APUNTES SOBRE LA INDUSTRIA DE LA TALABARTERÍA EN VILLA DE CURA, ESTADO ARAGUA, VENEZUELA.
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Nuestro afán desde los días de la juventud ha estado en ponderar a nuestro pueblo que fue refugio de individuos trabajadores, en particular aquellos inteligentes hombres de dimensiones heroicas, que trabajaron el arte de la talabartería desde cuando La Villa era un pueblo casi desierto, pero que su pequeña economía se sustentaba en la industria talabartera, en primer grado, pues como es sabido estaba también el comercio ganadero, la agricultura y la alpargatería.
Yo recuerdo que de vez en cuando llegaba gente importante de los llanos guariqueños y apureños, hateros y hombres de pueblos circunvecinos con sus camionetas y las cargaban de sillas para montar a caballo y demás aperaje que le suministraba las fabricas de Villa de Cura. Como es sabido desde hace algunos años se ha visto reducida la fabricación artesanal debido a la tecnología y especialmente por la situación económica que se atraviesa. Últimamente han proliferados las tiendas pero exclusivamente para exposición y venta de estos productos.
Nada era mejor y mas satisfactorio para el dueño de una talabartería de antes que entregar un producto bien hecho, labrado a mano, la silla tenía que pasar primeramente por la mente y aprobación del propietario antes de salir al mercado. Sin lugar a exageración a Villa de Cura se le consideraba como ciudad donde se fabricaba la mejor silla para montar a caballo de toda Venezuela.
En cuanto al suministro del cuero ya curtido y listo en pequeña y gran escala se cuenta la Tenería El Águila, que estaba ubicada al comienzo de la recta de Cagua, sentido hacienda Casupito-La Encrucijada, hoy de puerta cerrada.
Los más connotados fabricantes que se conocieron a mitad del siglo pasado fueron La Talabartería de don Josè Reyes, la de don Francisco José Pérez Rodríguez, las dos en plena calle Real; la talabartería de don Antonio Rivas Vegas (colombiano); aledaño quedaba la “Venezuela”, la más grande y relevante de todas, fundada por don Juancho Cabrera, fue primer proveedor de Saldivia y Compañía, comercio de libaneses que funcionó en la ciudad de Barquisimeto. Don Reinaldo Silvera, fue después creador de otra muy importante con el nombre de “Venezuela”, situada en el callejón 3 del barrio Las Tablitas. En la periferia de la ciudad existieron también operarios que trabajaban en sus propios hogares. Las factorías absorbían decenas de empleados directos pero eso es cosa del pasado.
Mención aparte merece la Talabartería de don Francisco J. Pérez Rodríguez que hubo un año fue distinguida con un pergamino de la Presidencia de la República, por haber confeccionado una réplica de la silla que utilizaba el caballo de nuestro Libertador, del mismo tamaño y los mismos accesorios, la cual fue colocada en exhibición en el Museo de Transporte de Caracas.
Estas importantes firmas eran como especie de escuelas donde se formaban operarios, entre los más expertos artesanos de tiempos lejanos en Villa de Cura se cuentan: Enrique Pérez, Jesús Pérez, Alcides Álvarez, Urbano Padilla, Reinaldo Silvera, José Félix Montaña, Heriberto Parra, José Reyes, Rafael Êxime, el Negro Nieves Cabrera, Carlos Flores, Bernabé Colmenares, Carlos Colmenares, Lucio Pérez, Tomás Anzola, Cruz Parra, entre otros.
Los tipos de silla que en tiempo pasado se elaboraban completamente a mano eran diversos, fueron las más conocidas, la Llanera para trabajo de vaquería y la Especial para el deporte del coleo; la Chocontana Americana; la Mexicana, la Tejana; una pequeña para paseo; también se fabricó el sillín para montar caballos pura sangre de carrera. Hacían manualmente de todo, correas, rosetas, cabezàs, jáquimas, y cualquier adorno fabricado en cuero.
No hay que soslayar que Villa de Cura contó en los años cincuenta-sesenta con el más grande taller artesanal de fabricación de fustes en Venezuela; como es sabido este armazón es conocido como la columna dorsal de una montura, cuyo propietario fue el finado don Hermógenes Rodríguez, el galpón estaba ubicado en la calle Páez Oeste. También fabricaba el fuste en esa época don Román Hinojosa en su taller de herrería de carretas en la calle Dr Morales. Entre esa gama de expertos artesanos escofinandores de madera se cuentan: Víctor Rojas Esàa, Josè Rodríguez “El Grillo”, Don Miguel Peña, Miguel Ángel Peña, Félix Peña “Lefis”, Félix González “El niño”, Antonio Izaya “El mono”, Luis Albert y otros.
Las viejas talabarterías arriba nombradas distribuían el producto para los estados llaneros, Occidente, Margarita, Zulia y estados orientales, además las sillas hechas en La Villa fueron al exterior. El artesano villacurano Enrique Pérez, nos refirió la vez que hizo un encargo para la República de Argentina y otras naciones suramericanas.
La industria talabartera artesanal en Villa de Cura en pleno siglo XXI está a nuestro entender en decadencia, no obstante Villa de Cura sigue dando de qué hablar en esta materia, a pesar de la grave situación económica hay comercios que la producen en pequeña escala para exhibición y venta, pero ahora con un conjunto de técnicas modernas muy diferentes; aquel que lo quiera comprobar puede darse una vueltica por la calle del Comercio o bien por la avenida Lisandro Hernández o carretera troncal vía San Juan de los Morros, donde seguro encontrará en cada esquina, entusiastas y románticos proveedores de confianza. Se ha dicho que las calles y avenidas de La Villa siempre están olorosas a cuero curtido de talabarterías.
Donde quiera ven los propios y viajantes a la entrada de cada negocio la escultura de un caballo del mismo tamaño a uno de verdad con sus aparejos, a la puerta de entrada de los comercios de productos talabarteros..
He hablado como emoción de una industria que nos enorgullece como villacuranos, sobre todo de la época que se fabricaba la montura artesanalmente.
La Villa de San Luis, 15 de julio 2019
NOTA: Este post lo publiqué en mi blog personal con el siguiente enlace: https://letrasdeoscarcarrasquel.blogspot.com/2019/08/apuntes-sobre-la-industria-de-la.html