Esta será la primera publicación de una serie llamada “Pintura Accidentada”, también emprenderé otra, de naturaleza similar, cuyo nombre la describe de igual manera “Escultura Accidentada”. Se tratan de dos proyectos artísticos cuyo enfoque no es la creación en sí, sino el reconocimiento de valores estéticos desapercibidos en algunos objetos de la cotidianidad.

Es una colección y/o recolección de piezas de la calle, composiciones hechas por la casualidad pura, sin registro ni dueño.

Esta pintura de la casualidad la encontré en la acera, afuera de una Pizzería en Chacao, Caracas.

Cuando la vi estaba doblada, por la mitad, dos veces; la tomé, la abrí, y parecía un test de Rorschach, pero más libre; la volví a doblar y la guardé en mi bolsillo junto a la cartera.

Me agrada, visualmente, algunas partes más que otras, como ese borde café oscuro; además se nota que fue una esquina lo que más se enchumbó, por eso tiene cierto aire de simetría, en fin, me gustó la mancha.

Llegue a casa y quería pintar manchas, entonces busqué acuarelas, marcadores y comencé a hacer experimentos. En un momento utilicé un marcador negro punta fina, no recuerdo la marca, pero me di cuenta que la tinta se corría al contacto con el agua, saqué hojas de papel cebolla de un blog y empecé a hacer varios trazos, como rectángulos con punto de fuga, luego las posé en un periódico y les puse una hoja de papel bond mojado encima. Las dejé ahí un día completo y la mañana siguiente levante las hojas. La tinta negra del marcador se había corrido, como esperaba, pero además se había separado de alguna forma en varios colores, una paleta de morados y azul claro, súper psicodélica.

Fue un buen experimento y el resultado es también parte de mi colección, junto a la mancha de café, especie de accidente-inspiración.

Solo nuestra mente puede otorgarle valor a los objetos y situaciones.

Espero que disfruten, gracias por leer!!