Identidad Portable

   Despertó sintiendo dolor por todo su cuerpo. Sintió como si lo hubieran inyectado electricidad en las venas.

   Al dolor lo siguió un grito ahogado. Solo en ese momento abrió los ojos. La luz por encima de él brillaba con tanta intensidad, que sus receptores ópticos no tuvieron tiempo de retener la entrada de luz. Se cubrió los ojos con ambas manos y rodó ligeramente a la derecha, de este modo la luz no le daría directamente. Poco a poco los paneles que cubrían los lentes que hacían de pupilas, fueron controlando la entrada de luz. En cuestión de segundos podía ver perfectamente.

   Lo último que recordaba era haber perdido el conocimiento.

   Miró hacia arriba, y observó la lámpara que lo encegueció hace un momento, pero la intensa luz blanca ya no tenía efecto. Notó que la lámpara estaba sostenida por un brazo metálico instalado en una mesa con controles.

   Se sentó y miró con más detenimiento. Había estado reclinado sobre una especie de camilla metálica, integrada a la mesa con controles, que a su vez era parte del brazo que sostenía la lámpara. Se levantó de un salto. En seguida se sintió invadido por una sensación de vértigo. Apoyó sus manos sobre las rodillas, y controló las ganas de vomitar.

   Se reincorporó y observó la habitación a su alrededor. Se veía como un viejo consultorio, con instrumentos, piezas y latas vacías de maná. Parecía el lugar ideal para implementarle mejoras a alguien de manera clandestina.

   Rápidamente hizo un escaneo de sus sistemas. Sus niveles de maná estaban estables, los sensores ópticos funcionaban a la perfección, las fibras musculares se encontraban intactas y no había señales de que el procesador cerebral estuviera comprometido. Los órganos internos que aún eran naturales estaban operando sin dificultades. Sus ropas estaban intactas.

   No tenía sentido. Lo que sea que emplearon para dejarlo inconsciente era lo bastante fuerte para combatir su sistema inmunológico mejorado. Si Jayden hubiera querido sus partes se las habría quitado, si no, pudo haberlo matado. Así de fácil.

   Una vez más miró a su alrededor, en busca de su arma. Encontró un revólver, pero no era de él. Su placa también había desaparecido. Eso no era bueno.

   No sabía cuánto tiempo había estado inconsciente. No fue mucho, parece que los refuerzos que pidió todavía no habían llegado. Como sea, sí estuvo fuera de acción el tiempo suficiente para que Jayden escapara.

   Maldijo para sus adentros.

   Por tercera vez miró a todos lados, en busca de respuestas. Entonces algo en la camilla llamó su atención. En el cabezal de esta se hallaban conectados dos cables, no eran muy gruesos, cada uno terminaba en un plug, que era totalmente compatible con el terminal ubicado del lado izquierdo de su cabeza.

   Debió haberle robado información. Volvió a escanear sus sistemas buscando archivos que hubieran sido duplicados. Comenzaba a ser víctima de la ansiedad y el nerviosismo. Sintió calor, sus palmas comenzaron a transpirar. Se removió un guante.

   Pero su ansiedad no hizo más que aumentar. Rápidamente se quitó el otro guante.

   Estaba mirando unas manos, pero no eran las de él. Eran más delgadas, callosas, y mucho más pálidas. Quiso creer que la luz de la habitación lo estaba engañando, pero sus receptores ópticos funcionan a la perfección, aun con la tenue luz que envolvía el lugar.

   Desesperadamente buscó algo con lo que pudiera ver su reflejo. Un espejo, un trozo de vidrio, una bandeja de metal. ¡Lo que fuera!

   Encontró un pequeño espejo roto en una de las gavetas. Casi lo dejó caer al ver su reflejo.

   Tez blanca, más de lo normal. Un rostro alargado y con pómulos sobresalientes, una frente ancha y una nariz perfilada. Grandes ojeras bajo los ojos. Estaba mirando al rostro demacrado de Curtis Jayden.

   Volvió a echar un vistazo a los cables unidos a la camilla.

   Desde afuera pudo escuchar claramente cómo iban llegando los refuerzos. Las luces rojas y azules se colaban por las ventanas. Pero no le importaba.

   No le habían robado información, sino algo mucho más importante.

^{Cada imagen tiene link a su fuente.}

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Hacia días, quizá una semana o dos, que no apartaba un momento de mi tiempo para escribir un relato (enfocado entre tantas cosas). Se sintió bien dejar volar la imaginación una vez más, y que las palabras la guiarán.