Esta es la historia de una conversión; el drama de un hombre de fe, en lo tormentosos días de la independencia, ve agrietarse las certidumbres que hasta entonces sostenían su inalterable lealtad a la corona y a su rey; es la historia de un obispo que, a fuerza de ver y oír, abraza los ideales republicanos; la transformación de un fiel realista en un ferviente bolivariano y en un devoto servidor de la recién creada nación. Es la historia americana de Hilario Jose Lasso de la Vega.

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Fue el único obispo que defendió los derechos y prerrogativas de la Iglesia en la Constituyente de Cúcuta y en el Congreso de la Gran Colombia instalado en Bogotá (1823 – 1828) La convención le llego gracias a un pronunciamiento liberal. Hasta entonces su fe nunca había sido pasto de las dudas. Su lealtad era firme y para con su rey pie en tierra. Pero llegaron los liberales e hicieron que Don Fernando jurara la constitución, y entonces, forzosamente, todo tenia que cambiar. Todo lo que desde hacia una década venia agitando sus días y agotando una existencia que, de otro modo, no parecía destinada a los sobresaltos.

Habia nacido en Panamá, en 1764, y a fuerza de talento y de invertir muchas horas en descifrar griegos y latines, ni hizo sino ascender en la curia de Bogota, capital del virreinato, hasta que llegaron las tormentas que no dudo en definir como hijas del demonio, y que le ponían el mundo al revés. El rey depuesto y preso, los pueblos alzados, los criollos rebeldes y una república donde antes vivíamos bajo el reino de dios. No. Se trata de demasiados, desarreglos para tan pocos días.

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Es necesario llamar a la calma, ver que pasa en España, mantenerse unido a los viejos juramentos de fidelidad. Pero una cosa son las razones y otras los terremotos, las guerras y las pestes. Pero la locura parecía triunfar. La nueva granada se dividía en repúblicas que peleaban entre si y, contra ellas, peleaban los realistas. el no estaba para eso, el era un magistral, un doctor, un hombre de letras y oraciones. Se regreso a su tierra, donde las fortalezas, las flotas y las tropas, que durante tres siglos protegieron el oro de su majestad, mantenían el orden que se había perdido en el resto de la costa firme.

Pero dios sabe de justicias y para el año 1815 amaneció con brisas de esperanza, "el frances" porque a napoleón no se le podía nombrar era derrotado por una alianza que no en vano se llamaba santa, y ahora estaba lejos, en Santa elena, que es una isla en alguna parte del océano. Don Fernando habia vuelto al trono de España. Cuarenta barcos y diez mil de sus mejores hombres a refrendarlo en la díscola americana.

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Una calma entre las tormentas.

“¿Hay alguien que busque soluciones en lo que dicen los obispos?” EDUARD PUNSET CASALS

“Si supieses qué cosa es ser Obispo, no os maravillaríais de lo que hago, sino de lo que dejo de hacer.” HERNANDO DE TALAVERA.

En 1821 representó a Maracaibo en el Congreso de Cúcuta. En sus convicciones políticas fue realista, pero desde finales de 1820, se hizo patriota y se entrevistó con Simón Bolívar en Trujillo. Es interesante ver puesto que el Obispo pasa por una crisis no de su fe sino de sus convicciones, pues sintió una recóndita alegría por los éxitos del libertador, que a el mismo los sorprende; una sonrisa que se escapa, el orgullo, apenas en ciernes, al enterarse que de un ejercito de criollos ha hecho correr al virrey.

La historia del obispo es el drama que logra encerrar todo lo que fue el drama propiamente dicho de la emancipación; de aquellos que después de haber crecido en unos ideales, se desengañan y terminan luchando por otros. Pero es, ademas, una conversión rabiosamente asociada a nuestra fe. Es, por tanto la vida y la conversión de un hombre que nos dice mucho del itinerario espiritual de aquella sociedad jalonada por tempestades. Fue un hombre que se convierte en Bolivariano ferviente unido a la causas patriota y a su pueblo.