BLOQUE DE ALICIA La Nómada del Crepúsculo III

“Shion, he vuelto” – Valentina acababa de entrar a sus aposentos, donde su leal doncella, Shion, había recibido órdenes de esperar hasta su vuelta.

Valentina tenía una expresión relajada, y un aura de confianza y éxito rodeaba a la mujer. Shion se puso en pie tan pronto como su señora entró, con una gentil sonrisa en su rostro. Le dio la bienvenida con su suave y agradable voz.

“Bienvenida a casa, mi Señora Valentina. Shangri-La ha esperado impaciente su regreso.”

“Shion, hoy me siento generosa. Mis planes han salido tal y como había deseado, y todo procede sin impedimentos. Hoy tienes el honor de escoger la canción que cantarás para mí.”

“Muy bien, mi Señora. Le cantaré una canción que he compuesto hoy. Una canción que conmemora su coronación como la monarca de los siete reinos. Se llama ‘La Soberana’.”

“Si… Conque ‘La Soberana’… He de admitir que es imposible encontrar un título mejor. Yo y el mundo somos uno y la misma cosa. Amar el mundo es amarme a mí. Por desgracia, solo podré escuchar tu canción una vez, pronto tendré que ponerme al mando de mis ejércitos.” – Valentina escuchó la canción ensimismada. Entonces se levantó de su asiento, y se dirigió rápidamente a las plantas inferiores de su palacio.

Las fuerzas de Valentina esperaban que diera la orden para someter al resto de naciones. Con la muerte de sus líderes, los ejércitos de Shangri-la podrían aprovechar el caos resultante para reclamar sus tierras en nombre de Valentina. La traicionera mujer no había dudado en comandar sus legiones.

“Bueno, Shion, parece que tengo que irme de nuevo. Incluso la gloria de la batalla está reservada solo para mí.” – La calmada expresión de Valentina se transformó en una mueca retorcida por un instante.

“Estaré aquí rezando porque tenga un regreso seguro, mi Señora.”

“No te preocupes. Esos necios plebeyos son inútiles sin sus líderes. El único cabo suelto es si Alicia será capaz de lidiar con ese Primogénito con éxito. Pero estoy preparada, sea cual sea el desenlace.”

“Mi Señora, ¿no os preocupa que la gente se rebele? Incluso una rata puede morder a un gato si se ve acorralada.”

“Pero yo no soy un gato, y las ratas no pueden derrotar a un Dios.” – Valentina se alejó de Shion y tomo su lugar al frente de su ejército.

Sola, Shion regresó a los aposentos de Valentina. Sus pasos resonaban en los enormes salones de mármol del palacio de Shangri-la, Su vida no siempre había sido la de una doncella de la Señora del reino de los mares. Cuando tenía dieciséis años, su padre murió misteriosamente durante un ataque sorpresa de tritones. Sin él, Shion se encontró actuando en una taberna local para mantener a su madre enferma. La belleza y el talento de la chica pronto se vieron recompensados con cierta notoriedad en la ciudad, así como con un salario modesto pero suficiente.

Un día, las noticias sobre la muchacha llegaron a oídos de Valentina. La fama y la belleza de la cantatriz alimentaron todavía más el deseo de la princesa. Así, Valentina convocó a Shion a su palacio y la persuadió para que trabajase para ella. Para cuidar a la madre de Shion, Valentina le entregó una pequeña fortuna. Sin embargo, poco después se lanzó al mar. Al perder a su hija también había perdido la voluntad de vivir. Aunque el trágico final de su madre ocurrió solo unos días de que entrase al servicio de Valentina, no se enteró de lo ocurrido hasta muchos meses después.

“Mi Señora Valentina, ¿dónde creéis que se esconden las ratas? Os sorprendería saber que hay muchas más ‘ratas’ en Shangri-La que en cualquier otro reino de los que deseas conquistar.”

Mientras Valentina y sus huestes zarpaban prestos a conquistar tierras lejanas, Shion salió de los silenciosos salones del palacio. Caminó por las calles de Shangri-La, mirando al mar. Giró hacia un pequeño callejón que se alejaba del centro de la ciudad, desapareciendo en el oscuro laberinto de callejuelas. Estas eran las calles que Shion más amaba. Habían sido su hogar durante mucho tiempo, en su infancia. Sola en ese refugio, cantaba para ella, olvidando su vida, intentando mantener sus recuerdos felices.

“Valentina se llevó a mi madre, y ahora ha comenzado una guerra como la que se llevó a mi padre. Quiero cambiar las cosas… pero no sé que hacer.”

Conforme las calles la llevaban a las afueras de la ciudad flotante, los ojos de Shion se quedaron fijos en el horizonte. En esa dirección, muy lejos, había otro reino, con su gente, su música… Un reino que Valentina se dirigía a conquistar para ella, como siempre había hecho con todo.

“¿Por cuánto tiempo?” – se preguntaba Shion. ¿Cuándo su música desaparecerá para siempre? Shion sintió un nudo en el estómago y el peso de una losa dentro de su pecho. Cayó de rodillas.

“No puedo… hacer nada. No pude salvar a mis padres… No puedo detener a Valentina… toda esa gente…”

Por primera vez en demasiado tiempo, Shion lloró. La compostura que siempre mantenía frente a Valentina se vino abajo. ¿Por qué las cosas no podían volver a ser como antes? Solo quería volver atrás, cuando cantaba para un público y los hacía felices. Pero Shion sabía que era imposible. Había un obstáculo, el verdadero enemigo de Shangri-La. Durante mucho tiempo había conspirado contra esa horrible mujer, pero la magia de Valentina era demasiado poderosa, y sus ojos siempre alerta. La cantatriz, con los brazos rodeando sus rodillas, contrajo sus músculos mientras sentía que la pena se transformaba en odio.

En ese momento, la soledad de Shion se vio interrumpida por un peculiar sonido que venía del mar más allá de la ciudad flotante. Era un sonido extraño, no los crujidos usuales de los bajeles de madera. Era el sonido de una enorme cabeza metálica emergiendo de las olas. Los dos gigantescos brazos del constructo la siguieron, agarrándose al borde de Shangri-La y aupándose a la ciudad con un golpe seco.

“¡Buah! Vaya, Mary, no sabía que podías moverte debajo del agua. ¡Bien hecho!” – Una muchacha, agarrada al hombro de la gigantesca máquina, saltó ágilmente hacia abajo.

“Si bien una inmersión continuada es desaconsejable por el peligro de corrosión, el Maestro me diseño para ser capaz de soportar pequeños trayectos subacuáticos. Debo admitirlo, que pudieses aguantar tanto tiempo sin respirar no formaba parte de mis cálculos, Pricia.”

“Jeje. ¡Eso me lo enseño Xuan Wu! Hmm… Parece que nuestro ataque se ha convertido en una infiltración. Parece que no hay moros en la costa, Valentina no debe estar en casa.”

“Mis ojos pueden ampliar imágenes que estén a una distancia significativo, pero tampoco puedo detectar la presencia de la persona que mató a mi maestro.”

“Bueno, eso significa que podemos preparar una trampa. Si no está, también debe haberse llevado su ejercit… uuuh. ¿Mary, quién es esa?” – Pricia no había visto a Shion hasta ahora. Shion, sin embargo, las había estado observando, lívida, desde su llegada. Tras recuperarse del asombro, Shion habló al peculiar dúo.”

“Perdonadme, quizás me equivoque, pero… no seréis, por casualidad, unas ratas, ¿verdad?”

“¿¡Qué!? Menudo sitio es este. ¿Es que parezco una rata? ¿O ella?” – Pricia apuntó a Marybell, que estaba ocupada drenando el agua de su interior. “Espera” – Pricia se puso un dedo en la frente, como si quisiera recordar algo. “Una vez entrené con una rata en Sissei. ¿Cómo se llamaba? ¡Ah, sí! ¡El Maestro Asti-“

“Pricia, creo que esta mujer no se refiere literalmente a una ‘rata’. Alguna vez he escuchado a mi Maestro usar esa expresión cuando hablaba de Valentina.”

“Ah, ya lo pillo. ¡Eh, porque vayas tan arreglada y nosotras estemos empapadas, no significa que tengas que reírte de nosotras!”

“Lo siento, no era mi intención ofenderos. Sin querer escuché vuestra conversación y… no importa.”

Pricia corrió al lado de Shion, su cara a unos pocos centímetros de la sorprendida cantante. Pricia hizo un intento de poner una expresión intimidante. – “Todo lo que acabas de escuchar… es un secreto… muy secreto. ¿Lo pillas?”

Shion se separó unos pasos de Pricia.

“Sí, lo entiendo. De hecho, me gustaría hablar sobre esa conversación.”

“¿Es que estás sorda? ¡He dicho que es secreto!”

Marybell, con sus sistemas internos ya perfectamente secos, se giró hacia Pricia. “Pricia, aguarda. Creo que merece la pena escuchar a esta mujer.”

“¿Eh? ¿Por qué?”

“No estoy segura de poder explicarlo. Siento una especie de… triste determinación en ella. Es lo mismo que siento cuando te miro a ti.” – Tras esas palabras, la expresión de Pricia se volvió mucho más seria.

“¿Sí? Si Mary lo dice, supongo que no será tan malo. Está bien, voy a confiar en ti. Soy Pricia, y esta es Mary.” – La solemne expresión de Pricia se transformó de nuevo en una radiante sonrisa mientras daba golpecitos a la pierna de Marybell, lo que provocaba ruiditos metálicos.

“Lady Valentina, me temo que solo os canté la primera parte de vuestra canción. Mientras que en la primera mitad se ensalza a la soberana, solo es por obligación. En la segunda parte la gente se rebela tras años de opresión. Y cuando lo hacen, la soberana…” – Las suaves palabras de Shion salieron de su boca mientras se centraba en el conflicto que tenía en su interior. Inspiró profundamente y habló con una suave sonrisa en su cara.

“Está bien, parece que tenemos mucho de lo que hablar, pero antes me gustaría presentarme. Mi nombre es Shion. Pero lo mejor sería que os cantara una canción. La he titulado ‘La Soberana.’”