Cuento: 6 con 15

in #spanish7 years ago

I
Seré un vagabundo bohemio que escribirá poemas en servilletas, criticará el caminar de las palomas, y hablará de cine sueco con los guardias de los bancos. Tomaré todas las mañanas un café que me regalará una anciana bohemia, que sabrá a chocolate, o a agua, todo dependerá del color del cielo. La anciana bohemia será puntual, algunas mañanas (cuando el insomnio lo permita) tendrá que despertarme, pero siempre serán las 6:15 para los dos; ella me sonreirá y llenará mi jarra de ron con café, yo le contaré sobre algún pájaro que me había molestado la noche anterior (siempre hay pájaros en mi noches), y tomaré un sorbo de café, ella ya se habrá ido. La jarra de ron con café me traerá recuerdos, y luego se irán, como todos mis amigos.
“Cómo todos mis amigos” Qué frase tan dolida… A veces no dormiré bien, a veces lloverá, a veces los guardias me molestarán y se llevarán mi cama y mis cosas (esos días son interesantes), a veces vendrán los pájaros y me dirán piropos, yo me los creeré y querré irme volando con ellos, y se irán lejos, y yo me quedaré solo, pensando en que quizás en otra vida fui un maldito pájaro y por eso puedo entender cuando me hablan, y quizás ilusioné a otro vagabundo con volar a mi lado, y el vagabundo un día se cansó de enamorarse y me atinó, en medio de su ebriedad, una piedra. Y, con esas ideas, llega la mañana con la anciana bohemia a llenarme la jarra de ron con su café, su maravilloso café.
Aunque no tendré reloj me habré aprendido las horas de los días por la sombra que va creando el sol con los edificios y los árboles de las plazas. A las 6:15 llegará la anciana bohemia (creo que su nombre es Florencia).
Un día llegó a las 6:16, sesenta segundos de agonía para un corazón en blanco.
“Aunque no la espere, siempre quiero que llegue, y eso es algo que no puedo explicar”, así comenzará uno de los poemas que le escribiré, pero luego llegarán los guardias y se pasarán la servilleta por el culo, y se llevarán mi cama y mis cosas (plural), el Prócer de la plaza gritará algunas frases sobre justicia y respeto, y yo reiré tirado en el piso con un ojo morado. Será toda una fiesta.
Al otro día no recordaré nada, pero cuando la vea traerme el café pensaré en entregarle el poema, pero el poema no estará, y no lo recordaré, ni recordaré porqué ya no está, y pensaré que me estoy volviendo loco, y lloraré sin saber porqué, y tomaré un sorbo de café en mi jarra de ron, y cuando levante la cara la anciana bohemia ya no estará, y el mundo volverá a ser normal. Me tocará buscar unas servilletas en la panadería y un lapicero en el abasto de la esquina con mi mejor cara de vagabundo decente (¿qué es un vagabundo decente?), y me sentaré a escribirle poemas a todos, a las palomas, a los guardias, a los pájaros, a las sombras de los edificios y de los arboles, a los amigos que se fueron, a la anciana bohemia y su sonrisa (que siempre están), al cine sueco, a los próceres, a las plazas, y al color del cielo.

II
Cuando el insomnio lo permita intentaré terminar con lo que en algún momento de mis días comencé, aunque muy probablemente no lo recuerde. No es amnesia, suelo distraerme mucho con las voces en mi cabeza y con los pájaros; pero no te alarmes madre, las voces son normales, son amigas de los próceres y vendrán a cuidarlos mientras duermen (porque sí duermen). Yo les saco conversación para que no dejen de venir a cuidar a mis compañeros de cuarto, pero nunca les escribiré un poema porque sé que no valorarán su magia. Esto lo aprenderé por las tristes y las pésimas, problemas comunes en la vida de un sentimental.
En una de sus visitas les escribiré una estrofa muy romántica, sin segundos sentidos, pero no caballero, no les lea, pero seremos tercos (singular) y tarán: Un Francisco de Miranda que me mira con un gesto lamentable, mientras sus amigas se ríen y se alejan, luego llega la lluvia porque qué más. La lluvia parece el consuelo de un prócer cuando tiene un mal sueño, por eso sentimos a las plazas como lugares melancólicos cuando llueve. Y eso es lo que fui para Miranda esa noche, un sueño triste y solitario, aunque nunca me lo dirá, pues ya tendré demasiado con la risa que me dedicarán aquellas hermosas voces que nunca fueron para mí.
Las voces hablan e intentaré muchas noches ignorarlas con todo el resentimiento de mi alma, que no es nada importante y por ello nunca podré ignorarlas por completo, pero lo vale, pues me llego a enterar de muchas cosas. Son como personajes de un sueño lúcido en donde estoy limitado por leyes físicas y químicas. Ellas conversan y yo me enamoro, de momento soltaré un comentario revelador de información que no sabré de donde venga, pero a LA MIERDA QUE EN MI CASA ESTÁN HABLANDO PENDEJADAS y así no puedo pensar bien. Malditas tantas tontas voces, voces de ancianos imitando a bebes, voces de políticos imitando al pueblo y voces de imbéciles imitando a políticos, puras putas y pura mierda. “Pero ¿por qué te enojas? Qué necio carajito, por eso serás un miserable vagabundo solitario” Al menos tendré a mi arte, y a los pájaros, y el café por las mañanas de la anciana bohemia. Ojalá ella fuera mi padre. Y ellas se sorprenderán, me sonreirán y me incluirán en la conversación, pero ya no creo tener tanto para decir, porque comenzará a salir el sol y la mente se me irá pensando en que Florencia bajará cuando la sombra del roble toque la punta de la plaza, y nada importará mi marcha porque la noche siguiente, si es que las voces vuelven a venir, ya no me recordarán.

III
Siempre hay pájaros en mis noches y a pesar de todo a veces viajaré con ellos. De momentos tendré una vida bastante normal, con lujos y demás. Una madrugada partiré a la playa, regresaré al atardecer y comeré pizza en el mejor restaurant italiano de la cuadra mientras vea una película de cine francés porque será lunes, y todos sabemos que los lunes son para el cine francés, además es el favorito de los pájaros. Serán unos pájaros bastante esnobistas. Al principio no me tratarán, porque pensarán que no los entenderé cuando hablen y porque seré un desconocido en el que no podrán confiar, pero ¿qué tiene de malo confiar en un desconocido? Míralo a papá, es un perfecto desconocido y aún así podría contarle esto que te cuento a ti, si estuviera.
“Si estuviera” bah. Un día discutirán sobre por qué el cine francés es el mejor, con las palomas que hablan de cine argentino pero señor, ¿será que me dejan dormir? Y se irán y luego serán días tristes porque ni ellos ni las voces vendrán en las noches, y soñaré, y en mis sueños estarás y sé que no querré despertar, pero llegará la hora y la anciana bohemia me despertará con su café y le gritaré por haberme despertado, para luego arrepentirme, cuando vengan los guardias a derrumbarme el reino que he construido. Todo por un sueño, pero valdrá la pena soñar, como siempre, aunque a veces no estés y esté el vagabundo al que enamoré con mi vuelo cuando era un pájaro, o estén los pájaros que ya se fueron, o esté reviviendo una película sueca, o francesa, o argentina. Pero si, casi siempre llegarán los guardias, seres cobardes, a derrumbar mi reino y a construirme sus paredes de temor, como si nadie más gritara cuando le despiertan.

IV
Esos días serán interesantes, sobre todo por lo que no se ve, o por lo menos yo no veo. Habrá un señor vendiendo raspados en esa esquina de la plaza, siempre a las 12:30, pero esa es mi hora de regreso. Primero los guardias dirán incoherencias cómo siempre a eso de las 6:20, de esas que les enseñan en el curso de guardia. “Basta ya, no puedes estar acá, vago” y yo preguntaré “¿por qué no?” mientras me quitan mi cama queen de cartón, y como todo, será culpa de los bancos,
-Le estás vendiendo drogas a los niños.
-¿Qué?
Increíble. Bueno, parece que no todo es culpa de los bancos. Allí el prócer de la plaza comenzará a defenderme, pero ¿cómo crees que un prócer haga entender a un guardia (persona capaz de creerse (o inventarse) que un vagabundo tiene el dinero suficiente para ser narcotraficante)? No tengo casa pero si tengo cerebro, son cosas distintas.
Los niños jugarán con sus pelotas al otro lado de la plaza, algunas personas pasarán caminando cerca del espectáculo y tratarán de ignorarlo como si no estuvieran en la misma realidad. Las ventanas de los apartamentos se llenarán de espectadores disimulados y de dudas, pues algunos pensarán que está bien y otros pensarán en por qué mi cama es más grande que la de ellos. De pronto una pelota caerá cerca de mis piernas y los niños vendrán a pedírmela y les comentaré que los guardias los llamaron drogadictos, y a los niños no les gustará eso, así que se armarán con sus resorteras, sus piedras y uno de ellos con sus padres. Yo me iré a buscar algo de comer con toda la histriónica que me permite mi vocación en gesto de triunfo heroico y no importará, total, la mayoría del tiempo soy invisible. Que tengas un lindo día hijo, tengo un vuelo temprano, nos vemos la próxima semana.

V
¿Qué es un vagabundo decente? La verdad no tengo idea pues lamentablemente la palabra vagabundo se adueño del concepto de indecencia, o eso creen las personas lo cual es totalmente falso. Un vagabundo es la idea de libertad en su estado más humano, pero claro con el sistema de vida al que nos ha sometido la historia ¿quién podría considerarse libre? En mis plazas representaré a mi país. No en el que vivo, pues este no es mi país (wow, qué apátrida). ¿Cómo puedo llamar a un país cómo mío en donde soy invisible y mis ideas no importan para nada? ¿Es que acaso un vagabundo no puede querer ser presidente? ¿Qué tan mal nos iría? Nadie lo sabrá nunca, pues nos tachan de inútiles pero es la misma sociedad la que nos liquida con sus estigmas ridículos, y allí entre esa nada y esos “seres invisibles” nació mi país.

DSC00965.JPGCaracterísticas Generales

Bienvenidos a mi país. Mi país no tiene nombre ni ubicación específica. Ni años de independencia ni número de gobernantes. Mi país no tiene fronteras ni estados, solo comunidades. Uniones de numerosas personas. Mi país no tiene petróleo, ni grandes yacimientos de oro ni de ningún otro mineral, ni sembradíos gigantescos de hortalizas, ni grandes empresas del sector primario. Mi país no tiene mucho de lo que tienen los otros países. No parece muy común, pero si pareciera muy pobre, aunque no.
Mi país tiene lo necesario para que quienes viven en él nunca se aburran de estar allí. Mi país es caótico, (con pequeñas dosis de calma ocultas en las nubes, en los atardeceres, en la parte alta de los arboles, en el prólogo de los libros, en los charcos que forma la lluvia, en el vapor que sale de tu boca cuando hace mucho frío, en los tickets de metro, en la tenebrosa neblina, en el retrovisor de los autobuses, y sobre todo en las hormigas) enfermizo, psicótico, narciso, pero un exceso divertido.
Mi país es para todas aquellas personas que los otros países no quisieron, no aceptaron. Es para todos los diferentes, los extraños, los incorrectos, los malos, los malditos, los antisociales, los dementes, los incapaces, los buenos para nada, los marginados. Mi país es para personas felices.
Mi país no tiene muchas reglas. Y las que tiene, quienes tenemos el deber de cumplirlas, también tenemos el derecho de romperlas.
Mi país se rige por cinco principios. Destrucción, primero. Azar, segundo. Ira, tercero. Armonía, cuarto. Y por último como base fundamental, Caos.

Me gustará vivir allí, lejos de todo. ¿Para qué estar en donde no te quieren? Uno de los principales problemas de la convivencia con las personas en mi antiguo país serán la falta de tolerancia y el exceso de miedo, de su parte claro. Yo al comienzo seré como ellos, me sentiré tímido y todo será recreado. Un proyecto de un proyecto de un proyecto de un proyecto… Hasta que comience a ver a esos errores que me llamarán tanto la atención, y seguiré conociéndolos y animándolos a liberarse y animándome a liberarme. Me casaré y tendré una hija, pero iremos tan en contra de todo que terminaremos separados. A mí me borrarán la memoria y cuando vea a mi hija no sabré quién es. Una noche pasará caminando sola por un lado de la plaza, de pronto aparecerán unos policías y ella correrá a esconderse al centro de la plaza, las voces se callarán y los pájaros me dirán qué debo hacer. Levántate y da dos pasos hacia el árbol de naranja, cuando la oscuridad les tape los ojos a los hombres, grita como si no hubiera ni siquiera un hoy, nosotros haremos el resto. El sistema es tan temeroso que es una vergüenza para el maravilloso humano ser controlado por algo tan básico.
Creo que ya terminamos.
No, mentira. Mi hija, que no será mi hija en ese momento, se quedará escondida entre unos arbustos de tulipanes y cuando los hombres se marchen, justo 2 segundos después sonará su teléfono. Yo me acercaré para saber cómo está, pero sin decir nada ella se marchará corriendo por los techos de los negocios, y esa noche soñaré con ella, como habré soñado todo ese tiempo contigo, hermana. Lo bonito de esta historia es que a partir de esa noche, al menos un día a la semana ella pasará por cualquier plaza en donde yo esté y se sentará en un banquillo a leer un libro de Cortázar o de García Márquez, dependerá del color del cielo. Me mirará de vez en cuando con una confusión lúcida (creer algo con certeza sin saber cuál es el algo) y yo le sonreiré porque algo me hará querer sonreírle. Ella supongo pensará que soy un vagabundo decente, y lo soy, aunque eso no mucho importa mientras consiga servilletas en dónde² y bolígrafos con qué² [escribir mis poemas].

VI
Que siempre están en cualquier lugar cercano a la plaza, desde mi ventana casi siempre puedo ver las librerías y las panaderías, ¿qué más necesita el hombre que comida e ilustración? La libertad viene sola.
Aunque hay plazas creadas en la nada y para nada. Son tristes, vacías, secas, ni a un Prócer tienen. Una vez me iré de viaje a una de esas (si se puede ser turista), y en vez de una anciana bohemia vendrá una policía, a conversar conmigo sobre la situación económica del país. Sobre la inseguridad y la política y un montón de cosas que no entenderé porque no viviré allí. Pero le diré que todo eso es culpa del pueblo que no votó por mí, porque pensaron que era un loco y un borracho y un drogadicto, y solamente estoy un poco drogado y eso no está mal. Soy un poco más feliz que ellos, y como no son capaces de entender la felicidad más allá de sus narices, aquí terminamos todos.
Recordaré mi primer discurso por un tiempo:
“Buenas noches queridos hermanos, antes que nada déjenme presentarme. Mi nombre no tiene importancia, tampoco mi edad ni mi título. Antes que nada les confieso que hoy soy una celebridad abatida que terminó con el techo del mundo a centímetros de su cabeza. Soy un alcohólico, un soñador, un fugitivo. Soy el colmo de la sociedad, el refugio de los desconsolados. Soy la alegría dentro de la tristeza y el principio de las mejores amistades. Soy mi mejor momento y mi peor versión. Soy el atreverse a volvernos locos y el caer en consciencia para enmendar errores. Soy la antítesis del miedo y el amor más bonito.
Tengo 2 perros, uno es un dálmata de 6 meses y el otro es un terrier de 4 años. Ambos tienen un pelaje negro con blanco. Voy a mi penthouse a ver una película en mi televisor de 60”. Tengo un televisor de 60” y tengo un penthouse en un edificio de 14 pisos. Tengo la mejor vista de toda la ciudad desde mi habitación. Voy a lanzarme por el balcón, y ver que tan alto reboto; no será un suicidio, solo diversión.
Hacen falta explosiones para que mostremos lo que realmente somos, y así inundar al mundo con nuestra magia. Y no explosiones nucleares ni de bombas incendiarias, no. Explosiones de creatividad, de amor, de tolerancia, de conocimiento, del espíritu, de emociones, de preguntas y de respuestas, de imaginación, de ganas de seguir luchando, de lucidez, de pasión por la vida, y sobre todo, de locura. Hacen falta explosiones por todas partes del mundo, pero el miedo no nos deja ver.
Yo tengo 2 perros, uno es un terrier de 6 meses y el otro es un bulldog francés de 4 años. Ambos tienden a jugar con el gato, cual si fuera un perro más. Voy a mi casa de playa a distraerme, leeré un poco algún libro de García Márquez. Tengo un gato. Tengo un libro de García Márquez. Tengo un paraíso tropical a 4 pasos de mi jardín. Voy a sumergirme en el mar sin deseos de regresar. Voy a otro mundo, no será un suicidio, solo diversión.
Voy a la montaña de los sueños. Voy a tomar ayahuasca hasta olvidarme, hasta olvidar. Tengo un chalet en la montaña. Voy a recordarlo todo.“
Voy a recordarlo todo, qué extraña frase.
Mi madre entra al cuarto a las 6:15 y me despierta con una jarra de café porque debo ir al colegio, porque es lunes y nos toca hablarle a la profesora de cine francés, argentino y sueco.

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