EL DÍA QUE MI CUNA SE CONVIRTIÓ EN "BARQUITO"

Cuando yo estaba chiquito a veces me ponía muy hiperactivo y me pegaban como ataques de adrenalina. Era algo que no podía controlar y corría por todos lados de aquí para allá y mi mamá me regañaba:

-¡Muchacho, quédate tranquilo, deja el desespero!

Me daba por mover las manos y los brazos muy rápido, los agitaba como para soltar toda esa energía. Venía corriendo mi primito Luis Felipe y me los sujetaba.

Yo no se por qué me pasaba esto, y todavía me pasa porque si tengo que estar quieto en un sitio debo agitar las manos rapidito porque no me puedo quedar tranquilo de otra forma.

Mi mamá dice que eso fue por un golpe que me llevé en la cabeza cuando estaba chico. Tendría unos dos años, creo, y mi mamá salió y me dejó en la casa con mi papá y mis dos hermanos (Rainel y Yeison). Mi papá veía la televisión y mis hermanos estaban jugando en el único cuarto que teníamos y donde además de las camas estaba mi cuna y yo estaba allí dentro porque no tenían corral.

Mis hermanos alzaron la cuna entre los dos porque se les ocurrió jugar "al barquito" con mi cuna estando yo en ella. La comenzaron a mecer, a balancear, pues, de un lado a otro. Eso para mí debe haber sido divertido, yo no lo recuerdo, pero ellos dicen que yo me reía mucho. Y mi papá, como si nada, concentrado en su televisión.
En uno de esos balanceos me salí de la cuna y caí de cabeza al piso. No lloré, mis hermanos me levantaron y mi papá les dijo:

-¡Cónchale, dejen tranquilo a ese muchacho!

Ellos me pusieron de nuevo dentro de la cuna. Del golpe me salió un chichón. Mis hermanos no le dijeron nada a mi papá pero se asustaron porque cuando mi mamá regresara si veía ese chichón iba a arder Troya. No hallando qué hacer se les ocurrió ponerme un gorrito tejido que yo tenía pensando que así cuando regresara mi mamá no se iba a dar cuenta.

Y así fue, al menos al principio, mi mamá llegó y me cargó. Y yo con mi gorrito. En una de esas, mi mamá que me estaba haciendo cariño, como no sabía nada del siniestro, me sobó la cabeza, el gorrito se ladeó y ella me vio el chichón y armó un gran berrinche por eso.

-¿Qué le pasó al niño?

Y papá, deconcertado:

-_No sé ¿Por qué?

Mi mamá se disgustó más cuando papá dijo que no sabía lo que había pasado (Y era verdad, él no sabía nada porque mis hermanos no le habían dicho nada). Él si sabía que me había caído pero desconocía todo acerca del chichón. Los dos discutieron y a mis hermanos los regañaron pero igual quedé yo con el golpe.

Yo digo que es gracias a ese padre tan antiparabólico que tengo que yo quedé así: medio loquito e hiperactivo.