Escuchar nombrar la palabra "música” inmediatamente remonta en mi memoria gratos recuerdos; cuando me dicen “Salsa brava” la sangre se alborota y siento un no sé qué, que me hace vibrar de emoción.

No sé tocar ningún instrumento, pero nací con unos oídos muy agudos. Por lo general escucho la melodía en su conjunto, pero cuando me siento a dar oídos de verdad, me concentro para atender cada parte que la compone, me gusta percibir el sonido maravilloso de los timbales, trombones y trompetas, las congas, el bongó, la campana o los capachos y, ¡vaya! Mi cuerpo se va solito para bailar hasta sin parejo.

Si prestamos atención a las letras de las canciones de esas grandes estrellas de la salsa nos damos cuenta que cada verso compuesto está colocado en su justo lugar. Revisar contenidos musicales que datan de hace más de cincuenta años y detallar que sus menajes se ajustan a los nuevos contextos, creo que nadie podría explicar ese fenómeno. Lean esta breve estrofa de la canción El Buen Pastor de Raphy Leavitt. Hoy y como siempre esta composición musical continua haciendo un llamado a la conciencia de la humanidad dada sus malas acciones que destruyen el mundo.

Padre mío, tus hijos te han olvidado.
Padre mío, como se burlan de tus mandatos,
ni con mi muerte puede enseñarles
la que es tu ley...

Esas brillantes mentes creadores de contenidos musicales históricos, herencias de nuestras familias no creo pueda morir con el tiempo, por el contrario creo en su longevidad, creo en su movimiento cíclico y continuo. La salsa no morirá porque cada letra mantiene viva el recuerdo de una época. Rubén Blade con Pablo Pueblo, otro ejemplo.

...Llega hasta el zaguán oscuro
Y vuelve a ver las paredes
Con las viejas papeletas
Que prometían futuros
En lides politiqueras

Y en su cara se dibuja
La decepción de la espera
Pablo pueblo
Hijo del grito y la calle
De la miseria y del hambre...

Quién en estos momentos no reclama a sus líderes políticos dejar sus juegos miserables contra sus pueblos. Cuál mejor forma para drenar, demandar y reclamar los derechos que reunidos en un mismo lugar, en un concierto de salsa, coreando juntos canciones como esas, a mi me encanta y de imaginarlo se espeluzna el cuerpo.

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Fuente

Para esta semana de reto #Top10 quiero rendir homenaje a una de las pocas mujeres de la salsa brava. Una mujer que me hizo salir corriendo de mi refugio cuando en uno de sus conciertos ofrecido en el estacionamiento del Hipódromo, la Riconada, en Caracas, caía un torrencial aguacero. En uno de esos conciertos de la Noche de New York, abrió aquel espectáculo nada más y nada menos que la Sonora Ponceña, era la voz de Yolandita Rivera, no podía creerlo ni tampoco pude contenerme, cuando vi el encendido de luces y el sonido de aquellos soberbios instrumentos de viento, trompetas y trombones anunciando el inicio del gran espectáculo, salí corriendo como yegua desbocada para instalarme en primera fila hasta que se rompieran los cueros.

Fue una experiencia hermosa, ver a Yoladita tomar el par de baqueta para descargar en los timbales, no lo pensé jamás. Escuchar su repertorio de canciones: Remembranza, Madrugador, Ahora si entre otras, no tuvo descripción.

Sin más esperas, les dejo por acá mi entrada al concierto de salsa, la canción fue escogida por la experiencia vivida y porque es una de esas canciones que permite escuchar cada instrumento que forma el conjunto para hacer sonar la melodía. Vean a Yolanda Rivera descargar en los timbales.

Hasta que se Rompa el Cuero