Entendiendo Universos: “El Amor es más frío que la muerte” / Rainer Werner Fassbinder (1969) ¿Problema de amor o de libertad?

Nunca el título de una obra cinematográfica tuvo tanta relación en cuanto a la estructura argumental, puesta en escena y, sobre todo, a su método actoral –Si es que podemos caracterizar uno-. El Director alemán Rainer Werner Fassbinder y su obra, “El amor es más frio que la muerte”, nos sumerge en una especie de intimidad con los protagonistas. En el transcurso de la película podemos presenciar diferentes técnicas actorales entre los tres personajes principales (Johanna, Bruno y Franz) y los que van apareciendo a lo largo del filme.

En los primeros minutos de la película vemos como la colocación de los elementos en la puesta en escena y los planos utilizados para representar los hechos, responde no sólo a lo que la historia nos quiere remitir, sino también que forma parte de las acciones ejecutadas. Nada es más frío que la muerte, hasta que R. W. Fassbinder nos dice que el amor (propio y ajeno) es lo más distante a nosotros mismos. De una forma muy precisa –Y acertando perfectamente en la puesta en escena- los espacios en blanco y carentes de elementos, además de los movimientos de la cámara –casi siempre estática como si se tratase de una obra de teatro-. Pues, qué distante nos resulta los personajes y qué poca empatía podemos tener con ellos (y ver entre ellos). Percibimos pereza, desgano y carencia de diálogos que, efectivamente, nos habla de una actuación que no se define por lo que nos dicen sus personajes: aquí el lenguaje cinematográfico actúa como el principal discurso, o como diría el profesor Rafael Marziano en sus tan ponderados “Apuntes de Realización Cinematográfica”, cuando surge la metáfora, entonces, hay arte.

La obra de Fassbinder nos recuerda en un principio a los actores de las películas del director francés, Robert Bresson. Sin embargo, no podemos decir que es del todo cierto, pues durante el filme podemos observar reacciones más expresivas, sobre todo por parte del personaje femenino. De esta manera observamos en una de las escenas, en donde Johanna se acuesta en el piso y Bruno comienza a acariciarla hasta besarle el pecho. Johanna, por su parte, reacciona con una carcajada hasta levantarse; consecutivamente su novio –Franz- le pega una bofetada, a causa del comportamiento que tuvo con su amigo. En esta escena podemos presenciar no sólo la expresión de la carcajada, sino también la reacción que tuvo una vez que recibe la cachetada. Empero, ¿Qué es exactamente lo que advertimos? Johanna es golpeada por Franz y, en vez de atisbar a un personaje herido física y moralmente, notamos una especie de vergüenza hacia sí misma, como cuando regañan a los infantes por hacer lo que no deben ¡Vaya a saber qué!. Entonces, ¿Podríamos llamarlo afecto? Porque, ¿Realmente existe amor propio? O en palabras del querido Erich Fromm, “Si el individuo la posee, también la posee con respecto a sí mismo; si tan sólo puede amar a los otros, es simplemente incapaz de amar”. Ese famoso diálogo final “Eres una puta” que le dice Franz a Johanna es, al parecer, ese amor –que no es amor- entre dos personajes que necesitan de la sumisión y autoridad del otro. Tomando en cuenta la tesis de Fromm, -y de la que ya he hablado en una de mis últimas publicaciones- Es el deseo de sometimiento lo que impulsa al individuo a huir de la libertad y a desenvolverse en actitudes destructivas, o según lo que nos dice Freud, cuando señala el problema del individuo al mezclar la destructividad con el instinto sexual, pues al no existir ello, sólo existe una alternativa: destruirse a sí mismo o destruir a los demás (Incluso ambas). Se trata de aliviar la incertidumbre aunque se despoje al sujeto de su propia libertad.

Fassbinder sin duda nos ha presentado a tres tipos de personas con un temperamento bien definido: no se trata de protagonistas sentimentales con grandes conflictos emocionales, sino más bien de individuos indiferentes ante los acaecimientos, pero con objetivos precisos que, sin duda, se ve reflejado en la actuación. Efectivamente, es necesario decir que la falta de expresión en estos personajes, -sobre todo en Bruno- solo responde a un tipo de sujeto –Destructivo consigo mismo y con los demás-. De hecho, nos parece interesante los largos planos secuencia, donde vemos lo cotidiano en la vida de estas personas, ¿Acaso es otra forma del director de mostrar el vacío y la subordinación de dichos personajes? La obra de Fassbinder, como habíamos mencionado en un principio, nos sumerge en la intimidad de sus protagonistas, ya que muestra de manera real los hechos cotidianos en la vida de estos sujetos, (a pesar de que se trate de una película de gánsteres.)