Cuentos para leer sin rimel #4: Bocados
Cuentos para leer sin rimel #4: Bocados
La madre tomó una taza de plástico y le echó todo el arroz que traía en un recipiente. Luego sentó a los dos hijos frente a ella y comenzó a darle bocados de arroz a cada uno de ellos. Las bocas infantiles se abrían con desespero y masticaban con furia. Ella miraba el rostro de felicidad de sus hijos y una sonrisa se le asomaba a la cara. Ella, de manera nerviosa, pasaba la mano por el cabello grasiento y sucio, tratando de arreglarlo un poco: tenía que volver al trabajo en minutos.
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Mientras los niños comían el arroz, ella miraba por la ventana. En algún momento las cosas cambiarían y podría darle a sus hijos la vida que se merecían, pensaba la mujer con cada bocado. Tal vez si trabajara el doble, tal vez si se pusiera a vender cosas en la casa, pensaba y veía cómo la taza estaba casi vacía, y los niños aún no se llenaban.o0o
Al terminar, se levantó y se estrujó los ojos: estaba muy cansada. Uno de los niños le dijo inocentemente: ¿Y tu comida, mamá? Ella, sin saber qué decir, le dijo que ya había comido y que se iría de nuevo al trabajo. Les dio agua para que se saciaran y los llevó a dormir para que no pensaran en comida. Cerró la casa y caminó al trabajo, sintiendo cómo las tripas rechinaban y le dolía la cabeza: tal vez si trabajaba el triple, pensó ella con esperanza, podría cambiar su vida.
Mientras los niños comían el arroz, ella miraba por la ventana. En algún momento las cosas cambiarían y podría darle a sus hijos la vida que se merecían, pensaba la mujer con cada bocado. Tal vez si trabajara el doble, tal vez si se pusiera a vender cosas en la casa, pensaba y veía cómo la taza estaba casi vacía, y los niños aún no se llenaban.
Al terminar, se levantó y se estrujó los ojos: estaba muy cansada. Uno de los niños le dijo inocentemente: ¿Y tu comida, mamá? Ella, sin saber qué decir, le dijo que ya había comido y que se iría de nuevo al trabajo. Les dio agua para que se saciaran y los llevó a dormir para que no pensaran en comida. Cerró la casa y caminó al trabajo, sintiendo cómo las tripas rechinaban y le dolía la cabeza: tal vez si trabajaba el triple, pensó ella con esperanza, podría cambiar su vida.
Hola amiga, una triste y dolorosa realidad que se repite a diario en este mundo.
Saludos amiga, gracias por compartir tus creaciones con nosotros, siempre invitandonos a reflexionar.
Es triste y es más triste porque no es ficción. Un abrazo
Hola amiga, tus escritos siempre llegan al corazón del lector.
Saludos y bendiciones para ti.
Gracias mi bella!! Espero que esté bien. Saludos desde Cumaná.
Se siente el nudo en la garganta, dura realidad de muchas mujeres, de familias. Saludos.
Mi buen y querido amigo, así es. Una dura realidad que padecemos en nuestro país. Abrazos
Este es el cuadro común de la gente humilde en Venezuela. Que coman los chicos antes que yo.
Todavía quedan padres que se sacrifican y anteponen a sus necesidades, las necesidades de sus hijos. Aplausos para esos padres. Saludos