Sobre la Fragilidad. La Lechuza de Minerva, revista de Humanidades. N° 5

in #castellano6 years ago (edited)



Sobre la fragilidad / @adncabrera**


Estimados amigos, dejo para la bondad de sus lecturas un ensayo sobre un tema que tiene para mí particular interés. En él, hago reflexión (muy modestas desde el punto de vista de las referencias, no soy filósofa) en un intento (a fin de cuentas, casi siempre se trata de eso) de construir mi propio relato desde la fragilidad.

Quedo agradecida.


Chuang Tzu soñó que era una mariposa.
Al despertar ignoraba si era Tzu que había soñado que
era una mariposa o si era una mariposa y estaba soñando que era Tzu.

(Chuang Tzu, Antología de la literatura fantástica)

Como en el sueño de Chuang-Tzu, donde la certidumbre es un estado potencial, la fragilidad funda su sus dominios en la imaginación. Es una condición paradójica: poderosa en tanto es renovada sobre posibilidad del dolor, la finitud, el daño, la ruina... La incertidumbre, su hermana gemela, es también su combustible.


Fotografía propia (LGPhoenix3)
El relato de Chuang Tzu toca el tema de la fragilidad de la existencia y recurre, como correlato simbólico de este tema (y de otros, vale decirlo, es un relato rico en sentidos), a la imagen de la mariposa, la cual, desde antiguo, trabaja en la fragua del imaginario universal construyendo su nicho semántico.

Un mural del Palacio de Knosos conocido como El príncipe de los lirios , de alrededor de 1470 a.C., muestra una colorida mariposa como emblema de la prosperidad vital, y una mariposa fue el símbolo escogido por Edward Norton Lorenz (1917-2008) para la formulación de la pregunta icónica que inició la Teoría del Caos:

¿El aleteo de una mariposa en Brasil hace aparecer un tornado en Texas?
La mariposa recoge bajo su ala frágil tanto el sentido de la alegría vital (antigüedad clásica), la felicidad conyugal (en la cultura china y japonesa), el ciclo vital (en la cultura precolombina), hasta sentidos más contemporáneos de feminidad y belleza. Una imagen cuyas propiedades, originarias del modelo natural, satisface los extremos de la estructuración simbólica. La mariposa completa su ciclo vital entre transformaciones: es huevo; luego, larva (oruga); luego, pupa ( crisálida o capullo ); hasta finalmente emerger con un esplendor que vuela hacia la muerte. Su vida es brevísima, apenas meses en las especies más longevas. A su fragilidad orgánica (distinta y de renovada incertidumbre en cada etapa que atraviesa hasta la dultez) suma la fragilidad corporal de las hermosas alas y la fragilidad de su existencia leve.
El príncipe de los lirios. Fuente / Nariguera con forma de mariposa. Fuente / Atractor extraño. Fuente / Los amantes mariposa. Leyenda china. Fuente

Sin embargo, el recorrido sobre el símbolo de la mariposa hecho hasta acá, aunque somero, revela otras caras opuestas de la fragilidad: la permanencia, extensión y profundidad con que se ha insertado en la cultura universal.
¿Es realmente tan frágil la fragilidad?

Fragilitas

La palabra fragilidad proviene de la latina fragilitas, condición de perecedero. Es decir, es frágil de por sí lo que puede perecer. Es un hecho, pues, que toda criatura viva es frágil. Mejor, es condición de toda criatura viva la fragilidad. Y nosostros, hombres, concientes de esa condición le agregamos una dimensión espiritual.

Del mismo modo en que tendemos a la existencia, tendemos a la extinción. Este pensamiento, pivote de la filosofía existencial, pelea los extremos de la plenitud y la finitud, y, en esa pugna, asoma la lucidez de la conciencia vulnerable.

El hombre que se sabe falible, vencido de antemano en la batalla del tiempo, es el hombre cuya subjetividad desplegó Paul Ricoeur en la expresión de Cogito herido*. Un hombre cuya condición sufriente ha limitado su capacidad para las acciones que lo realizan como sujeto: hablar, narrar, efectuar, apropiarse, recordar, proyectar... La tendencia hacia la plenitud impulsa a la acción, a la realización mediante el acto; la tendencia hacia la finitud es una condición paciente. Se realiza como sufrimiento, se vive como imposibilidad y como el quiebre mismo de la propia existencia.

Frente a esta disyunción, , patencia de la fragilidad, Ricoeur eleva la subjetividad que se resuelve en el atestamiento, o en la capacidad del yo de construirse como sujeto de sentido, de una condición simbólica, discursiva, mediatizada por la significación.

Se trata de la fragilidad como correlato de la incapacidad, pero también de la responsabilidad de constituirse desde el reconocimiento de esa fragilidad hacia la plenitud del sentido. Es desde allí que la fragilidad es el pilar del relato de la fortaleza, de la increíble fuerza de las cosas destinadas a perecer.

La mariposa y la flor


¿Veo la flor caída retornando a su rama? ¡Es una mariposa!
Este hermoso haikú de Arakida Moritake (1472-1549) nos recuerda con alegre entusiasmo la necesidad de la mirada interrogante, de la duda que corrige el error de los sentidos. En su pequeña obra maestra une dos símbolos que han funcionado desde antiguo como complementarios: mariposa y flor.

La flor, como la mariposa, es símbolo de la fugacidad de la existencia y de la belleza. Portadora de una gran riqueza sémica, su fragil presencia ha sido correlato de su opuesto, la inmortalidad (Ver: Diccionario de símbolos, de Juan Eduardo Cirlot).
La famosa nota de Samuel Taylor Coleridge, escrita posiblemente a finales del XVIII, es tal vez el mejor correlato de la efímera flor como prueba de la inmortalidad:

Si un hombre atravesara el Paraíso en un sueño, y le dieran una flor como prueba de que había estado allí, y si al despertar encontrara esa flor en su mano… ¿entonces, qué?.
Leo la cita a través de los iluminados ojos ciegos de Jorge Luis Borges. De imaginación perfecta tilda el maestro este pasaje. Así como Chuang Tzu en su relato escogió una brevísima mariposa para hablar de la fragilidad de la existencia, Coleridge escogió una efímera flor, para sembrar la duda ontológica sobre la existencia de la inmortalidad. Irrumpe de ese modo la flor en la ilusión de la ruptura de ese otro círculo de eternidad que es la continuidad de principio y fin.

Conciente de mi propia fragilidad, y del peligro de las tentaciones de la ilusión de la inmortalidad, solo tengo mis pies para afirmarme en mi brevedad y construir mi propio relato de habla, memoria, apropiación, proyección, símbolo...

En ese relato, los ojos iluminados de Borges me conducen a otros parajes...

 


El tigre, por el poeta y grabador William Blake, 1794. Fuente

Entonces, comienza a dibujarse un paisaje: veo un tigre. Es un tigre incendiado, como el tigre de tigre de Blake.

El tigre mira una flor. La flor vuela. Pero esa es otra historia.


Gracias por la compañía. Bienvenidos siempre.


* Todas las referencias a las reflexiones de Ricoeur provienen de la lectura de estos textos:

Paul Ricoeur (1996). Sí mismo como otro. (trad. ). México D.F.: Siglo XXI Editores. Disponible en: https://construcciondeidentidades.files.wordpress.com/2014/08/ricoeur-paul-si-mismo-como-otro.pdf

Manuel Alejandro Prada Londoño (). Narrarse a sí mismo: residuo moderno en la hermenéutica de Paul Ricoeur. Disponible en: http://www.filosofiayliteratura.org/Lindaraja/ricoeur/narrarseasimismo.htm#2_

Eduardo Silva Arévalo S.J. (Sf.). Cogito herido, hombre falible, sujeto puesto en cuestión, ser humano capaz y frágil. Diversas figuras para de una misma antropología filosófica en Paul Ricoeur. Disponible en : https://textos.pucp.edu.pe/pdf/3820.pdf


**@adncabrera (Adriana Cabrera). Nacida en Cumaná, Venezuela, en 1969. Escritora y aficionada al dibujo y la pintura. Profesora de Teoría Literaria y Literatura Latinoamericana (Universidad de Oriente, Venezuela). Autora de Los nombres silenciosos (poesía, 1994), y de varias coautorías en los últimos veinte años. Sus artículos académicos, narraciones y poemas han sido publicados en revistas de Venezuela y Colombia.





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Fascinante análisis. La fragilidad de la existencia y de los sentidos. Mariposa, flor y tigre perfectamente conectados bajo el mismo principio estético y filosófico.
Me pregunto si más conciencia de esa realidad nos ayuda a ser mejores personas, a vivir "mejores vidas" o por el contrario nos empuja a la insensatez existencialista porque, después de todo, el paseo será breve y ni siquiera sabemos que tan breve.

Exactísimo en tu jucio sobre el existencialismo y la insensatez. Yo apuesto por la realización simbólica (y con más razón en nuestro contexto, incluso por salud mental). Gracias por tu lectura, querido @hlezama.

Tu trabajo reflexivo, interpretativo, que nos presentas en este post, @adncabrera, es muy rico y propiciador, a su vez, de la reflexión. Leyéndolo me venían varias interpretaciones vinculadas a la fragilidad, como la de la precariedad (trabajada por Franco Rella a propósito de Wittgenstein y Nietzsche), o la de la vulnerabilidad (pensada en sus ensayos por Armando Rojas Guardia). Ambas ideas-imágenes también descansan en la conciencia de la crisis (de la existencia plena e intocable, del sujeto y su seguridad, del pensamiento autosuficiente...), y abren, cual alas frágiles de mariposa, las posibilidades de la interiorización de la pregunta por el sentido y del "saber de la caducidad" (F. Rella). Y siempre estará la imagen de la pequeña y olvidada flor que brota en la sequedad del precipicio, como dirá Nietzsche. Gracias. Un abrazo.

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