Las culebras siempre han sido consideradas extrañas y misteriosas. Quizás eso se deba a su forma peculiar y a su manera fascinadora de arrastrarse. O tal vez porque son silenciosas. Se deslizan rápidamente y sin el menor ruido. No tienen canto, como casi todas las aves, ni aullido, como muchos animales salvajes. Algunas culebras son venenosas y eso induce a la gente apartarse de ellas, aun de las inofensivas.

Mientras más sabemos acerca de las culebras, mejor comprendemos que no son tan misteriosas. Tienen su propia manera de vivir, como muchos otros animales, y ocupan un lugar muy importante en la fauna. Algunas culebras son inofensivas, muchas útiles y todas ellas interesantes. Los antiguos egipcios probablemente se dieron cuenta de eso cuando empezaron a protegerlas dentro de sus templos, ya que muchas de ellas ayudan al agricultor. Se comen a los topos, las ratas, los ratones, y otros animales pequeños que destruyen las cosechas. Algunas comen caracoles e insectos. Otras que son inofensivas, matan a las venenosas.

Las culebras pertenecen a la familia de los reptiles. Los únicos otros reptiles que no se han extinguido son los cocodrilos, los lagartos, las tortugas de mar, las de tierra, lagartijas, y un extraño animal que habita en Nueva Zelanda, llamado “sphenodón” o “tuatara”.

Hubo una época en que los Estados Unidos tuvieron una bandera en la que aparecía una serpiente. Cuando las trece colonias iniciaron la lucha por su independencia, no tenían bandera. Alguien sugirió un pendón en el que apareciera una serpiente de cascabel, con trece cascabeles, uno por cada colonia.

Los faraones de Egipto adornaban su tocado con la figura de la serpiente real, el áspid, como símbolo de jerarquía, como protección contra todo mal y como signo de que tenían poder de castigar a sus enemigos. Esa serpiente identificaba también que los faraones descendían del Sol.

Algunos pueblos primitivos creían que la Tierra descansaba sobre las tres plataformas. La inferior era una gran serpiente enrollada en el agua. Una gigantesca tortuga se posaba sobre el lomo de la serpiente. Sobre el caparazón de la tortuga descansaban cuatro elefantes que sostenían a la Tierra en sí misma.

Los antiguos egipcios creían que las culebras eran sagradas y símbolo de la buena suerte. Las protegían y alimentaban en sus templos.

En la antigüedad se ignoraba la causa científica de muchos fenómenos. Algunos creían que los terremotos los provocaban grandes serpientes que se movían bajo la tierra.

Los antiguos egipcios y los pueblos de algunos otros países creían que la Tierra había surgido del huevo incubado por una serpiente enorme.

Los griegos de la antigüedad creían que las culebras tenían poderes curativos y que eran signo de la sabiduría y longevidad. Las estatuas de Palas Atenas, Diosa de la Sabiduría, solían tener una serpiente. A los dioses griegos y romanos de la medicina se les representaba sosteniendo una vara con una serpiente enrollada en ella. Mercurio, mensajero de los dioses, llevaba también una vara alada, con dos serpientes enroscadas.