No importa cuanto tiempo tengamos que esperar
Van pasando segundos, el viento a veces se calma, otras veces levanta las olas, el mar pierde la calma; pero luego ambos se abrazan y la paz renace entre la brisa y las aguas.
Mientras esto va pasando, el mundo sigue si curso, las nubes van dibujando cielos más intensos y las aves siguen volando.
Quizá no exista ya tiempo para algunas cosas, algunas personas habran perdido sus años, pero los niños en diez años estarán esperando estar nuevamente frente al mar calmado. Por esto tengo fé.
No importa cuánto tiempo tengamos que esperar...
¿Quién dice que la esperanza debe tener sentido?
Aunque tengamos ganas de llorar, apostemos por el mañana donde serán libres los niños.
Mañana las cayenas todavía existirán, así como el amor, el dolor o el frío, pero tambien estará Dios para darnos el abrazo como el más amoroso padre al recibirnos. El está a nuestro lado ahora, y estará mañana sin demora.
No importa cuánto tiempo tengamos que esperar, porque tal como dice Fromm la esperanza es una paradoja...
“La esperanza es paradójica. Tener esperanza significa estar listo en todo momento para lo que todavía no ha nacido, pero sin llegar a desesperarse si el nacimiento no ocurre en el lapso de nuestra vida.”
Erich Fromm.
Volverá a brillar el sol, nacerán nuevamente las gaviotas, resurgirá el amor, volveremos a ser los que admiran las rosas, tomaremos de la mano a nuestros hijos y caminaremos hasta el mar donde sentiremos la brisa y escucharemos el sonido de las olas.
Volveremos mucho más fuertes y mucho más conscientes de que el mundo está allá afuera, que el calor humano de los amados es fugaz y valioso. Puede que por fin dejemos de lado las pantallas y empecemos a valorar la belleza de aquellas cosas que la rutina nos hizo olvidar, que simplemente dejamos pasar.
Hermoso post.