Entendiendo Universos: La miseria tiene varias caras. “Feos, sucios y malos” (1976) Ettore Scola.
Los Mazzatella
Si creíamos que una familia de muchos integrantes podía convivir en armonía, en Feos, Sucios y malos (1976) del realizador italiano, Ettore Scola, nos reafirma que no. El filme trata sobre la vida de una numerosa y disfuncional familia que vive a la periferia de la ciudad de Roma, en una chabola desvencijada. En el transcurso del film, Scola nos muestra a cada uno de estos personajes y su relación con los otros. Así, advertimos la miseria y el individualismo en el que viven los integrantes de la familia. Giacinto, -el patriarca- posee una considerable suma de dinero que mantiene escondido durante toda la trama. A partir de allí se desarrolla una serie de eventos donde cada uno de los miembros de la familia busca, a como de lugar, obtener el dinero para sus propios intereses. Por otra parte, Scola nos presenta a María Libera, una niña de aproximadamente doce años que mantiene una actitud diferente del resto de la familia, hasta ser arrastrada por el propio director al final del film.
El autor nos ha tocado diversos temas a lo largo de la película. Por un momento pareciera que los planos que no se relacionan con algunos de los personajes carecieran de importancia. Pero lo que Scola intenta hacernos entender es que por casi dos horas, nosotros somos parte del barrio Romano y, específicamente, un miembro más de la familia Mazzatella, que ha llegado a la deteriorada casa para ver todo que pasa desde una perspectiva alejada. Al tratarse de una película cuyo ambiente –mezquino y violento- se caracteriza por el día a día de los personajes, podemos decir que el egoísmo e individualismo de todos los miembros de la familia hacia ellos mismos, es uno de los conflictos principales. Durante toda la diégesis nos damos cuenta que ningún miembro de la institución familiar se tolera entre sí. La disfuncionalidad de esta familia es lo que provoca, principalmente en Giacinto, cierta desconfianza y temor hacia cada uno de los integrantes de la familia. Todo es una cuestión de dinero y este será el conflicto y discurso principal del autor. Pero ni Giacinto ni ninguno de los personajes se salva. Podríamos decir que esto es un “lanzar la moneda y ver quién la ataja primero.”
Ciertamente, el personaje de Giacinto nos ha mencionado a lo largo del relato, que el patrimonio monetario fue el pago de la aseguradora, por el accidente que cegó su ojo. Es por ello que otro de los temas recurrentes es la avaricia y la constante amenaza hacia el poder económico. Giacinto se niega a compartir su dinero con el resto de la familia –incluso con sus hijos- No existe ni un mínimo de afecto entre ellos mismos. Hablamos de un desorden emocional y familiar y de la incapacidad de relaciones filiales.
Como habíamos mencionado, el filme se caracteriza por su entono tóxico y mezquino, la violencia física, psicológica y emocional entre los miembros de la familia como parte de su cotidianidad, también se hace evidente en sus entornos laborales. En el filme existe una necesidad de progreso económico, social y personal que se ve limitado por la falta de capital monetaria, y que se nos muestra en las escenas en que vemos a los personajes en su lugar de trabajo, puesto que advertimos al vandalismo como medio laboral y habitual de la mayoría ellos, frente a la explotación laboral que, casualmente, atisbamos en los personajes femeninos (Lisetta, Dora y Gaetana). De esta manera, otro tema que se hace evidente en el filme es con respecto al rol de la mujer frente al poder patriarcal y a las conductas machistas. Al parecer, Scola nos ha querido recalcar la victimización de la mujer, en una sociedad retrógrada y arbitraria. Hablamos, además, de la satisfacción masculina por sus deseos sexuales, donde el sexo femenino tiene que vivir acoso y violencia de género como un hecho totalmente naturalizado.
Dora (Izquierda) en su lugar de trabajo siendo acosada por su jefe. Lisetta (derecha) trabaja en un asilo donde los enfermos le piden "favores" sexuales.
Este tema con respecto a la figura de la mujer, nos conduce directamente a María Libera, que a lo largo del filme se muestra como la menos fea, sucia y mala. Este personaje que nos ha presentado Scola, -en las múltiples escenas donde sale de la casa con tobos de agua vacíos- parece ser un agregado sin importancia dentro de la diégesis. Empero, se trata de un personaje que se balancea entre la infancia y la adultez. Nos referimos a la inocencia y responsabilidades precoces que tolera este personaje en un ambiente mezquino, que parece (hasta el final de la película) no alcanzarla. María Libera junto a la cancha de juegos (jaula) son como una especie de burbuja en medio de la pobreza y la miseria espiritual, representando la protección y seguridad de la infancia; una suerte de evasión a lo inhumano y pobre. Asimismo, podríamos decir que el alcohol también es un escape a la soledad, incomprensión y desigualdad familiar. Es por ello que siempre vemos a Giacinto borracho, hasta que su necesidad de compañía se nos hace evidente cuando conoce a Iside, puesto que ve en ella la posibilidad de afecto y comprensión y una comunicación afectiva como parte de la complicidad sexual y la compañía. En este momento sabemos que ya no se trata del egoísmo de Giacinto con su dinero (que existe y, OJO, con esto no quiero reivindicar a un personaje tan machista como el de él) sino, por el contrario, de la codicia del resto de los miembros de la familia, más que la capacidad de relación afectiva entre ellos. Es por ello que Giacinto lleva a Iside a la casa, hecho que provoca una ruptura del honor conyugal y familiar, por la aparición de una nueva figura femenina que, además, amenaza con la integridad de Matilde (Esposa de Giacinto). No obstante, esta nueva figura femenina se caracteriza por ser una posible beneficiaria del poder monetario de Giacinto, hecho que reúne a la familia con el único propósito de eliminar a la figura del patriarca y beneficiarse de su fortuna. Sin duda, -Y Scola nos lo afirma una vez más- se trata de un monopolio de los bienes patrimoniales, donde la incapacidad laboral, el desentendimiento familiar y el individualismo se acentúan como temas principales a lo largo del filme. Hablamos de personajes que son feos, sucios y malos, y con ello nos intenta poner de manifiesto la conducta de una sociedad desentendida y marginada del resto de la metrópoli. Su principal importancia es la conducta de las sociedades en plena década de los setenta, donde aún advertimos a la desigualdad de clases, al machismo y racismo.
María Libera trabaja como criada y se encarga de cuidar a todos los niños del barrio, a quienes lleva a la jaula de juegos. Más que un encierro es protección.
Ettore Scola nos ha expuesto su visión personal –tal vez a modo de sátira- totalmente inclemente ante un mundo que parece desentenderse de la cima del barrio. Scola nos ha mostrado la miseria hasta en el personaje más inocente que, cuando advertimos a cierta empatía, nos confunde. La mezquindad y el individualismo parecen ser el padre nuestro de los personajes de Scola. Una familia ignorante e incapaz de actuar frente a la periferia de la urbe, del desarrollo científico, tecnológico y, ante todo, social. La falta de capital los mantiene al margen de una sociedad moderna que sólo se presenta como una panorámica a lo largo de su entorno. El dinero parece ser la solución a sus salidas, pero no a su desdicha espiritual.
Ettore Scola coloca el teleobjetivo para hacernos ver la sociedad retrógrada de los años setenta. El ambiente no es sólo ese putrefacto y miserable lugar donde la única salvación se halla en una niña y una jaula de juegos. Aquí el autor nos ha denunciado –más que mostrar- las actitudes de un grupo de individuos malvivientes. No es una forma de desacreditar la desigualdad social, sino más bien de la necesidad de decirnos que el mismo entorno te puede alcanzar. Es la denuncia de lo inhumano en las clases que fueron marginadas. A diferencia de De Zicca, quien buscaba mostrar la angustia de la clase obrera de la postguerra; o de Rossellini, quien llevaba a sus personajes hasta el fondo de la desesperación. Scola nos hace hincapié en la crueldad humana y de cómo ésta, sin importar qué, puede alcanzarte -como fue en el caso de María Libera- y arrastrarte hacia ella. Si bien el filme se desarrolla en 1976 (poco más de treinta años después de la II Guerra Mundial) el autor nos pone de manifiesto la necesidad de una civilización que revoluciona a paso de tortuga. El racismo, el machismo, la desigualdad social, son todavía indicios de un mundo totalmente industrializado y facto de colectividad.