BLOQUE DE ALICIA Los Siete Reyes de la Tierra III

in #blog7 years ago

Tras su reencuentro en el campo de batalla, Alicia y Faria regresaron al castillo de Gloria.

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“Tu hermano no ha vuelto todavía, ¿no?”

“Si… y ya ha pasado una década desde que partió. Pero todavía creo que volverás con nosotras.”

“¿Y tu hermana?”

“Si solo tuviéramos en cuenta el hecho de que seguir viva, diría que está bien. Pero lo único que hace es pasar los días en el castillo, durmiendo, y casi nunca tiene fuerzas para despertar siquiera. Hay veces que puede pasar una semana sin moverse.”

“Ya veo. Debe ser duro estar en tu situación.”

“Puede que tengas razón, pero no me quejaré. Es lo que decidí cuando me convertí en la reina de Gloria. Pero seguro que tú has pasado por cosas peores.”

“¿Yo?”

“Si. Debe haber una razón por la que has venido a este mundo. ¿O me equivoco? Me cuesta creer que aparecieses hace 10 años solo para ayudarme.”

“Hm… ¿Tan fácil es leerme?”

“Ja, ja. No, no. Nada de eso. Es que… con los años, he aprendido a reconocer cuando alguien necesita ayuda.”

Alicia le explicó la inminente llegada de Él a este mundo.

“Ya veo. Así que hay muchos mundos más allá del nuestro.”

Tras reflexionar sobre la información que Alicia le había proporcionado, Fario le explicó la historia de Attoractia.

“Este mundo está controlado por siete reyes. Si deseas plantarle cara a ese adversario, necesitarás la ayuda de todos los monarcas, sin duda. El hombre al que me enfrenté antes es el Rey en Llamas, Melgis. Él es… bastante tozudo. Vas a necesitar mucho más que palabras para convencerlo. Haré mi mejor esfuerzo e intentaré que entre en razón. Tras resistir su Arte Divino, seguro que ahora me respeta un poco. Arla es un hombre de honor, y Pricia solo desea la paz, así que no será muy difícil conseguir que colaboren. Les enviaré un mensajero. El problema son los tres restantes… Alicia, creo que lo mejor sería que fueses a Shangri-La.”

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“¿Shangri-La?”

“Oh, disculpa. Es una ciudad mercante que flota sobre el océano. La llaman el paraíso del mar. La soberana de ese lugar es Valentina. Puede llegar a ser un poco… excéntrica. Es difícil saber lo que piensa. Pero siendo tú, Alicia… seguro que la convences.”

“¿Yo? ¿Por qué?”

“Por tu belleza.”

“¿Eh? ¿Solo por eso?”

“Si. Solo por eso.”

“…”


La soberana de Shangri-La es Valentina, Princesa del Amor.

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“Shion, ¿tendrías la bondad de cantarme algo?”

“Por supuesto, mi señora Valentina. ¿Qué tipo de canción desea que cante?”

“Si, que podría ser… una canción que encienda algo en el corazón. Una canción sobre nuevos encuentros.”

“Sí, mi señora.”

Valentina soñaba con conocer a alguien nuevo. Desde su nacimiento en Shangri-La, lo único que le había preocupado eran las cosas bellas. Para ella, coleccionar objetos y personas eran la misma cosa. Conocer y adueñarse de cosas bonitas, era todo lo que deseaba. Cualquier otra cosa era descartada sin el menor de los miramientos. La envidia y la codicia hacía mucho que se habían asentado en el corazón de la monarca. Con el tiempo, se la conoció por el cinismo e ironía de su título, la Princesa del Amor.

“Mi señora Valentina, ha llegado algo que desea tener una audiencia con su alteza. ¿Cómo debo proceder?” – Una de las sirvientas de Valentina apareció, anunciando la llegada de un visitante.

“¿Apariencia?”

“Excede todos sus requisitos, mi señora.”

“Hazle pasar.”

“Si, mi señora.”

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Alicia había llegado a Shangri-la por sugerencia de Faria. Desde su llegada sentía que todos clavaban su mirada en ella. Una mirada que evaluaba su belleza, evaluaba su vida, evaluaba su ser. No sabía si era una costumbre debido al carácter comercial de la ciudad, o si alguien se había interesado mucho por ella.

“No me gusta esto… No soy la única que hay aquí. Hay muchísima gente, ¿por qué todos me…”

“Se te ha concedido una audiencia. Puedes pasar.”

“Está bien, gracias.”

Alicia pasó a través de las puertas abiertas, encontrándose cara a cara con Valentina.

“Eres Valentina, ¿no? Mi nombre es Alicia. Queda poco tiempo, así que lo explicaré brevement…”

“Está bien, acepto.”

“¿Eh? Si… uh… todavía no he dicho nada.”

“Nunca podría negarme a la petición de una chiquilla tan encantadora. Te encuentro lo suficientemente agradable. Por lo tanto, no tienes necesidad de preocuparte.”

“Vaya… está bien. Supongo.”

Alicia recordó el aviso de Faria. Que la soberana de Shangri-La no rechazaría una petición de alguien que despertara su interés. Sin embargo, siempre pedía algo a cambio. Por suerte, Faria le había dicho a Alicia que responder si se diera el caso.

“No me negaré a satisfacer tu petición. Sin embargo, a cambio, serás mía.”

“Eeh.. esto… lo siento. Tengo… tengo que ayudar a Faria y a su pueblo, para proteger este mundo.”

Gloria tenía un acuerdo comercial con Shangri-La desde hace mucho tiempo. Faria y su nación se había convertido en una valiosísima fuente de riquezas para Valentina. Con Faria apoyando a Alicia, Valentina no sería capaz de apoderarse de Alicia como había planeado. Al menos por ahora. Faria también había expresado su inseguridad sobre si Valentina seguiría cooperando después de eso. Cómo mínimo estaría realmente decepcionada.

Sin embargo, la expresión de Valentina no varió ni un ápice.

“Muy bien. De acuerdo. Escuchemos tu petición. Como ya dije antes, no me negaré a nada.”

“¿Eh? ¿De verdad? Vaya… gracias. Hay… hay una cosa a la que he estado persiguiendo. Para poder atraparla, necesito la ayuda de los señores de este mundo. Por eso quiero pedirte, y a los otros monarcas, que me prestes tu ayuda.”

“Ya veo. Si ese es tu deseo, lo mejor sería organizar una conferencia con todos los siete reyes. Tengo una buena relación comercial con Leginus, la ciudad mecánica. Intentaré contactar con ellos. ¿Es de tu agrado?”

“Eso es… perfecto. Muchas gracias.”

Sorprendida, pero satisfecha con los resultados, Alicia dejó la corte de Valentina. Pese a que sus deseos habían sido satisfechos, todavía no podía quitarse de encima la sensación de que alguien la observaba, haciéndole sentir muy incómoda.

“Shion, ¿tendrías la bondad de cantarme algo?”

“Por supuesto, mi señora Valentina. ¿Qué tipo de canción desea que cante?”

“Veamos… algo… apasionado. Que comience con lujuria, y que poco a poco se convierte en un amor inquebrantable.”

“Si, mi señora.”

El deseo de Valentina se había convertido en algo más profundo. Su deseo solo era para el encuentro. Su amor, sin embargo…

“Ha sido justo como dijiste. Alicia ha venido hoy.”

“¿Y? ¿Qué harás?”

“¿Acaso no es obvio? Yo gobernaré. Como estaba previsto.”

“Ya veo… buena suerte con eso.”

Una peculiar muchacha, envuelta en un manto crepuscular, conversaba con Valentina. A su lado se sentaba un gato negrísimo, con los ojos fijos en algo que se encontraba muy lejos. El gato maulló suavemente.

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