Imágenes de un paseo por Berlín | Pictures: Walk at Berlin

I

Por la noche apagan los semáforos y no encienden las farolas. Las calles oscurecen pronto, tan pronto que a veces te olvidas de la luz.

Y piensas que la neblina gris que aparece en las mañanas es el sol y esperas que la temperatura suba a medida que avanza el día.

Pero la única luz que ves es la que se expande desde las ventanas de las casas.

Desde el tren que cruza la ciudad por arriba, por encima del río y las calles, puedes mirar el interior de los salones.

Como casas de muñecas a tamaño natural, observas fugazmente las vidas de los otros.

Y te remueves en el asiento llena de vergüenza, por asomarte a una intimidad sin permiso.

Pero ellos no ponen cortinas, sus habitaciones se ven desde la tuya, y sus rutinas se transparentan hacia fuera. Hacia ti.

II

Conoces cómo funciona el objeto-ciudad.

Nunca hay grandes diferencias: las calles son distintas, los edificios y los ritmos han cambiado, eso es todo.

Pero sientes que te introduces poco a poco, como un animal extraño, en territorio ajeno.

Y sabes que todos los animales distinguen al intruso.

Tus gestos te delatan. Eres extranjero por la manera en que te sientas, por la ropa que usas e incluso por tus miradas.

Tu acento es tan sólo la confirmación de la no pertenencia.

Y el que no pertenece no conoce las reglas, y por lo tanto atenta contra la calma de una ciudad en la que no ocurre nada.

Poemas de Lidia Hurtado. Berlín, 2012

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