Desde las primeras líneas Hesse hace énfasis en su estado mental, describiéndose como un neurótico, insomne y psicópata. Menciona que incluso el médico del establecimiento le insinúa que sus dolencias pueden tener un origen psicosomático. Constantemente marca una diferencia entre él y el resto de las personas, sobre todo con los demás enfermos, a los cuales contempla con cierto desdén.

¡Ay, esos bastones, que aquí se veían por doquier, esos malditos bastones de enfermo con puntera de goma que se adherían al asfalto como ventosas! Cierto es que también yo usaba bastón, un delicado bastón de Malaca cuya ayuda me era muy valiosa; sólo por necesidad hubiera prescindido de él, ¡pero nadie me había visto nunca con uno de esos tristes bastones de goma!

Esta visión desmejorada de sí mismo puede atribuirse a las crisis depresivas que sufrió durante esta época, sin embargo, sus palabras también reflejan un esfuerzo considerable para atravesar su padecimiento con una solemne dignidad.

A medida que relata los hechos de la vida cotidiana, agrega un matiz filosófico a los aspectos más simples, como la hora del almuerzo o la decoración, llegando incluso a atribuir un espíritu aleccionador a los bancos del parque. Estas reflexiones provenían de una observación metódica de su entorno. Para cualquier escritor o aspirante a filósofo sería práctico adoptar este análisis concienzudo de las cosas que parecen carecer de importancia.

Sus descripciones también abarcan a varios de los huéspedes de la casa de baños y demás habitantes de la localidad, con una tendencia a exagerar algunos rasgos, la cual deja entrever sus propias opiniones y convicciones. Dedica un capítulo entero a su vecino, el holandés, al cual describe como “una figura mítica, un ídolo, un demonio y un fantasma”. Sin embargo, llama más mi atención la forma en la que pinta a un hombre de aspecto burgués, imprimiendo en sus palabras un desprecio sutil por esta clase de personajes.

La falta de simpatía por la sociedad y las clases medias, es un aspecto recurrente en la obra de Hesse. En este relato, como en otros escritos, expresa su preocupación por la desigualdad social y recuerda amargamente la difícil situación por la que pasaban los alemanes para ese momento, sintiéndose avergonzado de su posición de relativa abundancia y bienestar.

En los capítulos finales describe el agravamiento de la enfermedad y su posterior recuperación. Al verse abrumado por el dolor se entrega a las actividades recreativas del balneario que hasta ahora había contemplado con disgusto o al menos con ironía, desarrollando una especie de alter ego, el bañista Hesse, con el cual no se encuentra para nada satisfecho. La mejoría viene con una revelación acerca de la realidad, una reconciliación con sus principios, dándose así una de evolución del estado mental paralela al proceso de sanación.

El relato cierra con una mirada retrospectiva en la que analiza las bondades del balneario, observa que es probable que deba volver en el futuro y concluye con algunos pensamientos filosóficos obtenidos de la experiencia.

Me parece que se puede aprender mucho de la lectura de En el balneario, no sólo de la vida y la personalidad de este gran escritor, sino de cómo los padecimientos físicos influyen en el estado psicológico y se convierten en un filtro por el que pasa cualquier filosofía o pensamiento. Además, creo que es posible obtener de las líneas de este relato, al menos una muestra del proceso a través del cual Hesse extraía de sí mismo y de su entorno, la materia prima para su obra.