Hoy amanecí temprano. Aquí-Ahora. Tiempo de renacer

Hoy amanecí temprano, no literalmente hablando, sino que mi consciencia está en alerta máxima desde que me desperté. Esto no me sucede habitualmente. El mismo proceso de despertar toma un tiempo que va de la mano con las rutinas cotidianas, con el hacer maquinal, con un pensar ausente...

Hoy,  amanecí a plena consciencia en el aquí-el ahora, ¿por qué esta diferencia con respecto a lo habitual? Tal vez porque me fui a dormir cavilando sobre los valores humanos, los que veía despertar a mi alrededor en los días pre navideños, que comenzaban en Venezuela ya en octubre.   Ya mediamos noviembre, y no he observado ese despertar. 

Me inquieta sobre manera ese apagamiento, esa tristeza que parece haber empujado fuera del país la tradicional algarabía, el celebre Pero, pásate por la casa y compartimos aunque sea un cafecito. ¿Será que la difícil situación económica con su respectivo desabastecimiento ha provocado también escasez en la fraternidad y alegría a la que estábamos acostumbrados y que renacía vigorosamente en esta época del año? Me niego rotundamente a aceptar una respuesta afirmativa a esta pregunta.

Es tiempo de renacer, de prepararnos para la llegada de la Navidad, en el hermoso y extenso sentido de esta palabra, que nada tiene que ver con la compra compulsiva de regalos, a veces por puro compromiso. Tampoco con comilonas exageradas que ocasionaban desperdiciar comida. Menos con la compra de costosos adorno navideños. Es hora de dar un SI a los abrazos fraternos, a las visitas a aquellas personas que viven en la ausencia de sus seres queridos, de apoyar a los enfermos. 

También es tiempo de ser todavía más creativos, para encontrar maneras de compartir y complacernos, aún dentro de las reducidas posibilidades económicas, creando nuevas recetas, aumentando nuestra resilencia.

Es tiempo de fortalecer nuestros valores espirituales y recordar que se puede ser feliz aún en las situaciones más inhóspitas, pues la felicidad va por dentro, producto de amarse a uno mismo, a Dios y a nuestros semejantes. Casi imposible separar un amor del otro, pero quien no se ama a sí mismo, ¿cómo puede amar a los demás? Es necesario conocer el amor, tener el amor para poder proyectarlo hacia los demás. Debo tenerlo en mi interior para poder expresarlo.

Es tiempo de establecernos concientemente en nuestro aquí- ahora y renacer.

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