POSTCAPITALISMO,IDIOCRACIA ECONÓMICA Y LAS FINANZAS DEL KETCHUP

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Los yogures, alimento refrigerado producido a través de lácteos, llegan a un tope llamado fecha de caducidad. Es este el punto, a partir del cual el consumidor debería privarse de su ingesta, por prudencia respecto a sus posibles consecuencias.

Así que, llegado un tiempo de desuso, los yogures se tiran a la basura.

Algo parecido ocurre con el conocimiento, que lejos de acumularse parece andar hacia el vertedero de la historia. El futuro ya no es lo que fue, y las lecciones del pasado van camino de tornarse obsoletas. El mañana, por suerte y no por desgracia, no producirá un Warren Buffett ni sucedáneo de este.

Adiós a los tiburones de la inversión en kétchup.

El capitalismo, con sus niveles de deuda, colapsos culturales y sobrevaloración de activos, se encuentra en una fase senil previa a fenecer. Pronto será polvo en la llanura de la historia, un pie de página que ocupe varios siglos. Las lecciones del viejo Buffet, amigo de la observación de los mercados, quedarán inútiles como un tullido, mancas en las bibliotecas del saber.

Nos asomamos a un mundo sin crecimiento, donde Japón aparece como el mejor de los horizontes posibles. El país del sol naciente, estancado en su prosperidad, lleva décadas de flexibilización cuantitativa y oxigenación económica por parte del banco central. El destino nipón, es preferible sin duda al venezolano o zimbabuense, rincones inhóspitos donde la hiperinflación ha rasgado las estructuras de la vida diaria.

El postcapitalismo ya está aquí.

Los atajos se cierran. La prosperidad ya no existe.RIP por la bolsa. Algunos se alegrarán de lo que digo, felices de su condición de esclavos ovinos. Otros, verán como el imperio del juego cierra sus puertas y oportunidades, echando de la fiesta a los mindundis ansiosos por jugar. El mundo del mañana será monótono. No habrá conocimiento; no habrá juego ni suerte.

Solo monotonía, y en el peor de los casos, dolor.