ME FUI SIN DESPEDIRME by @mama.inmigrante

      Reciban un saludo muy cordial de mi parte. Soy @mama.inmigrante, una nueva usuaria de Steemit, quien escribe por primera vez en esta comunidad de SteemWomen Club, una excelente iniciativa para las mujeres que hacemos vida en este maravilloso mundo. Hoy, como es mi primera publicación, quiero referirme a una experiencia que tuve cuando me tocó salir de mi país, Venezuela, hacia México, país en el que hoy vivo junto con mi esposo y mi niña. He querido iniciar con esto, porque si bien fue un momento muy duro, me sirvió de mucho como mujer y como inmigrante, además que reforzó mi amor por mi familia. Espero que les agrade.

      Cuando yo dejé mi país, lo hice por una decisión personal basada en una mala experiencia (un intento fallido de salir de Venezuela protagonizado por despedidas muy dolorosas), entonces, esa vez era la definitiva y lo haría sin despedirme de nadie. Llevo ese día grabado en mi mente. Recuerdo haberme despedido de mi hermana. Sólo ella, junto a mi abuela, mi madre y mi suegra, sabían que ese día yo dejaría Cumaná. Recuerdo ese abrazo con Mayte (mi hermana mayor), le dije “Gorda cuídate”. Yo, con voz temblorosa, pero con esa fortaleza que debía demostrar; ella, si con lágrimas, me dijo “Cuídate chama. Te voy a extrañar, un abrazo al cuñado", ahí la dejé parada con mi sobrino en la entrada de su casa y tengo esa imagen grabada en mi.

      Después, debía pasar a casa de mi abuela. “Mi mamató", como le digo desde siempre, me estaba esperando y con ese temple que la caracteriza me dijo “Anda y que Dios te cuide. Allá te esperan cosas muy buenas”. Me obsequió una biblia de bolsillo, misma que conservo con tal celo porque para mí es tenerla a ella cerca de mi. Luego. fui rumbo a casa de mi madre que también estaba esperándome. Fue la despedida más difícil, estaban mis otros dos hermanos y pues ellos no sabían que yo me iría, viendo el asunto sospechoso. Ella me dijo “Anda hija, anda". Ambas, con nudos en la garganta, pero ella siempre tan lista, supo manejar la situación y con un abrazo difícilmente disimulado sellamos nuestra despedida.

      Me lleva mi suegra al aeropuerto de mi pueblo natal y entonces fue ella la última persona en verme ahí, en Cumaná. Un “Gracias, Yeli” y un abrazo marcaron mis últimos minutos en la tierra del Gran Mariscal. Abordando el avión, volteé, la vi y alcancá a levantar mi mano, pude verla con los ojos casi inundados. Y ahí comenzó mi afortunada travesía, y digo afortunada porque en comparación con otros compatriotas, yo si tuve la suerte de salir de mi país con boleto de avión con solo una escala.

      Pero, hay una despedida que dolió un poquito más que las demás: despedirme de mi papá. Ya en la habitación del hotel en la Guaira, muy cerca de Maiquetía, yo debía avisarle a mi papá que la mañana siguiente a las 6am estaría abordando un avión rumbo a México. Cómo lo iba a hacer? Seguramente ya mi mamá lo hizo. Cómo decirle que dejé Cumaná sin despedirme de él y sin su abrazo?

      Pensé mil veces qué le escribiría en ese mensaje, y buscando dentro de mi estuche de maquillaje un corrector de ojeras que juraba haber dejado, encontré una pulsera de los Navegantes del Magallanes (equipo de béisbol Venezolano) que me obsequió mi papá en aquella primera despedida, ¿Cómo llego la pulsera hasta ahí? Ni yo misma la recordaba. Con lágrimas en mis ojos y en compañía de mi equipaje en aquella habitación, tome mi celular y le escribí.

      Él me iba a entender y yo lo sabía. Y así fue como con su bendición a través de un mensaje me sentí más serena para mi viaje, me vine tranquila, tranquila y convencida que la vida no da vueltas, que la vuelta la damos nosotros.

      Esas menos de 24hrs de despedida de mi Venezuela las llevo tatuadas en mi mente, mi alma y mi corazón por siempre.