Con este post participo por segunda vez en el Concurso Mirando hacia atrás/Mirando hacia adelante,  una actividad semanal en la cual se puede reflexionar sobre distintos aspectos que diferencian el pasado del presente. Para la presente semana ( 2.28), seleccioné "La brecha generacional".

Gracias por la invitación a @sacra97 Y @wakeupkitty

Las relaciones entre padres e hijos se espera que sean armoniosas, pues son los padres quienes inician el proceso de socialización de los hijos, los encaminan en los valores sociales y culturales y quienes los ayudan a insertarse en su estatus social. Pero no quiero remontarme a la historia lejana sino que miraré hacia lo que he visto, entre el común de mi círculo familiar y social. 

Durante mi infancia, la autoridad de los padres era algo incuestionable. Los padres daban amor, protección y normas que era necesario seguir sin chistar. El castigo formaba parte de la crianza. En algunos hogares se caía en el abuso, pero nadie se metía: era potestad de los padres. De esa forma, aí como los hijos podían criarse en el amor y respeto, también podían hacerlo en medio de vejaciones y alimentar odios y resentimientos.

Actualmente, las leyes protegen a los menores del posible abuso de las personas que los críen, sean o no sus padres. Incluso en casos de padres separados pueden decidir con cual prefieren irse.

En las rutinas diarias, padres e hijos hablan, discuten. La crianza de mis sobrinos, llegaron antes que mis hijos, y la de mis hijos fue muy diferente de la mía. Los tiempos habían cambiado. Y siguen cambiando. No puedo pretender que mis hijos, ya adultos, piensen igual que  yo; en estos momentos soy yo quien se esfuerza por alcanzarlos. Son ellos quienes me apoyan en mi acercamiento a los avances de la tecnología que ha invadido nuestro día a día, quedarse fuera es negarse a ver que el mundo está cambiando a cada instante. Esto en cuanto a lo tecnológico, a las leyes, a como se manejan los valores ético - morales; porque en cuanto a los valores en sí el cuadro es otro.

El valor del respeto hacia uno mismo y los demás, por ejemplo sigue vigente. Padres e hijos pueden discutir  y establecer dignamente su posición; pero recordando que el otro merece tanto respeto como uno mismo. He observado con dolor, como algunas personas ofenden a sus hijos con insultos muy feos y también como algunas otras, maltratan a sus mayores con una mal entendida libertad de expresarse.

Como educadora, mantengo la posición de una relación abierta, con los educandos y en general, los menores. Se puede establecer una relación casi horizontal  pero manteniendo la distancia necesaria, evitando caer en juegos y dichos que abran las puertas a la falta de respeto. La comunicación igual- igual, al 100%, es delicada y exige un gran dominio de situación y múltiples estrategias por parte del adulto. En mi caso, prefiero un casi igual y mantener, digamos un 20% de reserva, para observar y canalizar la comunición, cuando sea necesario.

Lo cierto es que la autoridad es en estos momentos cuestionable, a todos los niveles. Las imposiciones simplemente por serlo, ya son rechazadas. El individualismo (con su inevitable carga de egoísmo), uno de los se fortalecevalores en nuestra cultura occidental. Afortunadamente hay muchas personas y algunos movimientos que recuerdan que el bien o mal de uno, repercute en el de todos.

Trabajemos intensamente por el bien. La Navidad es un momento ideal, ya que muchos nos sensibilizamos y entramos en modo "amor universal".