¿Un artesano o acumulador compulsivo? | Cojedes, Venezuela.
Hace 3 días un par de amigos me invitaron a entrevistar a un señor que nunca antes había visto, vivía a unas 23 cuadras aproximadamente de mi casa, de estatura 1,59, no era muy alto pero sin duda alguna su tamaño no subestimó las cosas que llegó hacer.
Al entrar a su casa nos recibió con una canción muy buena, un clásico versionado por los Jackson Five “Who’s loving you”, fue una buena impresión, tenía un equipo de sonido muy curioso, las cornetas eran escarchadas y una luz naranja salía del piso, fue muy extraño. Me tocó presentarme, mi amigo Cristopher y Daniell ya lo conocían, entonces le dije mi nombre: “Pedro Emilio Maya, un placer” le extendí mi mano y el hizo el mismo gesto, pero me percaté que tenía sus manos llenas de grasa, igual no me impedía estrechar su mano. “Mi nombre es Victor” con una media sonrisa bajó su mano, le pregunté cuál era su apellido pero nunca nos quiso dar su apellido.
El diseño y la luz naranja incrustada en el piso todo fue hecho por él, “Después de pasar esa puerta verán mi mundo, el mundo de Victor, lleno colores y magia” la expresiones en su rostro eran un poco perturbante, pero igual me daba aún más curiosidad. Pasamos a la segunda sala y vimos una pintura en la pared, era una playa, con flores inmensas, él fue el pintor y sobre esa hermosa pintura había muchas cosas más, 5 relojes de pared, mucha decoración navideña, y otras cornetas reconstruidas y decoradas por el mismo.
En el otro extremo había un equipo de sonido mucho más grande, también fue reconstruido y diseñado por el, una colección de botellas hermosísima, flores, trofeos, luces, era un sitio muy pintoresco, en ese momento sonó el gran éxito “Bohemian Rhapsody” y con esa canción nos invitó a seguir conociendo su humilde y extravagante morada, pero fue ahí cuando empezó lo más extraño. Al caminar por uno de sus pasillos vi una tv descompuesta y alrededor mucho desorden con distintas máquinas de trabajar, piezas que no eran para la tv, hasta una bomba para inflar las llantas de una bicicleta estaba allí, y fue así que seguimos caminando…
Tuvimos que llegar a un pasillo un poco más estrecho, desde lejos no se distinguía que había en el, pero en el momento de acercarnos, partes de motos, camionetas, bicicletas, cocinas, neveras, lavadoras, aires acondicionados, computadoras, equipos de sonido, televisores, de todo, fue ahí cuando nos empezó contar una historia al pasar por ese pasillo…
“Hace 10 años yo vivía en los andes, soy del estado Táchira, allá tuve una hermosa finca con montañas y ríos, llena de animales y cultivos por doquier, hasta que una vez un militar me expropio mis tierras, me echó con una sola vaca, la más flaca que tenía, estaba destrozado, no quería seguir viviendo, no tenía nada, solo una vaca que en cualquier momento moriría del hambre. Tuve un sueño donde un viejo hombre de la edad de 80 años se me acercó, encorvado y con el cabello tan blanco como la nieve, con una media sonrisa y con la voz grave y quebrantada me dijo “No te conozco pero siento que te he amado desde antes que nacieras, hijo mío, vende la vaca, vete con ese dinero a los llanos venezolanos, allá te estaré esperando para entregarte mi casa, será toda tuya y tendrás tantas cosas en ella que serás millonario, pero poco a poco iras llenando tu humilde hogar” al despertar de ese extraño sueño, vi que un hombre me observaba mi vaca mientras dormía, me miró y se me acerco diciéndome “Hola, soy el señor Noel Primera, tengo una parcelita por aquí mismo y quisiera comprarte esa vaca” y fue así que empezó mi mágica historia. Fui hasta Cojedes, el señor anciano al verme me dijo “Siento que te he visto antes, vamos a mi casa, te invitaré un café” Yo claro que lo reconocía y en su casa me durante 6 meses me enseñó todo sobre como reparar electrodomésticos, fue un gran señor, un día me dijo “Hijo, tenga las llaves de mi casa, haré un viaje muy largo y no sé cuándo regresaré, solo te pido una cosa, colecciona todo lo que puedas, haz de esta casa un museo, haz de esta casa tu palacio de arte…” y esas fueron sus últimas palabras, salió de la casa y jamás volvió”
La historia de Víctor nos causó un poco de gracia por lo poco realista que parecía todo, pero al pasar por la puerta de ese pasillo vimos muchas cosas más…
Deposito #1
Deposito #2
Parte de un pasillo del deposito #3
Deposito #4 y lleva el camino hacia la cocina.
Eran miles de piezas, guindadas en el techo, arrumadas, en el piso, en la paredes, por todas partes había algo, ya era casi imposible caminar, el nos decía que todo tenía un valor sentimental y que recordaba exactamente donde estaba todo lo que dejaba allí, cuando alguien le tomaba algo a escondidas nos dijo que su cerebro le mandaba una señal hasta llegar al sitio donde fue robado, si, muy extraño y entre tanta chatarra, al fin pudimos llegar a su cocina, allí nos esperaba su gata “Epifanía” era una cocina muy pequeña a comparación de las grandes rumas de basura, que tenía el en sus pasillos, su cocina tenía también tenía piezas de electrodomésticos por todas partes.
Gata Epifanía.
Cocina.
Comedor.
Daniell tuvo el atrevimiento de preguntarle donde dormía el, y nos llevó hasta su taller “Aquí he hecho todo lo que han visto, aquí duermo, aquí respiro, aquí está mi vida, aquí estoy yo” le pregunté que si necesitaba ir al baño ¿Dónde iría? Solo reía y no me contestaba, y luego solo vino un incómodo silencio… Era nuestro momento de irnos.
Habitación y taller de Victor.
Excelente post, me gusto!
te he dejado mi voto y seguido, espero te tomes un tiempo, y visualices mi muro!
Muchas gracias, ya pasare por allá
Super bueno este post, el trabajo duro se noto, la calidad es genial. Suerte c:
Muchas gracias por tu comentario, aprecio mucho el tiempo que dedicaste para leer esto, gracias