I had explored the lively area all morning. Then a simple craving hit: guacamole. I wanted the fresh kind, full of local tastes. I ordered fast. I could not wait.

Soon, a green bowl came. It sat next to many golden tortilla chips. The guacamole looked simple, but great. It had big avocado chunks. Bright red tomato flecks showed. Tiny onion pieces and a bit of cilantro mixed in.

Fresh lime juice made it shine. The chips were thick. They had just enough salt. A good crunch was coming.

I dipped the first chip deep. It held a big scoop. First, a crunch. Then came creamy avocado. Next, bright lime and a soft onion kick. Every bite felt fresh.

Textures and tastes were just right. They played on my tongue. I closed my eyes. I enjoyed the taste. A soft breeze blew. Far off, I heard what sounded like monkeys.

I looked up. The great shape of Arenal volcano sat in the distance. This snack felt so linked to the amazing view. It was more than food. It was an experience.

Not a fancy meal, but it felt perfect. It showed the joy of small things. Especially in such a lovely spot. That guacamole bowl from Hotel Fortuna finished a great day. It was a real taste of "Pura Vida."

Post Details :

Friends, thank you for your support and reading here!!

Hola amigas,

El sol de la tarde, cálido pero no demasiado caluroso, brillaba entre los árboles verdes. Me senté en una tumbona en la piscina del Hotel Fortuna. Las cigarras zumbaban a lo lejos. El agua chapoteaba suavemente. Se sentía una paz absoluta, como en Costa Rica.

Había explorado la animada zona toda la mañana. De repente, me entró un antojo: guacamole. Quería uno fresco, con sabores locales. Pedí rápido. ¡No podía esperar!

Al poco rato, llegó un tazón verde. Estaba junto a muchos totopos dorados. El guacamole parecía sencillo, pero estaba buenísimo. Tenía grandes trozos de aguacate. Se veían brillantes motas de tomate rojo. Pequeños trocitos de cebolla y un poco de cilantro.

El jugo de lima fresco le daba un toque especial. Los totopos eran gruesos. Tenían la sal justa. Se avecinaba un buen crujido.

Mojé el primer totopo hasta el fondo. Tenía una gran bola. Primero, un crujido. Luego, un aguacate cremoso. Después, lima brillante y un suave toque de cebolla. Cada bocado se sentía fresco.

Las texturas y los sabores eran perfectos. Jugaban con mi lengua. Cerré los ojos. Disfruté del sabor. Soplaba una suave brisa. A lo lejos, oí el sonido de unos monos.

Miré hacia arriba. La imponente silueta del volcán Arenal se alzaba a lo lejos. Este refrigerio se sentía tan conectado con la increíble vista. Era más que comida. Era una experiencia.

No era una comida sofisticada, pero se sentía perfecto. Mostraba la alegría de las pequeñas cosas. Especialmente en un lugar tan encantador. Ese tazón de guacamole del Hotel Fortuna culminó un gran día. Fue una verdadera muestra de "Pura Vida".

Detalles de la publicación:

Amigos, ¡¡gracias por su apoyo y leer aquí!!