Historia real del hospital Isaías Duarte Cancino de Cali

Mi tío Ramiro es enfermero, él se graduó en el 2011 y mientras estudiaba tenia que hacer practicas (nocturnas) en el hospital Duarte Cancino, dormía en la mañana para ir a la escuela de enfermería en la tarde.

En ese hospital, supongo que en todos los hospitales, pasan cosas muy extrañas, me cuenta que en una ocasión lo mandaron a hacer las camas de toda un área que se encontraba despejada. Estaba en el último cuarto de ese pasillo casi por terminar la cama cuando le cerraron la puerta, él pensó que había sido una de sus compañeras así que no le dio importancia; cuando por fin terminó quiso salir pero la puerta estaba atorada, se asomo por debajo de la puerta (comúnmente en las puertas de cuarto de hospital hay unas rendijas) miro y vio los pies de una enfermera así que no dudo que fuera una de sus compañeras y comenzó a decirle:

“Yuli abríme... ¿Ingrid?...”, pero del otro lado nadie le contestaba y él seguía: “Yuli... ¿Ingrid, Tati? ábranme pues que nos van a regañar”... Mi tío empujaba la puerta cada vez con más fuerza pero no lograba que se abriera lo que le parecía raro por que sus compañeras eran delgadas y como el siempre ha sido robusto ninguna de ellas podrían detener los empujones que él le daba a la puerta hasta que al final dijo: “bueno no me abran que aquí me voy a quedar hasta que les de la gana de abrirme” y se hizo hacía atrás. Ahí mismo vio como los pies caminaron y corrió a abrir la puerta pero no vio a nadie, el pasillo es de unos 15 metros como para que alguien corra tan rápido para ocultarse, así que buscó en los otros cuartos y no encontró rastro de nadie.

No le dio importancia y se devolvió a donde estaba por las sabanas sucias, al mirar de reojo hacia el baño que tenia la puerta abierta, en el espejo estaba el reflejo de una enfermera, pálida con ojeras muy marcadas y cabello reseco que se burlaba mientras lo señalaba, mi tío sacudió la cabeza cerro sus ojos, volvió a mirar y ya no había nada.

Tranquilizándose un poco agarro de nuevo las sábanas pero sintió una textura diferente a la de la tela en ellas a lo que bajó la mirada para darse cuenta que estaba agarrando el cabello reseco de la mujer que acababa de ver frente al espejo y que seguía burlándose de el, salió corriendo del cuarto pero se encontró con la puerta cerrada, la empujó con fuerza y escuchó la risa más cerca, cuando sintió que estaba a punto de tocarle su compañera Ingrid abrió la puerta, mi tío la agarro como pudo y se fue corriendo lo más rápido que podía prácticamente arrastrándola.

Cuando se pudo calmar se lo contó a la jefe y a los doctores pero resultó que ya estaban acostumbrados a la presencia de ese ser (y por eso a esa área siempre mandaban a los practicantes).