Critica Nevermind

in #music6 years ago

evermind cogió por sorpresa a varias generaciones que no estaban preparadas ni por asomo para clasificar este horrible grito de dolor de apariencia tan ñoña, tan dramático y a la vez tan pegadizo. El boca a boca lo propagó más aprisa que la propia radiofórmula, y en pocos meses todo el mundo tenía un ejemplar en su estantería. Los periodistas, al grito de "para algo nos pagan", corrieron a inventar o tomar prestadas de por ahí palabras del tipo "grunge", "indy" y tonterías por el estilo. Las "no pintas" de Kurt Cobain se convirtieron en las pintas oficiales de muchos jóvenes, y de nuevo se produjo el tipo de onda expansiva que ya habían provocado Sex Pistols o Ramones, según la cual de pronto no había que saber tocar mucho para tener un grupo.
Las bases rítmicas del disco suenan poderosas y conjuntadas, aunque no van más allá de lo que suena cada día en miles de locales de ensayo; la guitarra tiene un sonido y unas maneras de lo más corrientuchas; los solos, siendo benevolentes, son infectos y cutres; la voz no está muy bien impostada... ¿Qué tendrá este disco, pues, que tanto nos gusta a tantos? Creo que tiene al menos dos cosas que lo convierten en la auténtica maravilla que es: un nivel compositivo fuera de lo normal y una insólita capacidad para convertir la amargura en algo bello.
En cuanto a lo primero, Nevermind está plagado de melodías simples y maravillosas que llevan sorpresa: de pronto acaban no en la nota que esperas sino en la de al lado. Las sucesiones de acordes contribuyen a sembrar el caos y la oscuridad, saltando continuamente del modo mayor al menor como quien se rasca los cataplines, descubriendo una y otra vez que el acorde más impensable es el más adecuado, haciendo fluir combinaciones de notas que normalmente cualquiera descartaría y creando con ellas, como churros, melodías magistrales. No intente hacerlo en su casa, hay que ser Kurt Cobain para que se te ocurran maravillas como In bloom, Lithium, Drain you o Polly. El tío no se molestó mucho en aprender a tocar o cantar, pero debía gozar de una increíble visión espacial "de serie".

Y en cuanto a lo segundo, el disco refleja un ambiente opresivo y decadente de los de toma pan y moja... pero a la vez melódico, bello, pegadizo y perfectamente radiable. Muy alejado de tormentos metaleros o góticos, Cobain supo expresar su ira de forma delicada y femenina, aunque sin renunciar a despellejarse la garganta, empresa en la que parecía empeñado. El tonillo de Nevermind tiene que ver con el de una rabieta infantil, caprichosa, egoísta e inmadura pero no por ello menos tremebunda, desoladora y sincera. La fórmula que empleó para expresar tanto malestar era magistralmente simple: la del subidón. Casi todas las canciones tienen una primera parte en que la guitarra no lleva distorsión, la voz canta grave y bajito, etc, que da paso a un subidón ruidoso en que, a grito pelao, aparece una nueva melodía más aguda e hiriente (a veces es la misma, en la octava superior) con su base distorsionada al uso. En fin, nada que no conociéramos bien de antes. Pero insisto: no intente hacerlo en su casa, que no le va a salir.

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