Se embarcaron en la gran nodriza, miraron al cielo de Sagitarius como un portal indeseable. Se sostuvieron de las manos mientras la nave encendía los motores, los cañones de propulsión se nivelaban para alcanzar su máxima potencia, y los faroles de elevación dieron sus saltos esperados.

Era una nave ancha y colosal; simulando la magnificencia de la bíblica Arca de Noé. Embarcó a millones de pasajeros diferentes, que escapaban inconformes con la nueva línea de líderes que gobernaban su mundo.

Era una noche oscura y lamentable, donde centenas de almas constantes lloraban y otras solo se callaban, endureciendo todo su cuerpo hasta lo más profundo de sus entrañas. El Capitán de la nave; Gallel, anunció desde su megáfono industrial a todos los pasajeros que todo ya estaba listo para partir.

Los más débiles se hicieron más fuertes y los más rudos tuvieron que paralizarse, mientras las transiciones comenzaban a trabajar.

Se creía que Sagitarius estaría perdida por siempre, pero algunos guardaron la esperanza de poder volver cuando las cosas mejoren. Otros rezaban para no quebrantarse, para no volver al infierno que alguna vez llamaron hogar.

Dentro de aquella extremadamente masiva tripulación iba Sonia, aquella que un día escribió una carta para el único hombre que amó, quien se ha perdido entre las estrellas del infinito para no volver a sus brazos.

El hombre era un explorador, alguien dedicado a su trabajo. Ella se volvió más fuerte y decidió no esperar, así que se embarcó en la siguiente nave de pasajeros fuera de Sagitarius directo a Sión.

Ella espera encontrarse con el amor de su vida nuevamente, tocarlo aunque sea con la yema de sus dedos, mientras sostiene la rosa turquesa típica de su planeta, la que aquél hombre le dio, para tener suerte y así encontrarlo nuevamente.

Ilustración

Apoya a @celfditorial (nuestro proyecto) una revista de arte y cultura para la blockchain STEEM. Si te sientes parte de la comunidad @celfmagazine entérate más de el haciendo click aquí.