La vida según mi perspectiva se resumía en trabajar los 5 días de las semana, llegar a una casa solitaria y poco cuidada. Nada de sorprender de la nueva vida que el destino me había dado, luego de firmar aquel documento que legalizó por completo el enlace quebrantado de nuestro amor. El divorcio es uno de los momentos más indeseables, por más que llega un punto en el que ya no sientes amor por la otra persona, el tener que encontrarse cara a cara sabiendo que esa será la última vez que nos miraremos, hace retorcer cualquier buen recuerdo, de esos escondidos en lo más recóndito, que te hace dudar, suspirar y tener que opacar con momentos amargos de poca importancia durante la extinta relación.


Podías ver mis zapatos tirados en la entrada de la habitación, las medias por doquier, los restos de comida rápida sobre la mesa junto a las latas de las cervezas. Cada trago amargo era más frío que la soledad de mi habitación al cual, por un buen tiempo, no di uso, siempre me quedaba dormido en el mueble mientras comía tal vez un trozo de pizza y bebía hasta más no poder.


Por un momento se me había olvidado que ya era viernes, me mire al espejo, estaba totalmente descuidado y lo debía admitir. Busqué entre tantas cosas y no pude encontrar la crema para rasurar, en ese momento me acordé que ella siempre llegaba tras mi espalda para darme aquello que siempre buscaba, como si leyera mi mente. Pero ya es un pasado muerto, un simple déjà vu que no debía robar mi atención. Tome un poco de jabón de baño y unte un poco en mi rostro.


Me sumergí en los pensamientos íntimos debajo de la regadera, recordando que mi vida había cambiado tanto que ni siquiera tuve momento para tener tal vez sexo casual con cualquier amiga o prostituta de la calle; llegué a pensar que mi compañero fiel me había traicionado también como lo hizo ella, ya no me funciona fue lo que pensé. Sequé mi cuerpo, me puse ropa intima blanca, esa que ella me regalo en nuestra ultimo aniversario. ¡Qué estúpido!, exclame y rápidamente lo quite de mi cuerpo, no había razón alguna para tener que lidiar con los recuerdos y mucho menos cargar ropa encima innecesaria, estaba solo y a veces se me olvidaba que podía hacer lo que quisiera.


Fui hasta el mueble de la sala, encendí la tv y estaba justo el canal pornográfico. Por un momento pensé que era martes por lo que se veía en ese momento. Esos días omitía verlo ya que daban series gays, algo totalmente retorcido para mi hombría. Pero algo que me dejó asombrado fue ver como aquel traicionero empezó a agarrar fuerzas por sí solo. Me hizo reír y seguí el juego para no sentir rabia. Lo que me faltaba, pronuncie mientras me sentaba a frotar mi entrepierna. Aquellos gemidos de hombres, las embestidas y sus besos hicieron que me calentaran, no podía creerlo, pero en ese momento no tuve nada más que pensar sobre lo sucedido, simplemente pasó y terminó en algo feliz para luego quedar totalmente dormido.


Era domingo, y de mi cabeza no podía sacarme esa escena de ser dominado por un sentir completamente extraño, algo nuevo y que era totalmente inaceptable. Tomo mi celular y veo algunos mensajes de esas viejas a quienes tuve más de una vez en mi habitación cuando me entere que mi esposa me montaba los cuernos; si ella lo hacía, yo también, por eso tal vez no existe tanto arrepentimiento entre ambos.


De pronto llega una notificación sobre una aplicación de encuentros gay, una vez más reí porque le hice caso a mi curiosidad, ya lo había descargado y sin darme cuenta tenía un perfil creado. ¿Qué haces? Pensé una y otra vez pero era algo en vano, de igual fui un masoquista ante el deseo. En ello un chico de unos 30 años me escribe para encontrarnos, me pareció muy atrevido de su parte cuando ni siquiera sabe quién soy, de momento solo quería rechazarlo, pero antes de enviar lo que le había escrito me manda un par de fotos eróticas, una de ellas eran sus grandes glúteos blancos; si no fuese porque de antemano sabía que se trataba de un hombre podría asegurar que era un trasero tan rico como el de una mujer bien cuidada. Pero aquello que me quitó el aliento de inmediato fue su viril miembro, que inmediatamente me produjo una erección.


Rápidamente cerré la aplicación y tire el celular en la cama para darme una ducha fría y masturbarme para que se me quitara cualquier pensamiento ocioso de lo que había presenciado, pero mientras lo hacía el pensamiento de su pene venía a mi mente una y otra vez haciendo que casi eyaculara.


Sentí esa chispa de nuevo, salí de la ducha todo mojado y antes de sentir cualquier arrepentimiento le di una dirección donde lo pasaría buscando. Tome mi ropa y las llaves del auto. Mientras iba manejando no paraba de sonreír, estaba totalmente atónito con lo que iba a hacer, pero en ningún momento pensé en dar la vuelta y dejarlo esperando. Estando en el lugar acordado lo llamo para avisarle que ya había llegado, él dijo que estaba cerca y que iba hacia donde yo estaba estacionado. Me puse un poco de perfume que cargaba en el auto, el cual usaba antes de verme con alguna chica y al mirarme al retrovisor me doy cuenta que el chico viene cerca. Tal y como sus fotos, grandes glúteos, con un pantalón corto amarillo ajustado que le hacía ver su gran dote, subió al auto, me saludo con un beso en los labios de imprevisto, pero no dije nada, lo acepte, guarde silencio mientras manejaba hacia el hotel más cercano.


Estando en la habitación, él se quita toda su ropa, se acerca hacia mí para quitármela mientras me besa y me lleva hacia la regadera. Entre sus besos pude sentir muchas veces su lengua algo que realmente me excitaba y hacía que agarrara sus nalgas con fuerza. En la regadera su miembro se erecto, me quede viendo un poco impresionado, puesto que era más grande de lo que se veía en la fotografía. El muy descarado tomo mi mano y la puso en su pene y me hizo una seña para agacharme para hacerle aquello que me había hecho desde hace ya un rato. Una vez más sonreí con descaro, se podría decir que con picardía, mis labios ya estaban besando su prepucio y mi lengua recorriendo todo aquello que introdujo en mi boca hasta mi garganta, no podía mentir, lo disfrute.


No pasó mucho tiempo para terminar en la cama juntos, quedé maravillado con aquello que tenía entre mis manos, tanto que él se dio cuenta. Me empujó hacia su boca estando yo encima de él para luego introducir un dedo en mi ano. Me hizo sentir un poco de presión, pero de cierto modo inexplicable era algo agradable, antes había escuchado que por allí estaba nuestro punto débil del éxtasis el llamado “punto G”, pero me rehusaba a creerlo. Introdujo uno más con lubricante algo que me hizo gemir por el dolor placentero. Tomó su cartera y sacó de ella un condón para luego ponérselo.


Me puso boca abajo en un plan dominante. De pronto siento algo húmedo y rico en mi ano, era su lengua recorriendo mi agujero un tanto dilatado por previo juego con los dedos. Un grito salió de mis labios cuando comenzó a penetrarme, a pesar de estar dilatado era tan grande que no entraba con facilidad. Me quite como pude, lo puse boca arriba y me senté sobre él. El éxtasis era algo que recorría mis glúteos hasta el blanco de mis ojos y de mis manos recorrer su pecho. Ambos miramos hacia el espejo que reflejaba aquella escena lujuriosa y al cabo de minutos él empieza a masturbarme y a gemir en un unísono para terminar eyaculando sobre él y él dentro de mí.


Aun con todo lo sucedido, supe que no era simple curiosidad, tal vez ya lo había olvidado, pero mucho antes de casarme había experimentado de joven un deseo por otro chico, a lo cual según libros sexuales era algo normal cuando se está en el desarrollo, pero debo suponer que en mi caso era un gusto oculto e ignorado, que hasta la fecha de hoy era una sombra queriendo salir de lo más profundo de mis deseos.


Esa noche no la olvide, tanto así que cada día es una experiencia más por vivir con aquel chico que terminó robando mi corazón y adueñándose de mis deseos carnales, ya mi habitación volvió a ser tan cálida como antes y mis retornos a casa algo deseable.