y por leerme!

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