Arte y Escritura | Semana 29 | @sir-lionel

Saludos a toda la comunidad Venezolanos Steem . Me siento feliz de participar nuevamente en esta interesante propuesta de @solperez. Para esta participación elegí la obra "El Aquelarre" del pintor Francisco José de Goya .




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Imagen tomada de las bases de la iniciativa


El Aquelarre


Afuera en el patio, las ramas más altas de los naranjos competían contra la maleza tratando de atrapar las primeras gotas de lluvia. La singular batalla provocó un suspiro de tristeza del anciano. Adentro la lluvia empezó a colarse por el techo, las gotas discurrían rápidamente siguiendo el viejo rastro limoso en la pared.

Marta distrajo la atención de Don Pedro ofreciéndole una taza de café, apenas su padre tomó la taza, Marta corrió a mover la vieja máquina de coser y en su lugar colocó un envase para recoger la gotera. Su esposo Eusebio se tapó la cara con una franela mientras acomodaba su posición en el chinchorro.

La lluvia siguió arreciando, a lo lejos se escuchó un trueno, el ventilador de la sala dejó de girar y la televisión se apagó.

—Cónchale se fue luz otra vez —exclamó Eduardo, golpeando el cojín del mueble.

—Esa viene ahorita —le dijo Marta, tratando de calmar la rabieta de su hijo.

—Sí, viene ahorita, viene ahorita, siempre dices así y no viene hasta mañana —replicó el jovencito, mientras se sentaba al lado de su abuelo. Don Pedro le alborotó el cabello cariñosamente.

— ¿Por qué no fuiste al liceo hoy? —le preguntó Don Pedro.

—El pantalón del uniforme está roto, y mami no lo ha cosido porque no tiene hilo azul —empezó a responder Eduardo —además, casi no tengo profesores, la mayoría se fueron al otro lado del río.

—Nunca faltan las excusas —le interrumpió Don Pedro.

—Mira abuelo, no hay luz, aquí todo está feo ¿Por qué no nos mudamos al otro lado del río, como hicieron los vecinos?

—No chico, yo amo mi casa, ahorita se ve un poco fea, pero antes del aquelarre no era así.

— ¿Aquelarre, qué es eso? —preguntó extrañado el jovencito. Marta apoyó los codos sobre la vieja máquina de coser, Eusebio se quitó la franela de la cara, se sentó en el chinchorro y esperaron con atención la repuesta del anciano.

—Cuando tú no habías nacido, —empezó a responder Don Pedro —esa calle no era tan solitaria, las casas lucían bonitas con sus paredes blancas y hermosas tejas rojas. Yo atendía esa plantación de naranjas y arrimaba una buena producción a la frutícola, mientras que tu abuela, pasaba horas en esa máquina de coser elaborando delicados vestidos para las celebraciones de cumpleaños y matrimonios. La armonía reinaba en el pueblo hasta que apareció ese vendedor.

Era un vendedor muy astuto —continuó contando el anciano, aprovechando la atención de sus oyentes —su mercancía se vendió rápidamente, mucha gente corrió a comprar su dosis de ilusiones y fantasías. La armonía empezó a resquebrajase, aquellos que no quisieron comprar la mercancía fueron considerados enemigos, como el caso de tu padre, que lo despidieron del trabajo, otros se marcharon al otro lado del río o desaparecieron para siempre.

El vendedor se convirtió en un semidiós, sus seguidores descuidaron sus obligaciones, olvidaron sus propias creencias y como marionetas se sumieron en un aquelarre de adoración y despilfarro alrededor de su ídolo.

El aquelarre permaneció hasta que se agotaron los ahorros, las ilusiones y fantasías fueron desapareciendo igual que la frutícola.

Empezaron a faltar los alimentos y tu abuela no pudo seguir con nosotros por la falta de medicinas. Esa calle solitaria, el cultivo cubierto de maleza y la casa deslucida son el resultado de ese gran aquelarre alrededor del vendedor de fantasías. —terminó diciendo Don Pedro. Nadie agregó ningún comentario y se dispusieron a dormir.

A la mañana siguiente, Don Pedro que siempre era el primero en levantarse, se sorprendió cuando sintió el trajín en la casa a tan temprana hora.

Cuando salió de su habitación notó que había llegado la luz. El rugido de la vieja máquina de coser le trajo hermosos recuerdos, Marta dejó de pedalear, levantó la cara por encima de la pila de uniformes, le sonrió y salió corriendo a traerle el café. Desde el otro lado del corredor, Eduardo le pidió la bendición y siguió frotando la esponja haciendo desaparecer la mancha limosa en la pared.

El corazón del anciano terminó de desbordarse de la emoción, cuando vio que el chinchorro no estaba colgado como de costumbre, y afuera en el patio Eusebio se enfrentaba a la maleza armado de un filoso machete. A medida que la maleza era abatida por los machetazos, los naranjos mostraban su agradecimiento ofreciendo sus hermosos frutos de un brillante color parecido al sol naciente de un nuevo día.



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Agradezco y felicito a @solperez por esta propuesta . Si te animas a participar, aquí están las bases de la iniciativa



Publicación configurada con el 15% de beneficio para la comunidad de Venezolanos Steem.



Gracias por leer.

¡Hasta la próxima!



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Una historia que nos deja como conclusión, una actitud muy positiva para enfrentar situaciones negativas frente a realidades sociales adversas. Saludos amigo @sir-lionel

Muchas gacias por tu visita. Saludos apreciado amigo

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Gracias por el apoyo. Saludos

Extraordinario relato, partiendo de una obra pictórica, que traza una alegoría de nuestra realidad para desembocar en un paisaje de optimismo, trabajo y esperanza. Muy bien estructurada su historia, amigo...

Mi amigo, mil disculpas por no haber comentado esta publicación a tiempo. La verdad es que he tenido serios problemas de conexión. Como siempre hiciste una impecable publicación. Gracias por tu compañía.

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