Lo conocí hace 20 años, el señor Julio llegó a las puertas de mi tienda de mascotas recién inaugurada, a ofrecer sus servicios de jardinería para un área de unos 9 mts2 que tengo en la acera del frente. Como era época de lluvias, la maleza había crecido considerablemente y por supuesto le dije que sí. Al instante, sacó de un improvisado bolso hecho de un saco de fique, un filoso machete que desenfundó de una vaina de papel de periódico.

Impresionado, vi como aquel hombre de unos 65 años, rápidamente iba rebajando con su machete, todo el pequeño jardín. No pasaron 30 minutos cuando terminó de cortar todo, tarea que para mi normalmente significaba todo un día acompañado con una caja de cervezas frías. Se incorporó y me dijo jadeante, busque unas bolsas para recoger y un vaso de agua pero natural. Le traje las bolsas y el agua, recogió todo dejando mi frente impecable. Antes de partir me preguntó, cuando vuelvo?- Esté pasando que cuando crezca de nuevo, lo vuelve a cortar, le cancelé lo acordado y se marchó.

Desde ese día, el señor Julio ha cortado mi jardinera del frente. Los primeros años, casi todas las viviendas de la cuadra, tenían jardín. Poco a poco fueron desapareciendo tragados por la selva de concreto y la poca conciencia ecologista de mis vecinos. Hoy, solo mis 9 metros cuadrados permanecen en la cuadra como recuerdo. La gente me pregunta siempre, cuando voy a echarle cemento a ese pedazo tan pequeño. Y mi respuesta es la misma.. "Hasta que el señor Julio quiera".

Ahora, el señor Julio debe tener unos 85 a 90 años, ya no tarda 30 minutos sino 1 hora cortando el área. Pero siempre dispuesto a trabajar honradamente. A veces no se si sentir admiración o tristeza por el. Nunca supe donde vive, si tiene familia o si recibe alguna ayuda gubernamental, tampoco conozco su apellido o si tiene alguna identificación. Solo se que cuando es tiempo de sequía y no hay trabajo, me pide prestado algo de dinero que cuando llueva otra vez, el me paga. No se ya cuanto me debe en 20 años pero ha sido el mejor dinero que he regalado.

La foto se la tomé hoy que pasó por su préstamo semanal, ya que estamos en temporada seca acá en Venezuela. Le pedí el favor para hacerlo y sacó de su bolsa ahora de plástico, el machete para que lo identificaran mejor.

Y con su peculiar saludo, me despido.

Buenas, buenas... Llegó el jardinero.