La libertad de expresión / El caso Venezuela
Una vez más el amigo @theycallmedan nos convoca con otra de sus iniciativas para exponer asuntos sobresalientes en nuestra coyuntura social y personal. En esta ocasión el tema que plantea es La libertad de expresión, nada más y nada menos, la divina alegoría de la libertad.
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En el mundo convulsionado de hoy por hoy vivimos inmersos en un laberinto de informaciones que surgen, fulguran y desaparecen con una celeridad alucinante. Todos los días los aparatos de comunicación se cargan con miles, con billones de mensajes de diversas naturalezas que muchas veces no nos dan chance para procesar la sustancia de lo que vemos ni de lo que oímos.
A la velocidad a la que vamos es humanamente imposible discernir entre lo veraz y lo falso. En estos días esclavizados a la supremacía del vértigo la ecuanimidad es un estallido. Estos son tiempos donde lo real se confunde con lo inexistente; lo cierto deviene en ilusorio (y viceversa); lo simulado parece fidedigno. En no pocas ocasiones la mentira se hace viral mientras la verdad desterrada muere de hambre por las calles. La rapidez de la información sobrevenida a la jungla digital que sigue siendo el mundo a menudo se convierte en obstáculo para separar la paja del trigo.
Hoy, más que nunca, podemos cantar con Enrique Santos Discépolo que el mundo es una porquería, incluso si la porquería no proviene del mundo, estrictamente hablando, sino de la naturaleza humana.
En Venezuela, a pesar de todo el maremágnum de internet donde podemos navegar más allá del cielo y la tierra, es una gran fortuna contar todavía con esas redes sociales que a trancas y barrancas han logrado sobrevivir a la censura comunicacional que los comisarios políticos le han cargado como pena a la gran mayoría del cuerpo social venezolano. Aunque también han impuesto muchas barreras a la emisiones en la red de redes y muchos ciudadanos han ido a parar a la cárcel por el simple hecho de escribir un tweet que le haya desagradado a la melindrosa cúpula del poder.
Recordemos que desde hace varios años el régimen implementó una política de exterminio a través de sus organismos y corporaciones para acabar con la prensa libre y el resultado de esa marrullera maquinación la padecemos ahora con la desaparición casi absoluta de la prensa escrita. La misión de asfixiar a todos aquellos editores que no se doblegaron ante órdenes autoritarias fue exitosa para ellos. No solamente se le negó a los diarios la posibilidad de adquirir divisas para la reposición de la materia prima (papel periódico, tinta, repuestos de equipos, etc.) sino que también se le aplicaron sanciones absurdas por cualquier motivo que anidara en las cabezas del huevo autoritario y se aplicó cacería de brujas contra las empresas o instituciones que anunciaran sus productos en esos medios informativos no obsecuentes con el régimen actual.
En el caso de la ciudad donde habito, Cumaná, capital del estado Sucre, de una decena de diarios que circulaban regularmente hace un par de lustros al día de hoy no queda uno. Ni uno solo. Desde hace años estamos con los dedos desentintados, desgraciadamente. No queda ni un solo órgano noticioso impreso que recoja las tristezas, los mensajes y las vicisitudes de una población que ronda el medio millón de habitantes.
La libertad de expresión es un derecho humano como lo establece el artículo 19 de la Declaración Universal de los Derechos Humanos:
Toda persona tiene derecho a la libertad de opinión y de expresión, este derecho incluye la libertad de mantener opiniones sin interferencia y de buscar, recibir y difundir información e ideas a través de cualquier medio de comunicación e independientemente de las fronteras".
Panorama similar ocurre con muchas emisoras de radio y televisión de señal abierta que, por causas similares a la de la prensa escrita, han tenido que desconectar sus antenas y apagar sus micrófonos porque no tienen capacidad financiera para renovar sus equipos con nuevas tecnologías y los pocos medios independientes que han logrado sobrevivir tienen que administrar las ondas hertzianas y las repetidoras entre el temor y la autocensura.
Por esa causa el espectro radial se encuentra prácticamente colonizado por emisoras recostadas al oficialismo y su discurso tramposo. Paralelamente, como dato adherido, existe una gran proliferación de estaciones en el espacio radioeléctrico venezolano para que grupos religiosos hagan sus proselitismos. La radio de libre opinión está cerrada para el ciudadano común. La propaganda política y el barullo han copado los diales de la telecomunicación en Venezuela.
En estos días de total confinamiento en el hogar por la pandemia del coronavirus aunado a la muy compleja crisis nacional, estoy releyendo ese capítulo de gran belleza plasmado, con letras de gloria, en Don Quijote de La Mancha, cuando el celebérrimo caballero le habla a Sancho Panza con estas palabras:
La libertad, Sancho, es uno de los más preciosos dones que a los hombres dieron los cielos; con ella no pueden igualarse los tesoros que encierra la tierra ni el mar encubre; por la libertad así como por la honra se puede y debe aventurar la vida, y, por el contrario, el cautiverio es el mayor mal que puede venir a los hombres.
Así como el sol sale para todos también para todos se oculta el sol, incluso para los cabecillas mandamases que se empollan y se engríen en las ostentosas alcobas del poder mientras Venezuela permanece en una sorda mudez desde que amanece hasta que llega la noche y se acuesta en su pesebre de silencio.
Porque creo en las palabras del ingenioso hidalgo
sé que la libertad volverá a brillar pronto en Venezuela.
Gracias por leer
Note: The translation has been made through DeepL
¡¡¡Felicidades!!!