Estaba totalmente segura que luego de esa noche no iba a poder escapar de sus manos y de mis verdaderos sentimientos hacia él; compartimos algunas copas en mi casa, mi madre al igual que yo estaba completamente asombrada, yo le había hablado un poco sobre él, pero tenía tanto tiempo que no le tocaba el tema que seguramente pensó que ya me había olvidado de él o que habíamos terminado alguna posibilidad de intento de relación.

Mientras el tocaba alguna pieza en la sala de estar ya que mi madre de curiosa le pidió que tocara algo para la velada, yo no deje de mirar su rostro, entre un tono pálido y rojo con mejillas sonrojadas, esos ojos azules que me hacían sucumbir en las profundidades del mar, sus grandes manos que iban a la par con su cuerpo y estatura, parecía ser un hombre totalmente contemporáneo pero que se conservaba a pesar de nuestras edades. Él mientras tocaba su saxofón me miraba a veces sonriendo, yo solo me quedaba analizando y asimilando tal situación, podría decirse que era una velada romántica, pues la sala de estar estaba adornada de velas blancas y rojas, una buena melodía, vino tinto y lo más importante, estaba él al lado mío.


Eran las 2 am y aun estaba yo con él conversando, entre eso supe que su estadía en mi país era corta ya que había sido contratado por un mes en una empresa de marketing internacional, en ese mismo momento supe que también se dedicaba al diseño y me hablo un poco sobre sus mejores experiencias en empresas conocidas.


Conversar con él era algo diferente de lo que hacía normalmente con algún hombre, realmente lo único que se me era interesante con los demás era temas sexuales, ir al grano, tal vez evitando conseguirme con el mal sabor de saber que eran tal vez hombres casados, divorciados, o que simplemente estaban buscando aquello a lo que yo le estaba huyendo.

Esa noche nos despedimos con una sonrisa tierna, le prepare la habitación de huéspedes, él me insistió que podía irse al hotel donde se estaba hospedando, pero la verdad es que no quise dejarle ir solo a esas horas, podía ser peligroso, o más bien, creo que le temía al hecho de que tal vez no lo volviera a ver.


"Si esto era una trampa de vida, había caído completamente, porque aun sabiéndolo, no quería ya escapar."


Paso todo lo contrario a mis malos pensamientos, esa mañana cuando al tocar la puerta y no recibir respuesta alguna, entre con el temor de no encontrarlo allí; estaba profundamente dormido, ante mis ojos se veía hermoso y mi curiosidad jugaba con mi mente y cuerpo, sin notarlo ya estaba acariciando su pálido rostro, estuve contemplando su sueño por varios minutos, queriendo que el tiempo se detuviera, pero quería tener listo algo de comida para él, así que retiré mi mano de su rostro, me levante y al darme media vuelta siento que su mano toma la mía y me hala hacia él, haciéndome caer entre sus pierna y la cama, para luego darme los buenos días y adueñarse de mi ser con aquel primer beso.


Entre semana nos veíamos hasta 5 días, visitamos muchos lugares turísticos de mi ciudad ya que ambos nos gustaba la fotografía, una pasión en mi que había dado por olvidada, pero que también revivió con la llegada de él, muchas cosas de mi que había dejado atrás tal vez para eso, no recordar el pasado y vivir de una forma distinta, intentar hacer una vida nuevamente. Todas esas noches luego de una dulce velada siempre íbamos a caminar a la orilla de alguna playa descalzos mientras contemplábamos el sonido de las olas y el brillar de las estrellas y la luna.

Mientras más se acercaba la fecha de su regreso, dentro de mí sentía una ganas inmensas de vivir el día como si fuese el último, pero no podía negar la tristeza que sentía de tan solo pensar que le tendría que decir adiós en algún momento. Toda la vida he pensado que hay personas que llegan momentáneamente a nuestras vidas para hacernos cambiar, tal vez él en mi vida solo sería eso, algo hermosamente momentáneo que me hacía feliz y que me hizo ver que no podía seguir cerrada ante la voluntad de mi corazón.


Aquella última noche la pasamos en un hotel, el mismo donde cenamos. La habitación está repleta de pétalos de rosas blancas y el ambiente era realmente exquisito y afrodisíaco; termine por dejar mi temor a un lado y me entregue a aquello que dentro de mí parecía ser un amor consumiendo o sellando algo puro; entre besos, caricias, miradas profundas llenas de éxtasis pero más de ternura, fue una noche corta para todo lo que mi cuerpo quería expresar hacia él, amor.


La mañana siguiente despertamos juntos con una sonrisa, aunque yo estaba un poco callada, quería estar lo más serena posible y no quebrarme ante él. No era culpa de ambos el tener que vivir a miles de kilómetros, sin embargo estaba agradecida por la oportunidad de conocerlo en persona, de haber vivido un mes junto a él, saber de nuestras vidas y vivir una rutina momentánea.

Estando en el aeropuerto y escuchar que su vuelo ya estaba por partir, no pude contener mis lágrimas, así que antes de que él me diera la espalda lo abrace fuerte mientras en mi mente solo pensaba y pedía a los cielos volverme a encontrarme con su ser. Él, sin embargo, secó mis lágrimas con sus dedos y me dijo que todo iba a estar bien, tomó sus maletas y le vi pasar por aquella puerta.


Todo el camino a casa fue pensando en el poco tiempo que había pasado junto a él, se me llenó la cabeza de flashback que me hacían llorar. Al abrir la puerta de mi casa allí estaba mi madre esperando por mí, sabiendo que me había quebrantado ante la vida y dándome aquella fuerza necesaria para pasar la página y seguir con mi vida, sin saber que tal vez podría volver a cambiar.

"Pero ese sonido peculiar ahuyentó de mi alma todo mal pensamiento, haciendo que mi camino fuese más claro."


Mis lágrimas se detuvieron al escuchar el soneto de su saxofón, al abrir la puerta él estaba allí como aquella noche que lo vi por primera vez, sonriendo.


"Mi vida ya había cambiado desde aquella noche; tanto él como yo no queríamos renunciar a nuestro destino."

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