Siempre he guardado en mi memoria, las que en aquel momento fueron reprimendas de mi padre, ante cualquier travesura que yo hiciera y de alguna manera perjudicara a algunos de mis hermanos o amigos, generalmente estos llamados de atención terminaban con una sencilla pregunta: ¿te gustaría que te hagan lo mismo?

No recuerdo alguna vez haberle dado alguna repuesta, pero dentro de mí ocurría inmediatamente un reconocimiento de mí mala acción. Fue tanto el impacto que aquella pregunta tuvo en mí, que luego en mi vida de adulto he recurrido a ella, tanto para decidir mis propias actuaciones o las de seres queridos a los que me ha tocado guiar o acompañar a lo largo de la vida.

He usado tanto esa interrogante, que ya en mi cerebro quedó de modo automático y nunca me había preguntado sobre el origen de esta pregunta tan sencilla pero con tanto poder, hasta ahora y gracias al espíritu investigativo que nos ayuda a desarrollar esta extraordinaria plataforma es cuando decidí averiguar al respecto y he encontrado algunas cosas interesantes que me gustaría compartir con ustedes.

Esta pregunta se refiere al fiel cumplimiento o no de una regla muy antigua conocida como “La Regla de Oro". Se conoce como La Regla de Oro, porque se compara su valor con ese metal precioso. Otro aspecto que la hace coincidir con el oro, es su universalidad porque es aplicable en sus diferentes formas en todas las culturas, doctrinas y religiones.
Esta regla tiene dos formas, una es la forma pasiva, que nos solicita no cometer alguna acción que perjudique a alguien para no ser perjudicado por una acción igual. La otra forma es conocida como activa y nos invita a actuar hacia los demás de la misma manera como quisiéramos actuasen hacia nosotros.

Lo que se puede considerar hasta ahora como su primera aparición en forma escrita es en el antiguo Egipto (2190 aC- 2055aC.) en una obra literaria conocida como la “Historia del Campesino Elocuente” en ella aparece en su forma activa en la que se lee

“haz por aquel que pueda hacer por tí, de modo que le induzcas a actuar igual”

La Universalidad de esta ley está representada en diferentes exhortos de distintas culturas, doctrinas y religiones, entre los cuales podemos citar:

Buda (563-483 aC) fundador de la doctrina filosófica y religiosa no Teísta conocida como Budismo

“No lastimes a los demás con lo que te causa dolor a tí mismo”

Confucio (551-479aC) fundador del confucianismo, doctrina con gran influencia en China, Corea, Japón y Vietnam

“No hagas a otro lo que no quieras que te hagan a tí”

Mahoma (560-622dC) fundador del Islamismo en Arabia y Oriente medio

“Ninguno de vosotros es creyente mientras, no prefiera para su hermano lo que prefiere para sí mismo”

Talmud, principal texto del judaísmo

“Lo que a tí te contraria no lo hagas a tu prójimo”

En el evangelio Mateo 7-12

“Así que todas las cosas que queráis que los hombres hagan con vosotros, así también haced vosotros con ellos porque esto es la ley y los profetas”.

El Racionalismo siendo una corriente de la filosofía moderna, tomó La Regla de Oro como fundamento de la ética, entendiéndola como un principio universal de convivencia que podemos compartir todos los seres humanos.

Independientemente de la forma, bien sea pasiva o activa, muchas generaciones de diferentes religiones, culturas y doctrinas, han confiado en esta regla como norma primordial para el desarrollo de las buenas relaciones entre los seres humanos. En la medida en que podamos aplicar esta sencilla y clara regla en nuestro diario vivir de seguro lograremos disminuir de una manera muy importante el daño y aumentaremos al máximo el bien entre todos nosotros.

Fuentes utilizadas TextoImagenes 123

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