Nuestros santos inocentes
En Merlo, Provincia de Buenos Aires, soldados de Herodes festejan la navidad disparando tiros al aire.
Para qué ahondar aquí en la evidente contradicción que significa festejar el nacimiento de Jesús con armas de fuego. Observemos tan solo que acaso en esta contradicción haya que incluir al habitual uso de bombas de estruendo como parte de los festejos, ya que estas nos sugieren a las bombas propiamente dichas, aun cuando en este caso no tengan el propósito de matar.
Pero decíamos que estos soldados disparan al cielo. Y como sabemos, salvo que se supere la velocidad de escape de la fuerza gravitatoria terrestre, todo lo que sube tendrá irremediablemente que caer. Vale decir que lo sabemos por pura experiencia, no hace falta comprender las leyes de Newton o las de Einstein para tener este tipo de conocimiento. Podríamos ser idiotas, o soldados, y aun así sabríamos que si escupimos al cielo el escupitajo volverá a caer sobre nosotros mismos.
A las balas que caen tras su ascenso se las llama balas perdidas. Sin embargo, siempre que se habla de balas perdidas es porque la fortuna hizo que no se perdieran. Si las balas en verdad se perdieran nadie las mencionaría.
Los inocentes juegan bajo un cielo que se les presenta benévolo. Ignoran ellos, también sus padres, que Herodes ha dado ya la orden. ¿Cómo podrían saberlo? Ningún ángel les dio aviso. Los soldados obedecen sin dilaciones, no dan lugar a cavilaciones de ningún tipo. Y ellos ahora festejan, entonces son idiotas que festejan su idiotez, son soldados que obedecen a su Herodes. Disparan.
Sus balas, perdidas, caen y encuentran a nuestros santos inocentes.
Noticia: Dos nenes graves tras recibir balas perdidas en los festejos de Navidad.
Cada mañana, las noticias anuncian un santo inocente...
Lamentable la noticia de Maite.
Muy triste, realmente.