Sexo frío
Sus manos huesudas erizaban mi piel debajo del pantalón,
era inquietante el ruido de sus huesos
y las cadenas de hierro que arrastraba,
sus finas caderas contra las mías
hacían erguir mi miembro entumecido de frío
y su rostro famélico me adormecía
en un relajamiento infinito.
-Tómame toda-
me susurró al oído,
con su voz como de ráfaga de viento
que se cuela por una ventana abierta en invierno,
yo la tomaba por la puerta trasera
mientras sentía unas voluptuosas nalgas que no veía,
mi sangre hervía en un instante y luego me llenaba de escalofrío.
De pronto su boca hizo presa de mi parte firme,
me hizo ver un cielo cubierto de niebla negra,
donde había sexo por todas partes
y mujeres voluptuosas llamándome por mi nombre,
sus suaves manos me acariciaban dulcemente,
mientras su aroma de mujer en celo llenaba mis pulmones,
me miró con sus dos espacios vacíos,
donde yo juraría que vi unos hermosos ojos verdes.
Me tiré al suelo y sobre mi, la hice mía tantas veces
que en un extraño orgasmo me elevaba al cielo,
mientras el fuego consumía nuestros cuerpos.
Poesía e imagen
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