¡Qué tontería! Éxitos y fracasos

Qué tontería, así calificamos en muchas oportunidades nuestra conducta o la de los demás. Hice o hiciste una tontería. Y cuando hablamos drásticamente: tremenda tontería.

No obstante, esta expresión no cuadra con las conductas, ellas no son ni tontas ni inteligentes,son sólo conductas. Respuestas externas o internas o ambas frente a determinados estímulos, procedan éstos del exterior o de nosotros mismos. Ejemplo: Tenía un gran  dolor de cabeza y  por eso hice tremenda tontería.

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Tampoco cuadra con nosotros, los seres inteligentes que realizamos las conductas y por consiguiente, las tonterías. Sólo es aceptable entendernos como productores de tonterías cuando entendemos el resultado de las acciones como resultados esperados o resultados no deseados. A los resultados esperados, satisfactorios, socialmente aprobados,  los llamamos éxito,  los aplaudimos. A los resultados no deseados, los llamamos tonterías o fracasos, son  socialmente reprobados, los rechazamos.

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Acepto mis resultados deseados. Los amo y aprendo de ellos. Me dan seguridad y me sirven para modelar otras situaciones similares. Acepto mis resultados no deseados. Me esfuerzo en amarlos y aprendo de ellos. Me fortalecen y hacen crecer. Me sirven para reevaluar estrategias y recursos y también las metas propuestas. En esta forma, unos y otros resultados hacen de mí una persona más amplia en experiencias y criterios, validan mis estrategias de acercamiento al mundo exterior y a mí misma. Son igualmente valiosos en mi evolución humana, en el logro del equilibrio y armonía y en mi camino hacia la sabiduría y el encuentro con los otros seres de la creación.

En síntesis, nada de tonterías. Todas mis conductas son dignas de observación, al igual que las conductas de mis semejantes. Y conforman una experiencia enriquecedora.

    

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