Un llanto carroñe mis ojos desmesurados
y mis manos ya no son la coartada.


Es un hueso roído la salida,
pues, dice “Bienvenidos”
en vez de “Armonía Mermada”.

Hoy un nuevo silencio me tortura,
mientras cada duda desquebraja mi sabía,
sospecho de mi coherencia cuando habla,
la pared aún no me lastima…

El techo está muy alto,
ya no me enferman los golpes del suelo,
y es nuevo el grito que se confunde
con las raras voces
que galopan y se hunden
dentro de este recinto,
donde los colores se han fugado
y siguen acaparadas
las figuras desvirtuadas
con los abrazos que nos damos
a nosotros mismos…

Mi voluntad fue detenerme en este abismo,
ya que amarte resultó en mi locura,
y en una grave enfermedad.

Simulo demencia ante la culpa,
de no saber manejar tu indiferencia,
ni tu extraña protección,
ni los permisos de alejamiento
de tu residencia…

Descifraba si me buscabas o te alejabas.
Mi indolencia sigue inconclusa,
porque tus manos ya no están
y quiero llenar ese vacío
que lleno de frío toca mi espalda.

Estoy inquieto rogando por tu calma
por eso elegí otra forma de estar sano.
Decidí sanar mi mente junto a otros dementes
Que también están amarrados a blancos y sucios gabanes,
Solo quiero abrazarte y que
no me abrace la seguridad impuesta
por esta adoptiva condena…

Llegué a este manicomio para comprender
la locura de este amor
y así como escapé de ti
también escaparé de él.

Espero que este angustiante relato les guste mucho

Un abrazo para todos

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