Recuerdos de Bremen (2ª parte)

in #spanish7 years ago

Hola Steemians,
sigo con el relato "Recuerdos de Bremen".

El profesor Seibert era un señor muy sonriente. Me dio la mano efusivamente , y me dijo en castellano:
-¡Hola!
Yo pensé: "¡qué bien, habla español!
Pero mi gozo en un pozo.
Al tener como alumno a un pianista ecuatoriano, de nombre Boris, conocía dos o tres frases hechas, y alguna que otra palabra suelta. Pero no hablaba español. Afortunadamente hablaba inglés con cierta fluidez y me pude comunicar con él.
-¿Qué le gustaría tocar?
-No sé, lo que usted me diga.
-Bueno, pues toque algo de Bach.

Entonces me senté en uno de los dos pianos de cola marca Steinway & Sons que estaban en su clase.
Steinway es la marca de más alta gama de pianos del mercado.

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-No, siéntese usted mejor en este otro, que es el del alumno y suena mejor. El piano del espejo es donde me siento yo.

La verdad es que los dos me sonaban igual de bien. Lo primero que pensé fue que el hecho de que hubiera dos pianos Steinway en una clase de piano demostraba la gran infraestructura de la Escuela Superior de Música de Bremen
En el Conservatorio donde yo había estudiado en España, al menos que yo recuerde, no teníamos ninguno de estos pianos, y las clases únicamente había uno de cola de una marca más convencional.

Me dispuse a tocar un Preludio y Fuga de J.S. Bach, del Cuaderno nº 1 del "Clave bien temperado " que está en Do # mayor.
Me salió bastante bien, quizás más rápido de lo habitual debido fundamentalmente a los nervios, pero no fallé. Me salió de principio a fin.
-Toca usted con tensión en las muñecas, pero con musicalidad. Muy bien, ¿puede tocar algo de Beethoven?

Y entonces yo, sin mediar palabra, comencé a tocar el primer movimiento de la Sonata "Waldstein", una de las más conocidas del compositor alemán.
Concluí satisfecho.
-Es suficiente. Muchas gracias.

Entonces Javier y el Maestro Seibert comenzaron a hablar en alemán.
No entendía ni una palabra. Pero Javier me miró y me hizo un gesto de aprobación, con lo que yo interpreté que al Maestro Seibert le había gustado lo que había tocado. Y de repente Javier dijo: "Tito , ¡el Maestro Seibert te quiere como alumno oficial!"
Para ser alumno oficial había que hacer unas duras pruebas de ingreso compitiendo con pianistas de todo el mundo que querían hacer sus estudios en Alemania. La opción que yo barajé fue la de Estudiante Invitado. Esto quiere decir que te dejan durante un semestre asistir a las clases, pero no tiene reconocimiento académico.
Entonces observé cómo el profesor Seibert se levantaba de la silla y se dirigió al teléfono de su despacho.
-Un momento,- dijo en español

Hizo una llamada, y después de hablar durante unos minutos, le dijo a Javier que la Secretaría del centro le indicaba que al ser ya mediados de Octubre, no podía matricularme como alumno oficial. Pero podía matricularme como Invitado, recibir de él todas las clases como cualquier alumnos oficial, y al año próximo, si me seguía interesando ser alumno de la Hochschule, matricularme ya como alumno oficial sin necesidad de hacer el examen de ingreso.

"¡Lo conseguí! "

Durante esa primera semana, conocí poco a poco a todos los alumnos de la Clase del profesor Seibert,

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(yo soy el de la derecha, con el pelo largo)

y durante los primeros meses estudié alemán de manera intensiva el idioma, ya que para ser alumno oficial era obligatorio tener un nivel medio de alemán.
En la casa donde vivía, la del señor Densch, tenía miles de libros en alemán, pero no sabía por dónde empezar.

De manera que, me apunté a unas clases gratuitas que daban en la "Volkhochschule" (Universidad Popular), pero iban muy lento y necesitaba refuerzo por algún sitio.
La mujer de Javier que era alemana, me propuso grabar unas cintas de cassete todos los domingos, para un proyecto de traducciones alemán-español en el que estaba trabajando con otras personas. Lo que hacíamos era grabar todos los tiempos verbales con sus correspondientes conjugaciones y modos indicativo o subjuntivo, con su correspondiente traducción al alemán y viceversa.

El señor Densch me hizo otra propuesta muy interesante: Yo le ayudaba a limpiar el jardín todas las semanas y él me daba clases de alemán. Acepté. Me dijo que no me preocupara si no entendía nada. Simplemente leíamos poemas de Goethe, y me corregía la pronunciación. Luego me preguntaba si entendía el significado. Al principio no entendía nada, pero poco a poco, según pasaban las semanas, iba entendiendo cada vez más.
(continuará...)
@titin

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